Tribuna:Cuestiones pendientes de la cultura española

Diversos signos de alarma

Entro mis más arraigadas ignorancias se cuenta la de no saber para qué sirve un Ministerio de Cultura. Quizá porque durante la última dictadura lo supimos intolerablemente bien. La mediocre política de ese departamento en los años democráticos ha sido compensada por su rutinaria actividad. Ahora ha llegado el momento de apercibirnos. Un ministro visitador, un programa cargado de buenas intenciones y una voluntad de esfuerzo son signos alarmantes.Es de temer que pretenden culturizarnos a todos, y sin tardanza. Por si no fuese suficiente, mucho me temo que pretendan ayudar, fomentar y estimular ...

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Entro mis más arraigadas ignorancias se cuenta la de no saber para qué sirve un Ministerio de Cultura. Quizá porque durante la última dictadura lo supimos intolerablemente bien. La mediocre política de ese departamento en los años democráticos ha sido compensada por su rutinaria actividad. Ahora ha llegado el momento de apercibirnos. Un ministro visitador, un programa cargado de buenas intenciones y una voluntad de esfuerzo son signos alarmantes.Es de temer que pretenden culturizarnos a todos, y sin tardanza. Por si no fuese suficiente, mucho me temo que pretendan ayudar, fomentar y estimular la creación en general y en particular la creación literaria.

Desalentar al joven

El mecenazgo administrativo (que por naturaleza desdeña la naturaleza de la lectura y de la escritura) es proclive a desalentar al joven, a envanecer al viejo, a aupar al tonto y a aburrir a los potenciales lectores.

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Si no fuese porque los de la televisión ya se encargarán de que así no sea, los de Cultura pueden acabar fomentando la adicción televisiva. La literatura no exige otra ayuda que la libertad. Para premiar, difundir y confundir o acertar están los editores. Para becar, el Ministerio de Educación. Para elevar el nivel cultural, los departamentos económicos. Y para la cuestión esa de la vanidad, las academias. Todo lo demás suelen ser enredos.

Ese contumaz empeñó de conciliar administración y cultura, cuando no es interesado, resulta patéticamente inútil e infantil, con la torva inocencia de quienes se empeñan en mediatizar un oficio ajeno. Pero ¡si escribir es precisamente estar solo ... ! Y leer, una costumbre que ni se impone ni se inventa. En consecuencia, respetuosamente pido al ministro y a sus altos colaboradores que visiten y que trabajen mucho, eso sí, pero que hagan lo menos posible.

Juan García Hortelano escritor, es autor de Gramática parda y últimamente ha reeditado su novela El gran momento de Mary Tribune.

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