POR LA SENDA DE ESQUIPULAS 2

Estados Unidos, dispuesto a un diálogo regional que incluya a Managua, si ésta negocia "seriamente" con los rebeldes

La Casa Blanca anunció ayer que volverá a sentarse en fa mesa de negociaciones con Nicaragua en un diálogo regional, no bilateral, que también incluya a los demás países centroamericanos. El presidente Ronald Reagan, que no quiere perder el tren del plan Arias, dijo ayer que el secretario de Estado, George Shultz, participará en esas negociaciones cuando los sandinistas y la contra inicien un diálogo "serio" a través del cardenal Miguel Obando y Bravo.

El presidente hizo este anuncio en un discurso a los cancilleres de Latinoamérica reunidos en Washington, para la Asamblea General de la...

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La Casa Blanca anunció ayer que volverá a sentarse en fa mesa de negociaciones con Nicaragua en un diálogo regional, no bilateral, que también incluya a los demás países centroamericanos. El presidente Ronald Reagan, que no quiere perder el tren del plan Arias, dijo ayer que el secretario de Estado, George Shultz, participará en esas negociaciones cuando los sandinistas y la contra inicien un diálogo "serio" a través del cardenal Miguel Obando y Bravo.

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El presidente hizo este anuncio en un discurso a los cancilleres de Latinoamérica reunidos en Washington, para la Asamblea General de la OEA (Organización de Estados Americanos), dos días antes de que su homólogo nicaragüense, Daniel Ortega, se dirija a la Asamblea en su primer viaje a la capital estadounidense como jefe de Estado de Nicaragua. Oficialmente, se descarta una entrevista de Ortega con el presidente o con Shultz.Reagan se presentó ante los ministros de Exteriores latinoamericanos como el representante de un país que ya no es "el gran coloso del Norte". "Eso se ha acabado para siempre", dijo. Añadió que en la cumbre de diciembre con el líder soviético, Mijail Gorbachov, discutirá una solución negociada al conflicto centroamericano. "Le pediré", dijo Reagan, "que, en el espíritu de glasnost (transparencia), re considere su aventurerismo en Nicaragua".

Sumándose a las negociaciones regionales, EE UU perseguirá ractar los temas de seguridad (presencia cubana y soviética en Nicaragua) que no están enunciados en el plan de paz de Esquipulas 2, firmado en Guatema la el 7 de agosto, explicó Shultz. Washington, después de pasarse meses descalificando el proceso de diálogo diplomático, trata ahora de subirse al mismo para no perder del todo la influencia en su resultado final.

Los cancilleres de 15 países latinoamericanos y los secretarios generales de la ONU y la OEA, integrantes del comité de verificación de ese plan, han concluido en Washington que la paz avanza en Centroamérica y aceptan que Nicaragua no tiene que porier en práctica la amnistía hasta que Honduras expulse a los contras y EE UU suspenda su ayuda a los rebeldes.

Hasta que el Gobierno norte americano se una a las negociaciones, a nivel de ministros de exteriores, Reagan dijo que consultará, "estrechamente" con los rebeldes. Pero no habló de solicitar ayuda para la contra, petición que parece haber congelado al menos hasta enero. Explicó que la participación de EE UU en el diálogo regional no es un sustituto de la negociación entre los propios centroamericanos ni de la que deben realizan los sandinistas y los contras.

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La Administración de Reagan acepta en principio como "signo positivo" la negociación indirecta entre Nicaragua y los rebeldes, que legitima políticamente a estos, pero la calificó de "comienzo" y dijo que el siguiente paso debe ser una negociación "directa" y política.

Reagan apareció ante la OEA como hombre de paz, que acepta los acuerdos de Guatemala, que hasta ahora ha calificado de "absolutamente equivocado", y que hoy quiere que se cumplan en su totalidad.

Reagan advirtió: "Hemos sido muy pacientes concediendo al proceso de paz tiempo para cuajar y ahora nos dicen que el plazo definitivo se prorroga hasta mitad de enero. No debemos dejar que este proceso se convierta en otra ronda de negociaciones estériles e indefinidas", subrayó. Reagan ha atenuado su beligerancia antisandinista tras la favorable acogida a la aceptación por Ortega del diálogo con la contra.

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