Primer 'fin de semana dorado' en la Feria del Libro de Madrid

Ayer fue un fin de semana dorado de la Feria del Libro de Madrid. En los claros que la lluvia dejaba, que fueron bastantes, se congregó en la larga calle de casetas, no solo la gente endomingada a la que, después de todo, va dirigida la feria madrileña, sino también toda la parafernalia que rodea el mundo de los escritores y de la edición.La feria es esta vez un solo paseo de dos aceras de casetas: no hay aquellas incómodas que miraban a los coches del Paseo de Coches, que este año tienen la circulación muy restringida. En mitad de la feria hay un coche, un Seat, que regala la ca...

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Ayer fue un fin de semana dorado de la Feria del Libro de Madrid. En los claros que la lluvia dejaba, que fueron bastantes, se congregó en la larga calle de casetas, no solo la gente endomingada a la que, después de todo, va dirigida la feria madrileña, sino también toda la parafernalia que rodea el mundo de los escritores y de la edición.La feria es esta vez un solo paseo de dos aceras de casetas: no hay aquellas incómodas que miraban a los coches del Paseo de Coches, que este año tienen la circulación muy restringida. En mitad de la feria hay un coche, un Seat, que regala la casa a los compradores de libros, por sorteo. Un editor comenta: "las papeletas que regalamos se las tenemos que comprar a la Seat en tacos de dos mil pesetas. Si se regalan 500.000, la fábrica sacará un millón de pesetas, además de la propaganda. Consecuencia: el coche lo regalamos los editores".

Lo que más se compra es lo firmado: cuando la cara del escritor da realidad al libro, más allá de la mística sin cara de lo escrito. El sábado se llevaron la palma Torrente Ballester y Fernández Ordóñez. También firmaron bastante Luis Antonio de Villena, uno de los pocos poetas españoles que agotan las ediciones, y Juan García Hortelano, que ayer hizo doblete.

Pero el domingo, en realidad, lo coparon tres escritores bien distintos: Gala, Savater y Alberti. A lo mejor esto de las firmas, que es tradición y trae cada día un par de docenas de autores de novedades, resulta ser un termómetro de los gustos populares. Los editores sabrán.

Y hablando de editores, viene el gerente de Argos Vergara desde Barcelona a protestar. "Mi editorial no está en crisis. Ya superamos la del año pasado, que fue fuertecita. Ahora estamos la mar de bien". No se ve en cambio a Mario Lacruz que, con tanto cambiar de editorial, movió los inexistentes genios de la redacción en la última crónica sobre esta feria. El libro de Jorge Semprún, La algarabía, que erróneamente adjudicábamos a su anterior empresa, se publicó en realidad en Plaza y Janés, en una bonita colección que comparte entre otras con El escarabajo, otra importante novedad de esta feria a cuyo autor, Manuel Múgica Lainez, aún no hemos visto pasear por el Retiro, pese a que está en Madrid.

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