ESCÁNDALO EN WASHINGTON

Nicaragua, ante seis meses decisivos

La debilidad operativa de Reagan causa alarma en Honduras, que alberga a 10.000 'contras'

JOSÉ COMAS La crisis en el Gobierno norteamericano por el desvío a la contra nicaragüense de fondos procedentes de la venta de armas a Irán, las recientes escaramuzas fronterizas con implicación directa de los Ejércitos de Honduras y Nicaragua y la obligación de la guerrilla antisandinista de justificar los 100 millones de dólares (unos 13.400 millones de pesetas) recibidos de EE UU crean un panorama que en los próximos seis meses puede tener consecuencias decisivas para el conflicto centroamericano.

La situación de Ronald Reagan, cuyo equipo de colaboradores más próximos está siendo de...

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JOSÉ COMAS La crisis en el Gobierno norteamericano por el desvío a la contra nicaragüense de fondos procedentes de la venta de armas a Irán, las recientes escaramuzas fronterizas con implicación directa de los Ejércitos de Honduras y Nicaragua y la obligación de la guerrilla antisandinista de justificar los 100 millones de dólares (unos 13.400 millones de pesetas) recibidos de EE UU crean un panorama que en los próximos seis meses puede tener consecuencias decisivas para el conflicto centroamericano.

La situación de Ronald Reagan, cuyo equipo de colaboradores más próximos está siendo desmantelado por el escándalo; una nueva mayoría contraria al presidente en las dos Cámaras; y la Prensa norteamericana convertida de nuevo en fiscalizadora de todo, como en los días de Vietnam o del Watergate, dejan pocas posibilidades de maniobra a un Reagan que comienza el último año realmente operativo de su mandato. El año 1988 estará ya marcado por la lucha por la sucesión presidencial.Esta debilidad operativa de Estados Unidos causa alarma en Honduras, que empieza a palpar como una realidad la visión, solamente esbozada los últimos años, de que se establezca dentro del país, y de forma permanente, un ejército de 10.000 contras armados, sin ayuda ni posibilidades de hacer nada en Nicaragua. La perspectiva de un ejército de facinerosos en busca de sustento horroriza a Honduras, que empieza a presionar para que la contra salga a su lógico destino: combatir en Nicaragua.

El presidente hondureño, José Azcona, parece haber dado una especie de ultimátum para que la contra abandone su país en los próximos meses. Dentro de la necesidad de limpiar Honduras de fuerzas extranjeras encajan los enfrentamientos con el Ejército Popular Sandinista (EPS) de primeros de mes. Azcona comunicó al presidente nicaragüense,Daniel Ortega, que se habí¿racabado la tolerancia y que el EPS debía abandonar Honduras, donde desde la pasada primavera, persigue impunemente a los contras.La última oportunidadEntre los analistas del conflicto, la convicción de que los contras no tienen nada que hacer frente a los sandinistas cobra cada vez más fuerza. Recientemente, un funcionario norteamericano se preguntaba cómo es posible que la guerrilla salvadoreña sea fuerte sin la ayuda de EE UU, en tanto que la contra no ha ocupado ni un kilómetro cuadrado de la Nicaragua que pretende liberar.

Para los contras, el próximo medio año representa su última oportunidad. Ahora recibirán la ayuda de los 100 millones de dólares que no parece probable que vaya a ser renovada en el nuevo Congreso norteamericano. La estación seca, que ahora llega, es la época ideal para una operación militar de mayor envergadura contra Nicaragua.

Pocos creen en las posibilidades de éxito de la contra, a pesar de la ayuda de EE UU. Tras las consiguientes mordidas de unos y otros, sólo servirá para una operación espectacular, que podría consistir en una ocupación de alguna parte de territorio' nicaragüense -probablemente en la costa atlántica- para, desde allí, pedir ayuda a EE UU. Incluso esta operación es dudosa y podría concluir con una derrota de la contra.

Las recientes escaramuzas fronterizas han servido para que Honduras pusiese a prueba si Estados Unidos está dispuesto a ayudar al Ejército hondureño en su tarea de limpiar el país. Washington presta apoyo logístico para el transporte de tropas hondureñas a la frontera. Esto sirve como señal de que EE UU manifiesta una voluntad de ayuda al aliado hondureño y, al mismo tiempo, abre una peligrosa perspectiva, que llevaría a una nueva variante de intervención norteamericana directa en el conflicto. Ante un eventual enfrentamiento bélico directo entre Honduras y Nicaragua, que sería relativamente fácil de provocar, la petición de ayuda a Estados Unidos vendría de Honduras, un país aliado. Esto tiene un peso mayor que si lo hace un grupo de las fuerzas irregulares de la contra.

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Este modelo de intervención cuenta con el obstáculo del escaso deseo de Honduras y su Ejército de verse implicados en una guerra que no es la suya, pero siempre queda abierta la posibilidad de construir una provocación suficiente.

Estas diferentes variantes estarán en juego los próximos seis meses, que parece ser el límite para una solución.

Guerra útil

Hasta ahora, la guerra tenía una utilidad para casi todos, menos para los directamente afectados. Meses atrás, un ministro salvadoreño exponía al corresponsal de este periódico la situación económica de El Salvador. Del análisis se deducía que sólo los dólares de Washington sostenían a duras penas la economía del país. Ante el comentario "según esa argumentación, si no existiesen los sandinistas, ustedes tendrían que inventarlos", el ministro reconoció: "Así es".

Algo similar ocurre con Honduras y Costa Rica. El fantasma del sandinismo, convenientemente agitado, ha servido para atraer los dólares de Washington, que sirven también para sostener una contra, de la que más de uno sospecha que se trata de un ejército de ficción.

El drama parece acercarse al desenlace, que se presenta favorable para los sandinistas, tras la evolución de los últimos meses, a no ser que Estados Unidos consiga construir un caso de guerra que haga posible una intervención directa.

Hasta ahora, los sandinistas han sabido convertir la necesidad en virtud. La guerra de agresión que padece Nicaragua ha sido utilizada por el sandinismo como factor de movilización interior para conseguir un apoyo al régimen; ha servido para enmascarar y justificar los desastres económicos y, sobre todo, ha legitimado la creación de un formidable ejército y aparato de seguridad en Nicaragua.

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