Crítica:TEATRO

Elogio de la resistencia

Un pueblo fronterizo invadido por el enemigo: saqueos, violaciones, matanza de jóvenes. Grupos de ancianos quedan recluidos en algunas casas, y una de ellas es el escenario. Deciden matar a sus carceleros (cada casa, el suyo), apoderarse de sus armas y, con ellas, acabar con la guarnición ocupante. Sin esperanzas: al día siguiente llegarán más soldados y les fusilarán a todos. Pero Un día de libertad -título y compendio de la obra- merece la pena.La tesis de la obra puede encontrarse un poco en el programa, donde el autor dice que "eso de que la libertad es patrimonio de los partidos po...

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Un pueblo fronterizo invadido por el enemigo: saqueos, violaciones, matanza de jóvenes. Grupos de ancianos quedan recluidos en algunas casas, y una de ellas es el escenario. Deciden matar a sus carceleros (cada casa, el suyo), apoderarse de sus armas y, con ellas, acabar con la guarnición ocupante. Sin esperanzas: al día siguiente llegarán más soldados y les fusilarán a todos. Pero Un día de libertad -título y compendio de la obra- merece la pena.La tesis de la obra puede encontrarse un poco en el programa, donde el autor dice que "eso de que la libertad es patrimonio de los partidos políticos es una de las mayores estupideces que he escuchado en la vida" y en la acusación al pacifismo -"la paz es una estafa", dice un personaje- cuando lo utiliza el ocupante para no renunciar a lo ocupado. Obra, pues, de temple heroico.

Un día de libertad, de Pedro Mario Herrero

Intérpretes: José Sazatornil, 'Saza', Julia Martinez, Cleta Claver, Alberto Bové, Enrique Navarro, Maruja Carrasco, Ángel Román, Paco Bernalt, Ramón Langa y Carmen Varela. Dirección de Cayetano Luca de Tena. Estreno: Teatro Beatriz, 22 de septiembre de 1983.

Evitar la emoción

Algunos espectadores pueden encontrarse particularmente molestos no sólo con el relato de las atrocidades del enemigo -sin definir: puede ser cualquier ocupante- sino por la escena en que se seduce, engaña, embriaga y traiciona al joven soldado del contingente, joven sacado de su aldea y llevado a una guerra que le aterroriza, para envenenarle y acuchillarle. Serán, probablemente, pacifistas esos espectadores. En todo caso, la frialdad misma de la obra y su representación evitan cualquier emoción profunda.La dispersión del tema central se hace buscando otro: la sexualidad. Los viejecitos resistentes se descubren unos a otros sus antiguas relaciones sexuales, sus adulterios, sus pasiones y sus represiones. Llega a ser una obsesión.

Se entiende que la acción y la filosofía de Un día de libertad son cortas, y que al público puede interesarle y prenderle el viejo chisme y el elogio de la libertad de amar. Una suposición.

Cayetano Luca de Tena -al que debía haberse recordado más en estas actuales conmemoraciones del teatro Español, donde realizó una larga e importante obra de restauración teatral- dirige con frialdad y oficio; equilibra en el reparto a actores como Julia Martínez, Alberto Bové, Enrique Navarro y Maruja Carrasco; a grandes expertos de la naturalidad -teatral- como son José Saza Sazatomil y Queta Claver.

Todos, especialmente estos dos últimos, tuvieron su premio en las ovaciones del público, al caer el telón.

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