La verdad en Argentina

Cuando el mundo se fija en el pueblo argentino es frecuentemente para deplorar su adicción a los mitos de destino nacional. En la actualidad, no obstante, un pueblo desencantado busca conocer la verdad llana y lisa sobre los miles de personas que han desaparecido en los últimos siete años de Gobierno militar.La información sobre 6.000 desaparecidos, quizá 30.000, es ocultada por quienes más saben: las autoridades militares. Preparadas para entregar el poder a los civiles, parecen más preocupadas por proteger a sus camaradas militares que por proteger al país de más anarquía y represión....

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Cuando el mundo se fija en el pueblo argentino es frecuentemente para deplorar su adicción a los mitos de destino nacional. En la actualidad, no obstante, un pueblo desencantado busca conocer la verdad llana y lisa sobre los miles de personas que han desaparecido en los últimos siete años de Gobierno militar.La información sobre 6.000 desaparecidos, quizá 30.000, es ocultada por quienes más saben: las autoridades militares. Preparadas para entregar el poder a los civiles, parecen más preocupadas por proteger a sus camaradas militares que por proteger al país de más anarquía y represión.

La Junta ha relacionado las desapariciones con los servicios de las fuerzas armadas, implicando que tales actos exceden a la competencia de los tribunales civiles. Una promesa de proporcionar nuevas noticias a los familiares de las víctimas se ha demostrado un fraude cruel; a los familiares que han acudido a las oficinas del Gobierno no se les ha dicho nada nuevo. Corren rumores de que se va a proclamar una amnistía que absuelva a todos los implicados.

Argentina era un país ingobernable cuando los militares accedieron al poder en 1976. ( ... ) Aunque prácticamente no hay familia que no haya conocido al menos una víctima, una nación traumatizada por años de anarquía ansiaba ver la ley subordinada al orden.

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La culpa o inocencia de la mayoría de los sospechosos quizá no lleguen a conocerla nunca sus supervivientes. Es muy posible que jamás la conociesen sus secuestradores. No hubo juicios, ni reglas, ni explicaciones.

No es del todo justo que la responsabilidad moral se atribuya exclusivamente a las fuerzas armadas. En cierto sentido, la Junta actuó como agente de la nación, que tributó una favorable acogida a su toma de poder. Pero un momento sereno de transición constituye una inigualable ocasión para hacer un balance de la actuación judicial. No aprovecharla significaría legitimar una nueva serie de mitos destructivos.

14 de mayo

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