Cartas al director

'Democracia protegida'

En una foto publicada por EL PAÍS el lunes 12, puede verse al presidente Allende de pie en un coche que avanza entre una multitud. Detrás del presidente, que confía en él, se ve también de pie y saludando marcialmente al general Augusto Pinochet. Claro que eso de la traición fue mucho antes de que el general Augusto Pinochet, a toque de campanilla, cayera del caballo en su escabroso camino de Damasco.No ha sido suficientemente comentado el hecho de que la conversión del general Augusto Pinochet a la democracia protegida -expresion divina- se hiciese a toque de campanilla. Creo que fue u...

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En una foto publicada por EL PAÍS el lunes 12, puede verse al presidente Allende de pie en un coche que avanza entre una multitud. Detrás del presidente, que confía en él, se ve también de pie y saludando marcialmente al general Augusto Pinochet. Claro que eso de la traición fue mucho antes de que el general Augusto Pinochet, a toque de campanilla, cayera del caballo en su escabroso camino de Damasco.No ha sido suficientemente comentado el hecho de que la conversión del general Augusto Pinochet a la democracia protegida -expresion divina- se hiciese a toque de campanilla. Creo que fue un acierto: cuando los otros tres gloriosos militares, siguiendo sus instrucciones, le propusieron que aceptase ser candidato a presidente protector de la nueva y curiosa democracia chilena, el general Augusto Pinochet debió de pensar que no era cosa de dar el dulce así, como en las bodas. Tampoco se trataba de dar la salida a la democracia protegida a tiro de pistola. No es que no le hubiese gustado hacerlo al general, es que el método habría recordado demasiado los de la etapa de la dictadura a todo riesgo que se trataba de dejar atrás. Debieron de discutir un cierto tiempo el modo que sería más apropiado, y es fácil imaginar el suspiro de alivio que emitirían sus tres conmilitones cuando, para aceptar la unánime propuesta, en lugar de llevarse la mano a la pistola, su Pía Excelencia cogió la campanilla y la agitó.

Si, gracias a ese Dios que, según él, pudiera ser chileno -y tal vez, aunque eso él no lo ha dicho, tenerle miedo- al final sale elegido presidente, es de suponer que a los títulos de Benefactor del Pueblo y Protector de la Democracia, que ya le han dado, añadirá el general Augusto Pinochet el de Supremo Monago, y la gente terminará olvidando que antes de su emocionante conversión se había ganado a pulso los de Eminente Traidor y Eximio Carnicero.-

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