Morir en Buenos Aires

Apretados por la multitud, los líderes políticos comenzaban a abandonar el obelisco que se yergue en medio de la plaza de Mayo, donde depositaron flores y entregaron a los periodistas el documento suscrito por los partidos. Y en ese momento, cuando comenzaba lentamente la desconcentración, se produjo el primer estallido de una bomba de gases. Al estruendo le siguieron otros, sonaron disparos de armas automáticas, se encendieron fogatas para contrarrestar los efectos del gas. Se desató el pánico y las carreras. La policía cargó a caballo.Y cuando ya la plaza de Mayo había. quedado humeante y de...

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Apretados por la multitud, los líderes políticos comenzaban a abandonar el obelisco que se yergue en medio de la plaza de Mayo, donde depositaron flores y entregaron a los periodistas el documento suscrito por los partidos. Y en ese momento, cuando comenzaba lentamente la desconcentración, se produjo el primer estallido de una bomba de gases. Al estruendo le siguieron otros, sonaron disparos de armas automáticas, se encendieron fogatas para contrarrestar los efectos del gas. Se desató el pánico y las carreras. La policía cargó a caballo.Y cuando ya la plaza de Mayo había. quedado humeante y desierta, varios testigos vieron cómo un automóvil marca Ford y modelo Falcon, de los usados por los grupos parapoliciales, llegó velozmente hasta las puertas del histórico cabildo, ubicado en el otro extremo de la plaza.

Uno de sus cuatro ocupantes, un hombre moreno, de unos cuarenta años y 1,75 metros de estatura, vestido con una camisa de mangas cortas, color verde a cuadros, fuera del pantalón, bajó del automóvil y le gritó a un joven que huía: "Para o te mato".

El joven intentó correr hacia la plaza, y en ese momento su perseguidor le disparó desde cinco metros de distancia. El joven, herido, cayó en la calle. El agresor se acercó, lo levantó con una mano, tomándole del cinturón, y le dejó caer. Subió al auto, que partió sin que las patrullas policiales le interrumpieran el paso.

La víctima, según los testigos, tenía una profunda herida de bala en la espalda, con orificio de salida en el estómago. Un patrullero lo recogió más tarde y lo trasladó al hospital Arjerich, donde ingresó cadáver. Se llamaba Dalmiro Flórez, tenía treinta años, era militante de la Juventud Sindical Peronista, murió en Buenos Aires.

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