Tribuna:

Entre el petróleo y la guerra fría

Tanto en la CEE como en Estados Unidos empieza de nuevo a temerse, que las fricciones entre las potencias industriales y los países productores de petróleo, puedan agravar los «factores residuales» de la antigua guerra fría entre Occidente y la Unión Soviética, e incluso determinar el congelamiento definitivo de la «detente». No se trataría, en ese caso, de un enfrentamiento entre el «norte» y el «sur», es decir, entre «ricos y «pobres», como muchos comentaristas lo sugirieron en 1975, sino de una complicación de la situación estratégica de cada una de las superpotencias y de sus correspondien...

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Tanto en la CEE como en Estados Unidos empieza de nuevo a temerse, que las fricciones entre las potencias industriales y los países productores de petróleo, puedan agravar los «factores residuales» de la antigua guerra fría entre Occidente y la Unión Soviética, e incluso determinar el congelamiento definitivo de la «detente». No se trataría, en ese caso, de un enfrentamiento entre el «norte» y el «sur», es decir, entre «ricos y «pobres», como muchos comentaristas lo sugirieron en 1975, sino de una complicación de la situación estratégica de cada una de las superpotencias y de sus correspondientes órbitas geopolíticas, que antes o después, corno lo ha insinuado recientemente el señor Kissinger en el Instituto de Estudios Estratégicos de Londres, podría conducir a una nueva forma de disputa entre ellas.El 16 de agosto, el ministro de Minas e Hidrocarburos de Venezuela, Valentín Hernández, reveló que la OPEP se dispone a hacer «ajustes significativos» en los precios de los crudos durante 1977. En Bruselas, los expertos sostienen que las alzas serían del orden del 10 al 15 por 100.

Pero en el anuncio de Hernández hay un punto aún más interesante. El representante de Venezuela -y Venezuela es uno de los miembros significativos de la OPEP- anticipó que la organización proyectaba crear un mecanismo por el cual se pondrían en marcha alzas «automáticas» en los precios de los crudos, que responderían -subrayó- a los aumentos que se vayan registrando en el valor de los productos manufacturados importados por los socios de la OPEP. El plan recoge, evidentemente, las tesis presentadas por el grupo de naciones «pobres» más radicales durante la conferencia internacional sobre energía y materias primas (norte-sur), iniciada en diciembre en París y que hoy languidece en una maraña de comisiones y subcomisiones que trabajan en distintas ciudades europeas.

Muchos de los productores de crudos -Indican los expertos de la CEE - ligados por acuerdos militares o políticos a la Unión Soviética o a Estados Unidos, se lanzarían así a una política unilateral, sin «concertación» con Washington ni Moscú, que desataría el caos en la economía europea, lo cual a su vez, destruiría las bases -según explicó el profesor norteamericano, M. A. Adelman, uno de los más severos críticos de la OPEP- dé toda posibilidad de equilibrio entre los bloques. «Una intervención militar directa de Europa o Estados Unidos en Oriente Medio o en otras zonas petroleras, marcaría el comienzo de otra guerra fría y el desarrollo de un concepto económico exclusivamente militar, tanto en el área del Pacto de Varsovia corno en el de la OTAN».

Cohesión de la OPEP

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El mismo profesor Adelman apuntó, que ya no se puede contar con dos de los factores con los que se ha especulado hasta hace poco en Europa: el distanciamiento efectivo de los productores en relación con la URSS, y el debilitamiento de la OPEP. «Los elementos de fortaleza de la OPEP -afirmó Adelman- son ahora mucho más importantes que los de debilidad. Para conservar la cohesión del organismo, a cada uno de sus miembros le basta con evitar actuar por iniciativa propia. Y eso es lo que ya han comenzado a hacer. Además, el ente petrolero goza de otra gran ventaja: la fuerza -y el interés- de las grandes empresas multinacionales, para despejar el mercado y asegurar que la cantidad de crudos en oferta no exceda a la demanda». Ni siquiera si se logra una paz inmediata entre Israel Y los países árabes, la OPEP abandonaria su cartel». Por lo demás, en la OTAN se piensa que las diferencias detectadas a partir de mediados de 1975 entre la URSS y los petroleros, a causa sobre todo, de los precios políticos dados por Moscú a los crudos que vende a Estados Unidos a cambio de cereales, no son más que «coyunturales». «Los objetivos militares y estrategicos de la URSS en Africa y en el Mediterráneo -expresó el señor Brandt- durante su última entrevista con el premier sueco Olof Palme- la condicionan incluso más allá de sus necesidades económicas inmediatas».

Entretanto, los especialistas aseguran que Arabia Saudita, que hasta hoy ha actuado dentro de la OPEP como limitador de lo, recursos petroleros de sus partenaires, podría cambiar totalmente de dirección en los próximos meses, a pesar de la oposición de su ministro Ahmed Zaki Zamina, a cualquier «aumento fantástico» de precios manifestada en la última conferencia de la OPEP. Dentro de dos o tres años -dice el mismo Adelman- Arabia Saudita podría comenzar a utilizar gran parte de su capacidad de producción. Las tensiones que en ese momento aparecerían, en particular entre Ryad, Irán y Venezuela, que son los segundos exportadores mundiales, se harían tan intensas que Arabia Saudita se vería ante la disyuntiva de romper el cartel de la OPEP o plegarse a la política de sus socios. Probablemente, eligiría el segundo camino, puesto que el primero equivaldría al fin de su negocio y al rompimiento con el mundo árabe.

Si así ocurre, la Unión Soviética podría encontrarse de pronto, por primera vez, con «aliados» petroleros unidos y decididos a hacerle una verdadera guerra económica a los países industriales más dependientes de sus crudos, es decir, los «nueve» de la CEE. Quizás la tentación resultaría demasiado grande.

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