Tribuna:Reacciones ante la elección del nuevo papa

Las relaciones Kremlin-Vaticano

La elección del cardenal Wojtyla de Cracovia, el primer eslavo promovido a la Santa Sede, fue una sorpresa para el mundo occidental, pero la sorpresa de los católicos de Europa oriental fue todavía mayor, ya que están acostumbrados a ver a un italiano ocupando el cargo.Las relaciones entre el Vaticano y la Unión Soviética han ido mejorando últimamente. En un viaje reciente a la antigua capital de L¡tuania, Kaunas, fue interesante saber que una antigua y bella iglesia había sido puesta a disposición del seminario. El seminario funcionaba hasta ahora en una diminuta capilla, ya que esta iglesia ...

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La elección del cardenal Wojtyla de Cracovia, el primer eslavo promovido a la Santa Sede, fue una sorpresa para el mundo occidental, pero la sorpresa de los católicos de Europa oriental fue todavía mayor, ya que están acostumbrados a ver a un italiano ocupando el cargo.Las relaciones entre el Vaticano y la Unión Soviética han ido mejorando últimamente. En un viaje reciente a la antigua capital de L¡tuania, Kaunas, fue interesante saber que una antigua y bella iglesia había sido puesta a disposición del seminario. El seminario funcionaba hasta ahora en una diminuta capilla, ya que esta iglesia estaba considerada como monumento artístico. La elección de Juan Pablo I, en agosto, fue bien recibida en este país, pero los soviéticos tardan en reaccionar, y el Papa de Venecia no tuvo tiempo de demostrar su capacidad para mantener y desarrollar las relaciones del Vaticano con la Unión Soviética, aunque se tomó nota en crónicas occidentales de algunos comentarios anticomunistas que había hecho cuando todavía era cardenal de Venecia.

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La reacción oficial soviética acerca de la elección de un Papa polaco está todavía por conocer, pero su popularidad entre los fieles está asegurada, a pesar de que los católicos ocupan el tercer lugar delos grupos religiosos en la Unión Soviética, estando en primer lugar la Iglesia ortodoxa, seguida por los musulmanes. Este nuevo balance religioso se realizó en el año 1939 cuando las fronteras rusas fueron extendidas para incluir el territorio de millones de católicos.

Lituania tenía y todavía tiene una gran población católica, cuya lengua es el polaco. Lo mismo sucede en ciertos territorios de la Rusia Blanca, Ucrania, que antiguamente perteneció a Polonia, y de otros países bálticos. Gran número de polacos fueron desterrados a Siberia por los zares en el siglo XIX, después de varias sublevaciones. Sus descendientes han conservado la refigión católica, continuando el uso del latín o polaco en sus ritos. Este eslabón que los ha mantenido unidos a Polonia hará que Juan Pablo II sea recibido con un extraordinario entusiasmo por ellos. Considerarán al Papa como uno de ellos, solamente porque su nacionalidad es polaca, no francesa o italiana.

Estos católicos, sin embargo, no son los únicos en la URSS. Existía otro numeroso grupo desde hace cuatrocientos años, conocido como la Iglesia uniate, que reconocía la autoridad del Papa, pero mantenía al mismo tiempo la mayoría de los ritos andritas de los ortodoxos rusos. Desde 1946 fueron incorporados a la Iglesia ortodoxa.

El papa Juan Pablo II podría aportar mucho para completar el establecimiento de buenas relaciones entre el Kremlin y el Vaticano, lo cual beneficiaría a la larga no sólo a los católicos rusos, sino también al mundo cristiano en general. Su experiencia en la Polonia comunista y el conocimiento de sus problemas en general, así como de los problemas con que se enfrenta el mundo cristiano en Europa oriental, son factores que darán al Papa gran ventaja. También tiene gran experiencia personal en el trato con los comunistas, y su extenso conocimiento del idioma y la cultura y la literatura rusas harán posible que, por primera vez en muchos siglos, católicos del Este podrán hablar fácilmente con un Papa que conoce sus idiomas, sus problemas y sus límites respecto a los Estados comunistas.

Releyendo la historia y los padecimientos de los creyentes bajo el régimen comunista, es de esperar que Juan Pablo II no se crea obligado a vengarse del pasado, usando surecién adquirido poder para empeorar las relaciones con el mundo comunista en lugar de mejorarlas.

El patriarca ruso será representado en la coronación de Juan Pablo II por el obispo Juvenale, que partirá hacia Roma el 19 de octubre. Este obispo es el encargado de las relaciones exteriores de la Iglesia ortodoxa rusa y fue quien asistió a los funerales de Juan Pablo I.

Monseñor Stanislaw Mozheiko, líder de la comunidad católica en Moscú, se halla en Roma, pero su feligresía fue dirigida en su ausencia, en sus oraciones por la elección del nuevo Papa, por un sacerdote católico llegado a la URSS desde Vietnam.

* Víctor Louis autor de este artículo, es uno de los portavoces oficiosos más cualificados de la autoridad de Moscú. Relaciones públicas del Kremlin, corresponsal de la prensa británica y colaborador de importantes rotativos del área occidental, en EEUU y Francia, Louis es un buen conocedor de la política internacional, vista desde la perspectiva moscovita. Algunos observadores le señalan como importante personaje en los servicios de información soviéticos y la revista Cambio 16 en su último número -secuestrado- le acusaba de ser uno de los jefes de la KGB.

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