Los avances de la tecnología

El procesador de palabras eliminó aquella necesidad urgente de contemplar 500 folios cuidadosamente enfilados al lado de la máquina de escribir: ahora, en lugar de la hoja .en blanco, lo que le provoca temor es una pantalla vacía.La facilidad de las correcciones en esta clase de aparato -con presionar una tecla se corrige, ahorrando tiempo y esfuerzo de revisión- hizo que el culto a la hoja impecable, otra de las peculiaridades y manías de García Márquez, perdiera su impacto.

Para él un error de mecanografía era como un error de estilo: la página volvía a ser mecanografiada hasta salir ...

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El procesador de palabras eliminó aquella necesidad urgente de contemplar 500 folios cuidadosamente enfilados al lado de la máquina de escribir: ahora, en lugar de la hoja .en blanco, lo que le provoca temor es una pantalla vacía.La facilidad de las correcciones en esta clase de aparato -con presionar una tecla se corrige, ahorrando tiempo y esfuerzo de revisión- hizo que el culto a la hoja impecable, otra de las peculiaridades y manías de García Márquez, perdiera su impacto.

Para él un error de mecanografía era como un error de estilo: la página volvía a ser mecanografiada hasta salir inmaculada de la máquina. Sólo entonces veía las correcciones finales, siempre con tinta negra, escritas con una pluma de punta gorda. Con el procesador, es mucho más fácil y rápido llegar a alcanzar la hoja impecable.

Más información

García Márquez siempre se declaró adicto a todas las conquistas de la tecnología que pudieran facilitar su trabajo. Nada más natural, por lo tanto, que él se sumara de manera decisiva al grupo de los adeptos de la escritura computadorizada. Ya la versión de El amor en los tiempos del cólera fue escrita en uno de esos aparatos.

En el caso de El general en su laberinto, que exigió una profunda investigación histórica y bibliográfica, una apurada compilación de datos y el almacenamiento de inmensas cantidades de información, la tecnología se hizo casi imprescindible.

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