El 'método canguro', para niños prematuros, salva vidas en Colombia

La Unicef lo considera un ejemplo de adaptación de la medicina a los países en vías de desarrollo

Durante muchos años la mitad de los niños prematuros (con un peso al nacer entre los 500 gramos y los dos kilogramos) que eran atendidos en el hospital de San Juan de Dios en la capital colombiana moría. En la actualidad, y gracias a un nuevo enfoque de su tratamiento, el llamado método canguro, sobrevive el 95%. La información ha sido suministrada por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), que cita el método seguido por los doctores Edgar Rey y Héctor Martínez, de la capital colombiana, como ejemplo de la adaptación de la medicina a las necesidades de países en vías de des...

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Durante muchos años la mitad de los niños prematuros (con un peso al nacer entre los 500 gramos y los dos kilogramos) que eran atendidos en el hospital de San Juan de Dios en la capital colombiana moría. En la actualidad, y gracias a un nuevo enfoque de su tratamiento, el llamado método canguro, sobrevive el 95%. La información ha sido suministrada por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), que cita el método seguido por los doctores Edgar Rey y Héctor Martínez, de la capital colombiana, como ejemplo de la adaptación de la medicina a las necesidades de países en vías de desarrollo.En síntesis, el método, muy simple, se basa en no utilizar las costosas incubadoras para los niños prematuros. Nada más nacer, los niños son atados a sus madres de forma permanente, en contacto directo con ellas, lo que les proporciona tanto el calor necesario para mantener constante su temperatura como el alimento más adecuado, la leche materna.

La conveniencia de que el niño tome la leche materna desde su nacimiento ya es conocida por los neonatólogos. La protección inmunológica que les proporciona, según el doctor Rey, elimina los riesgos de infección a que se encuentra sometido un niño cuando es sacado repentinamente de la incubadora y situado en el ambiente, a menudo escasamente higiénico, de una vivienda pobre.

Como un marsupial

"Además, en una incubadora el niño permanece en una situación demasiado tranquila. No se le estimula, no oye voces, ni sonidos, ni nadie lo toca. Y sabemos lo vitales que son esos primeros momentos después del parto para establecer una relación normal entre madre e hijo", continua el doctor Rey, que señala que decidieron apartarse de la medicina ortodoxa en su tratamiento de los niños prematuros. Primero pasaron a dar leche materna a los niños y luego permitieron que las madres los amamantaran directamente, lo que hizo disminuir drásticamente el número de infecciones gastrointestinales."Entonces vimos que lo mejor era sacar a los niños cuanto antes de la atmósfera llena de gérmenes del hospital", señala este médico colombiano. "Consideramos al recién nacido como un marsupial, que depende de su madre, y le enseñamos que debe dejarlo junto a su pecho, amamantarlo siempre que lo pida y estimularlo mediante la voz, su canto e incluso su propio ritmo cardiaco. Una vez que hemos comprobado que el niño no sufre de nada más que de falta de peso mandamos al niño y a su madre a casa. Un niño que pesa 1.700 gramos o más sale del hospital en 48 horas normalmente, aunque los de menor peso pueden permanecer hasta 12 días. Antes de darle el alta enseñamos a la madre la importancia del amamantamiento y del control de la temperatura. Estas conversaciones con las madres son absolutamente esenciales para que nuestro método funcione. Las madres deben traer al niño a revisión cada semana y reciben instrucciones muy estrictas de traer al niño al hospital si observan cualquier anomalía en su salud".

La doctora Karin Edström, especialista sueca en obstetricia, que trabaja en la OMS en Nueva York, ha señalado que la experiencia de Bogotá es importante para los países en desarrollo pero todavía más para el mundo industrializado, donde el cuidado de los niños prematuros se está convirtiendo en deshumanizado y demasiado tecnocrático.

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