'CUMBRE' DE LA OTAN

El Este se abre al Oeste

La división entre los aliados marca el comienzo de la 'cumbre' de la Alianza Atlántica

IGNACIO CEMBRERO, La guerra fría estimuló a la OTAN a cerrar filas, pero la distensión la divide, y Mijail Gorbachov lo sabe hasta tal punto que formula cada una de sus ofertas de desarme en vísperas de alguna reunión importante de los 16 miembros de la organización. La cumbre de los jefes de Estado y de Gobierno de la Alianza Atlántica, que empieza mañana en la capital belga, no iba a ser una excepción, y el máximo dirigente de la URSS ha sido fiel a su costumbre dando días antes un nuevo y espectacular paso hacia las tesis atlánticas que ahonda aún más las divergencias aliadas.
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IGNACIO CEMBRERO, La guerra fría estimuló a la OTAN a cerrar filas, pero la distensión la divide, y Mijail Gorbachov lo sabe hasta tal punto que formula cada una de sus ofertas de desarme en vísperas de alguna reunión importante de los 16 miembros de la organización. La cumbre de los jefes de Estado y de Gobierno de la Alianza Atlántica, que empieza mañana en la capital belga, no iba a ser una excepción, y el máximo dirigente de la URSS ha sido fiel a su costumbre dando días antes un nuevo y espectacular paso hacia las tesis atlánticas que ahonda aún más las divergencias aliadas.

"El comunismo ha fracasado y ha perdido todo su atractivo", sostenía esta semana al secretario general de la OTAN, Manfred Woerner, en una entrevista al diario La Libre Belgique, y al término de su encuentro, el lunes, con el canciller Helmut Kölh, el presidente Felipe González afirmaba en substancia que no se imaginaba cómo podía naufragar la cumbre aliada ahora que el Este se abre al Oeste. Y, sin embargo, es un riesgo nada desdeñable.

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Convocada con motivo del 40º aniversario de la OTAN, la cumbre debería aprobar el llamado "concepto global", que pone al día la filosofía de la Alianza de cara a un Pacto de Varsovia en plena mutación. Pero esta tarea está resultando muy ardua porque entre un presidente George Bush que desea "matizar el optimismo con la prudencia" y otro presidente, el alemán Richard von Weizsacker, que conmina a los aliados a no desaprovechar una oportunidad única para asentar la paz en Europa, hay diferencias abismales.

La polémica sobre la necesidad de modernizar los únicos misiles nucleares basados en tierra que aún posee la OTAN o, al contrario, negociar con la URSS su drástica reducción o su eliminación no es más que la punta emergida de un iceberg que separa a unos aliados divididos en el fondo sobre el grado de confianza que se puede depositar en Gorbachov, sus intenciones y su estabilidad en el poder.

La postura alemana

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Alemania Federal encabeza el grupo de los que apuestan por la perestroika, del que forman parte, con matices, Bélgica, Dinamarca, Grecia y, en menor medida, una España cuyo presidente asegura "comprender bien" la postura alemana. En el otro bando figuran el Reino Unido, más escéptico aún que EE UU ante la evolución de la URS S, Turquía y Francia, cuyas armas nucleares no resultarán afectadas por los recortes presupuestarios decididos el miércoles. París pone incluso a punto un misil nuclear de corto alcance (Hades), que estará listo en 1992.

Fiarse de Gorbachov implica, en última instancia, para algunas fuerzas políticas, modificar la estrategia defensiva de la OTAN y aceptar incluso discutir su velado proyecto de desnuclearización del Viejo Continente.

En el país que más contribuye a la OTAN después de EE UU, Alemania Federal, "los verdes desean la eliminación total de las armas nucleares, y los socialdemócratas parecen acercarse paulatinamente a ese punto de vista", recalcaba el diario alemán Hannoversche Allgemeine. Aunque nunca se ha llegado a pronunciar a favor da la desnuclearización, el jefe de la diplomacia alemana, Hans-Dietrich Genscher, se opone a que el "concepto global" rechace una "tercera opción cero", es decir, la supresión de los misiles de corto alcance, que dejaría subsistir armas nucleares en submarinos y aviones.

Washington advierte

Esta evolución de parte de la coalición gubernamental alemana ha incitado a Bush a expresar el domingo en Boston su preocupación ante "la creciente complacencia del Oeste" hacia el Este, y el presidente del comité de las fuerzas armadas del Congreso, Les Aspin, ha ido más allá al advertir que si Bonn persistía en su actitud, la retirada de los 320.000 soldados norteamericanos estacionados en Alemania Federal se perfilaba "no este año, pero sí en el horizonte".

Buen conocedor de las divergencias interaliadas, Gorbachov trata de sacar de ellas el mejor partido. La víspera de que se reuniese, el 12 de mayo, el Consejo Atlántico en Bruselas anunció la retirada unilateral de 500 cabezas nucleares, y cinco días antes de la cumbre atlántica ha aceptado en la negociación sobre reducción de fuerzas convencionales de Viena el grueso de las exigencias de la OTAN. Hasta Bush ha dado por una vez su brazo a torcer calificando de "serias" las propuestas soviéticas.

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