Chile celebra una doble ornada de protesta que la oposición espera sirva para acelerar la democratización del país

Los chilenos iniciarán hoy su novena protesta a escala nacional contra el régimen militar del general Augusto Pinochet convencidos de que ésta es la única acción que podría precipitar un cambio hacia la democracia, como han manifestado los organizadores al elaborar el eslogan Sin protesta no hay cambios.

La protesta que comienza hoy tendrá por primera vez una duración de dos días, el primero de los cuales incluirá el clásico sonar de cacerolas y diversos actos de desobediencia civil, mientras que para el segundo se ha programado un ensayo general de huelga nacional, a la que ya se han a...

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Los chilenos iniciarán hoy su novena protesta a escala nacional contra el régimen militar del general Augusto Pinochet convencidos de que ésta es la única acción que podría precipitar un cambio hacia la democracia, como han manifestado los organizadores al elaborar el eslogan Sin protesta no hay cambios.

La protesta que comienza hoy tendrá por primera vez una duración de dos días, el primero de los cuales incluirá el clásico sonar de cacerolas y diversos actos de desobediencia civil, mientras que para el segundo se ha programado un ensayo general de huelga nacional, a la que ya se han adherido los estudiantes, comerciantes, algunos gremios del transporte y múltiples sindicatos."No nos gusta la protesta, pero es la única forma de obligar a este régimen militar a escuchar la voz del país", resumió el nuevo presidente de la Alianza Democrática, la principal coalición de oposición, el socialdemócrata Mario Sharpe, quien inició ayer su período rotativo de dos meses al frente de la Multipartidaria.

Las palabras de Sharpe eran resultado de los más de 70 muertos y centenares de heridos que se han registrado en las ocho protestas anteriores, que comenzaron en mayo del año pasado, y han provocado por primera vez en la década de la dictadura militar un cambio profundo en. la situación política a favor de la oposición. La jornada de protesta que se inicia hoy ha estado precedida de incesantes amenazas del Gobierno de emplear toda su fuerza para impedir lo que denomina "actos vandálicos que alteran la paz social y el orden público".

"Estamos preparados para repetir el 11 de septiembre, si fuera necesario", advirtió hace dos semanas el general Augusto Pinochet, recordando la fecha de 1973, en que protagonizó un cruento golpe de Estado contra el Gobierno constitucional del socialista Salvador Allende.

Pocos días después de la anterior advertencia, Pinochet reiteró que "estamos en una guerra a muerte contra los comunistas", mientras sus servicios de seguridad daban muerte a nueve hombres en una sola y violenta jornada, la del 23 de agosto, acusándolos de extremistas y de enfrentarse con armas a la policía.

Por primera vez bajo la dictadura, sin embargo, el arzobispo de Concepción -ciudad industrial a 500 kilómetros al sur de Santiago, donde se produjeron tres de las nueve muertes- se declaró públicamente incrédulo ante la versión oficial y pidió a la justicia designar un juez especial para investigar los hechos. "Por los datos que nosotros tenemos y por las versiones de los testigos, aquí no hubo enfrentamientos armados. Lo que hubo fue un asesinato", dijo el arzobispo José Manuel Santos refiriéndose a la violenta jornada.

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Enajenarse apoyos

Pinochet, entre tanto, ha colaborado con la protesta empujando hacia las filas de la oposición a partidos de derecha que hasta hace unos meses le apoyaban esperando que se decidiera a acelerar la transición hacia la democracia. Un pequeño partido de derecha, el liberal, ya entró hace una semana en la Alianza Democrática, mientras que el más importante de la derecha, el Partido Nacional, se desligó hace un mes de una alianza política proclive a Pinochet para declararse independiente y crítico del Gobierno.

En respuesta, Pinochet se volcó hacia grupos nacionalistas de carácter fascista y anunció que dentro de poco encabezará un amplio movimiento nacional de apoyo a su gestión. El general también cerró la posibilidad de establecer un Congreso antes de 1989 (la fecha en que debe culminar su mandato) y se declaró contrario a la legalización de los partidos políticos, en contradicción con una ley sobre el tema que él mismo había enviado a la Junta Militar del Gobierno.

El movimiento de oposición, en tanto, se ha visto fortalecido por acciones de resistencia civil y popular que permiten prever un amplio apoyo a la presente jornada de protesta. Una serie de huelgas parciales y manifestaciones antigubernamentales se han realizado en las últimas semanas en sectores obreros de Santiago, Valparaíso y Concepción, organizadas por el Movimiento Democrático Popular, que agrupa a una fracción de los socialistas, a los comunistas y al Movimiento de Izquierda Revolucionaria. Tres dirigentes comunistas que hace un mes fueron expulsados del país por Pinochet se negaron a exiliarse en ninguna otra nación y presionaron hasta obligar al régimen a recibirlos de nuevo en Chile, en la primera presión con éxito de este tipo bajo la dictadura.

Otro grupo de seis dirigentes izquierdistas cuya entrada en el país está prohibida por el régimen y que lleva casi 11 años de exilio se juntó en Buenos Aires el viernes pasado para intentar una presión similar contra el Gobierno de Pinochet. Ya han sido expulsados dos veces durante el fin de semana, pero ahora en Bogotá preparan un tercer intento.

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