La declaración de la renta de dos catedráticos

José Luis Sampedro es escritor, pero son muchos los estudiantes que le han conocido antes como catedrático de Economía y especialista en temas hacendísticos. Él mismo recordó este hecho para añadir que no entendía nada de la declaración sobre la renta y que, inevitablemente, la pasaba a un especialista. Quien, en cambio, sí hace su propia declaración de renta es Gonzalo Torrente Ballester, también escritor y también catedrático, pero de Literatura.Torrente Ballester explicó su sistema: primero recibe todas las liquidaciones que le hacen desde la SGAE hasta las editoriales. Acto seguido procura...

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José Luis Sampedro es escritor, pero son muchos los estudiantes que le han conocido antes como catedrático de Economía y especialista en temas hacendísticos. Él mismo recordó este hecho para añadir que no entendía nada de la declaración sobre la renta y que, inevitablemente, la pasaba a un especialista. Quien, en cambio, sí hace su propia declaración de renta es Gonzalo Torrente Ballester, también escritor y también catedrático, pero de Literatura.Torrente Ballester explicó su sistema: primero recibe todas las liquidaciones que le hacen desde la SGAE hasta las editoriales. Acto seguido procura perder esas mismas liquidaciones y, cuando tiene que rellenar el fatídico impreso, intenta reconstruirlas de memoria, eso sí, "tirando por alto". Torrente Ballester está seguro de que paga más al Estado de lo que debiera, pero lo prefiere, afirmó, a convertirse en contable.

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Ya hablando de otros asuntos, José Luis Sampedro utilizó una metáfora para definir las relaciones entre editor y autor que hizo fortuna. Para Sampedro es algo parecido a un matrimonio que quiere tener descendencia, por lo que está condenado a entenderse aunque nunca pueden evitarse algunas desavenencias y pequeñas discordias. Inmediatamente aseguró que se encontraba muy a gusto desde que, tras sucesivos divorcios editoriales, decidió contraer nupcias con Jaime Salinas, presente en la sala.

Jorge Herralde hizo en su intervención una defensa de la figura del editor, en el sentido sajón del término, que no fue del todo compartida por los presentes, mientras que Isabel Monteagudo defendió su profesión de agente literario.

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