LA U.R.S.S. SE RETIRA

El 'ruiseñor' del Ejército Rojo está que trina

El escritor soviético Projanov asegura que la responsabilidad de la guerra también afecta a la era de Gorbachov

PILAR BONET, El Ejército soviético ha tenido su cantor de gesta a lo largo de sus casi 10 años de estancia en Afganistán: el escritor Aleksandr Projanov, premiado por el Ministerio de Defensa en 1988 por su novela Un árbol en el centro de Kabul y apodado el ruiseñor del Estado Mayor por sus detractores. En una conversación con EL PAIS, el escritor opina que el Ejército soviético tiene "enormes quejas" contra la dirección política, tanto la que le envió a Afganistán como la actual, que le saca de allí. "El Ejército está lejos de estar encantado con el comportamiento que hacia él han teni...

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PILAR BONET, El Ejército soviético ha tenido su cantor de gesta a lo largo de sus casi 10 años de estancia en Afganistán: el escritor Aleksandr Projanov, premiado por el Ministerio de Defensa en 1988 por su novela Un árbol en el centro de Kabul y apodado el ruiseñor del Estado Mayor por sus detractores. En una conversación con EL PAIS, el escritor opina que el Ejército soviético tiene "enormes quejas" contra la dirección política, tanto la que le envió a Afganistán como la actual, que le saca de allí. "El Ejército está lejos de estar encantado con el comportamiento que hacia él han tenido los políticos", señala.

Projanov, que se mueve en círculos literarios conservadores y críticos respecto a la política de Gorbachov, afirma que el Ejército "pide que la responsabilidad de esta guerra recaiga en la dirección política", y estará "decepcionado y descontento" si no sucede así. La responsabilidad., dice, es tanto de la dirección 'de Leonid Breznev como de la actual. "La guerra no puede adjudicarse completamente al período anterior, porque la actual directiva la ha mantenido durante tres años, y tres años no son un momento".

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Al mantener un contingente limitado, el Ejército "estaba siempre al borde de sus capacídades, privado de posibilidades de luchar en serio, funcionando como un cuerpo policial, pero sin hacer operaciones de envergadura", explica Projanov. Las tropas soviéticas en Afiganistán han alcanzado, según estimaciones occidentales, un máximo de 115.000 hombres. En casi 10 años de intervención, sin embargo, aproximadam ente un millón de soviéticos han vivido la experiencia afgana.

El escritor, que llegó por primera vez a Afganistán en enero de 1980, cree que no se reflexionó sobre la concepción política de la guerra, y que Breznev quería compensar las "grietas" que advertía en el sistema soviético con un "éxito" en política internacional.

Los militares soviéticos "hicieron lo que pudieron" en Afganistán y "ganaron todas las operaciones militares locales que eran tácticas y no estratégicas", señala. "Al Ejército no se le dio la orden de destruir a la oposición, sino de estabilizar y mantener el régimen. Otra cosa es que este régimen en 10 años no lograra convertirse en una fuerza política y gobernar el país. Como esto ni pasó ni pasará, nos decidimos a marcharnos, porque la presencia soviética carecía de sentido".

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Projanov, que tan vehementemente emprende la defensa del estamento militar, es pesimista sobre las perspectivas del régimen de Najibulá. "En 10 años, el Gobierno de Kabul no sólo no ha logrado consolidarse, sino que ha adquirido nuevas contradicciones. El drama de Najibulá es que hoy sus partidarios, como antes, continúan divididos en las facciones Jalk y Parcham, y a eso hay que añadir la división entre pushtun y no pushtun y las divisiones entre el Ejército, la guardia de elite y el Ministerio del Interior", opina.

Projanov, que tiene dos condecoraciones, un premio de las juventudes comunistas, el Komsomol, y es miembro de la directiva de la Unión de Escritores de la URSS, cree que la guerra de Afganistán tiene muchos niveles de lectura y se valora de forma distinta en la conciencia de diferentes estratos de la sociedad. La contienda ha generado una capa de profesionales que, dotados de capacidad de decisión y energía, se abren camino rápidamente en el escalafón. Afganistán ha creado además "un nuevo tipo de soldado" con experiencia militar.

Los afganos, tal como se llama en la URSS a los soldados que regresan del país vecino, son objeto de un experimento social, ya que todos los grupos e ideologías existentes en la URSS tratan de ganárselos, sostiene el escritor, que reprocha a los sectores liberales el tratar de crear un complejo de inferioridad y una agresividad dirigida hacia las estructuras soviéticas en los muchachos que regresan.

El Estado soviético, corno tal, también trata de utilizar a los afganos, según Projanov, ya que este contingente se rnantíene al margen de conflictos nacionalistas.

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