Aplazado el éxodo de alemanes del Este a Occidente

Una veintena de alemanes orientales cruzaron ilegalmente la frontera entre Hungría y Austria en la madrugada del lunes. Fueron los únicos, pese a que todo parecía indicar que ayer iba a comenzar el éxodo masivo organizado-permitido por Hungría-, de sus cerca de 5.000 compatriotas que esperan en los campos de refugiados de Budapest. No se equivocaron, pues ya desde Viena se enteraron de cómo el ministro del Interior húngaro, Istvan Horvath, echó un jarro de agua fría sobre las esperanzas de esos fugitivos de la RDA que siguen en Hungría. Horvath, en una entrevista que publica hoy la revista Ste...

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Una veintena de alemanes orientales cruzaron ilegalmente la frontera entre Hungría y Austria en la madrugada del lunes. Fueron los únicos, pese a que todo parecía indicar que ayer iba a comenzar el éxodo masivo organizado-permitido por Hungría-, de sus cerca de 5.000 compatriotas que esperan en los campos de refugiados de Budapest. No se equivocaron, pues ya desde Viena se enteraron de cómo el ministro del Interior húngaro, Istvan Horvath, echó un jarro de agua fría sobre las esperanzas de esos fugitivos de la RDA que siguen en Hungría. Horvath, en una entrevista que publica hoy la revista Stern, aseguró que por ahora no se producirá el éxodo y que el "requisito" para permitirlo es que "los dos Estados alemanes lleguen a un acuerdo".

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Bonn, sin embargo, pocas horas después insistió en que la operación salida se llevaría a cabo "en los próximos días".En las declaraciones que publica hoy Stern, el ministro del Interior húngaro indica que su país no permitirá una operación "nebulosa y clandestina" como la que se estaba preparando mientras Bonn y Berlín oriental no lleguen a un acuerdo, ya que su país tiene un convenio con la RDA por el que reconoce la soberanía del Gobierno de Berlín Este sobre sus ciudadanos. En sus declaraciones, Horvath se muestra pesimista sobre la pronta solución del problema, que, en su opinión, podría demorarse entre "cuatro y seis semanas".

El ministro del Interior de Budapest admite en la entrevista que la cifra de 20.000 ciudadanos de la RDA que se encuentran en Hungría y que no desean volver a su país "es correcta", y añade que no se puede utilizar con un número tan alto de personas el mismo sistema que permitió que salieran los 106 ocupantes de la Embajada de la RFA en la capital húngara hace 15 días. A primeras horas de la tarde, en la habitual conferencia de prensa de los lunes, el ministro portavoz del Gobierno federal, Hans Klein, a preguntas de los periodistas, contradecía estos malos presagios declarando que la salida se produciría "en los próximos días". Asimismo, fuentes del Ministerio de Exteriores de la RFA descartaban rotundamente que la solución al problema solamente fuera posible por medio de un acuerdo entre los dos Estados alemanes. En cualquier caso, lo que quedó claro ayer es que, de momento, la operación salida ha quedado paralizada y que no hay todavía ninguna fecha concreta para que comience.

Trenes y campos de acogida

Las sorprendentes declaraciones de Horvath, en un primer momento, parecían corresponderse con la actitud de Bonn. Por la mañana, antes de la conferencia de prensa de Klein, fuentes gubernamentales en la capital de la RFA indicaban que el éxodo organizado no se iba a producir en los próximos días como se había anunciado, paralizando así toda la operación, para la que se ha movilizado el país entero, con trenes que esperan en las cercanías de Viena y campos de acogida en toda la RFA.El destino de los 5.000 refugiados que se hallan registrados en los campos de acogida de Hungría y, el de aquellos que han decidido no volver a la RDA pero tampoco se han inscrito en las listas de la Cruz Roja y la orden de Malta, parece encontrarse ahora entre las redes de una complicada situación política.

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La evidente parálisis del régimen de Berlín Este, que ha sido cogido a contrapié por la huida masiva de sus ciudadanos, precisamente cuando creía que su situacíón con respecto a su vecino alemán se había estabilizado, podría resolverse por la vía dura.

Parece evidente que la RDA ha decidido endurecer la negociación y presionar a las autoridades húngaras para paralizar la decisión de deshacerse de tan engorrosos visitantes de la manera más expeditiva. Círculos diplomáticos de Bonn aseguraban ayer que en Budapest existía un consenso entre todas las alas del poder para permitir la salida de los alemanes orientales, al margen de las seguras compensaciones económicas que Bonn ha ofrecido a Hungría.

El endurecimiento de Berlín Este coincide con el renacimiento de la cuestión alemana justo en el 50ª aniversario del comienzo de la 11 Guerra Mundial. Las declaraciones del embajador de EE UU en Bonn, Vernon Walters, en las que se mostraba favorable a la reunificación alemana, así como las del presidente del Parlamento polaco, Bronislav Geremek, en el mismo sentido, parecen haber irritado a la cúpu la dirigente de la RDA, privada además de su líder, Erich Honecker. Éste padece, al igual que el canciller de la RFA, Helmut Kohl, un cáncer de próstata.Esta irritación se está dejando sentir hasta el punto de que ayer el alcalde de Berlín occidental, Walter Momper, criticó las citadas declaraciones ya que, en su opinión, hablar demasiado del tema podría empujar hacia un callejón sin salida a la gerontocracia de la RDA y cortar toda posibilidad de que se lleven a cabo las reformas necesarias para que, en un futuro, la reunificación alemana sea posible sin traumas.

En la RFA empieza todo el mundo a ser consciente del problema hamletiano que se le presenta a Honeeker en su lecho de muerte. Es la propia existencia del Estado lo que está en juego, porque una RDA no comunista no tiene ningún sentido.

"iQueremos salir!"

No sólo son los que escapan por Hungría quienes están creando problemas al régimen. En el interior de la RDA la situación también empieza a ser preocupante. Ayer, la policía detuvo a un número indeterminado de manifestantes en Leipzig, donde se celebra estos días la Feria Internacional. Tras una misa celebrada en la iglesia de San Nicolás, a la que asistieron 1.200 personas, un grupo numeroso salió a la calle con pancartas en las que se identificaban como ciudadanos que querían abandonar el país. Los manifestantes cantaban a coro: "¡Queremos salir!" y hacían el signo de la victoria.

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