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El billete hacia los Juegos Olímpicos que vale 12.000 golpes de raqueta al día

Álvaro Robles es el primer español de la historia en conseguir un metal mundialista en este deporte

Álvaro Robles durante un entrenamiento. En vídeo, el deportista durante su día a día en el Centro de Alto Rendimiento de Madrid.Vídeo: Quique Oñate / Paula D. Molero

Tic-toc, tic-toc, tic-toc… El sonido de ida y vuelta de la pelota golpeando la raqueta y la mesa es hipnótico. Álvaro Robles lleva dos décadas hechizado por él, desde que lo descubrió con nueve años cuando fue a ver a su hermano disputar un partido de tenis de mesa. “Y empecé a acompañarle desde ese momento. Mientras él jugaba, yo me pasaba las horas golpeando la pelota contra el frontón”. Casi 20 años después, aquel niño del barrio onubense de Santa Marta (el de los campeones, luego sabremos por qué) es el primer español que ha conseguido una medalla mundialista en este deporte. Entre medias, una carrera de aprendizaje que le ha llevado por centros de alto de rendimiento de Córdoba, Alemania y Madrid. Con jornadas de entrenamiento maratonianas en las que debe repetir los golpes hasta el desmayo. Tic-toc, tic-toc, tic-toc... Hasta 12.000 veces cada jornada. Ahora trabaja en su siguiente objetivo, la clasificación para los Juegos Olímpicos. Es optimista. Gracias al apoyo económico de LaLigaSports va a poder viajar para competir en torneos internaciones, especialmente en Asia, donde juegan los tenistas más destacados.

Robles recuerda con cariño el Hispanidad de Huelva, el club donde comenzó a dar sus primeros pasos como tenista. Destacó desde muy joven y pronto empezó a encadenar victorias en campeonatos locales y regionales. Tiene un gen ganador que adquirió, asegura, en su barrio natal en Huelva, Santa Marta. “De niño echaba toda la tarde en la calle y cualquier juego se convertía en una competición: llegar el primero a la tienda, doblar la esquina… Creo que crecer en ese ambiente de sana competición te ayuda mucho a la hora de competir a nivel profesional”, relata. Él no es el único mundialista de este barrio plagado de deportistas de éxito. Carolina Marín (tres veces campeona del mundo de bádminton y oro olímpico en Río 2016) correteó por sus calles prácticamente a la vez que Robles. Y una década antes lo hizo Emilio Martín (tricampeón mundial de duatlón).

A los 15 años, Robles decidió trasladarse al centro de Tecnificación Deportiva de Tenis de Mesa de Priego de Córdoba, un paso vital para, ya con 19 años, dar el salto a Madrid y comenzar a competir en la máxima categoría a nivel nacional: la Superdivisión. Sin embargo, el verdadero punto de inflexión en su carrera fue la decisión de marcharse a Alemania para competir en la Bundesliga (DTTL). “Allí el tenis de mesa está a otro nivel. Es muy común ver a más de 1.000 personas en las gradas animando en los partidos”, comenta Robles.

El deportista Álvaro Robles practica un ejercicio al que llaman 'multibola' y que consiste en devolver pelotas sin parar.
El deportista Álvaro Robles practica un ejercicio al que llaman 'multibola' y que consiste en devolver pelotas sin parar.Quique Oñate / Paula D. Molero

La Bundesliga alemana es una de las más potentes del continente y en ella juegan algunos de los mejores jugadores del ‘ranking’ mundial. Las rutinas de trabajo y la alta competición han permitido que Robles se codee con la élite mundial del tenis de mesa. Cuando llega a Alemania en 2015 el onubense ocupaba la posición 215º del mundo. En estos momentos ocupa la 56º. Él lo tiene muy claro: “Marcharme a Alemania ha sido la mejor decisión de mi carrera”.

El principal responsable de que Robles viajara al país germano fue su antiguo compañero en la selección española Alfredo Carneros, 13 veces campeón de España y primer español en clasificarse para unos juegos olímpicos (Pekín 2008). Él es el actual entrenador de la selección española de tenis de mesa. Carneros también jugó durante cinco años en Alemania y además de ayudarle a tomar la decisión, fue su gran apoyo en los momentos más difíciles: “Hay muchos momentos de soledad, de incertidumbre, en los que las cosas no salen… y yo intentaba ser la bocanada de aire fresco que le ayudaba a continuar peleando. Él tenía muy claro lo que quería y todo lo que ha logrado se lo ha ganado a base de trabajo”.

Actualmente Robles y el resto del equipo trabajan en el Centro de Alto Rendimiento de Madrid (CAR), una decisión que se fraguó con el apoyo de su entrenador y con la complicidad de la Real Federación Española de Tenis de Mesa. Allí las jornadas de trabajo comienzan pronto, sobre las nueve y cuarto, y acaban a las seis de la tarde. Un peloteo entre compañeros da inicio a la sesión, antes de que llegue el reto al que se enfrenta cada día: un cubo con 400 pelotas. A derecha e izquierda, adelante y atrás, el jugador se esfuerza para devolverlas al entrenador sin descanso, habituando al cuerpo a encontrar golpes ganadores de memoria. Al cabo de una hora habrá vaciando siete cubos, casi 30 al cabo de la jornada. “Quería traer aquí todo lo que aprendí en Alemania, su manera de trabajar, para que todo el equipo pudiera aprovecharse de mi experiencia y crear algo bonito en España”, explica.

Algunas de las cerca de 12.000 pelotas que Álvaro Robles golpea cada día.
Algunas de las cerca de 12.000 pelotas que Álvaro Robles golpea cada día.Quique Oñate / Paula D. Molero

“Aquí tenemos todo lo que necesitamos”, dice un atleta que diariamente completa su preparación con ejercicios de fuerza y resistencia, además de sesiones con fisioterapeutas. Una perfeccionada rutina que es posible en instalaciones propias dentro del CAR, un equipo de profesionales al servicio de los tenistas y la ayuda de LaLigaSports que, a través de la Federación, presta un apoyo esencial según cuenta Álvaro: “El apoyo de LaLiga nos permite preparar la temporada con un enfoque más profesional. Poder viajar y competir en los torneos asiáticos era algo que antes no podíamos permitirnos y eso es esencial para lograr los objetivos”.

Los resultados han acabado llegando. Robles llegaba con los deberes hechos a los Mundiales celebrados el pasado abril en Budapest, Hungría. Eliminados en el cuadro individual, tanto Álvaro Robles como su pareja, el rumano Ovidiu Iunescu, pudieron centrarse en el cuadro de dobles con menos presión. El listón estaba puesto en los cuartos de final. Es el partido que da el pase a las medallas y Robles ya se había quedado a las puertas en otras cuatro ocasiones. “Estudiamos perfectamente a los suecos e hicimos el partido perfecto”, recuerda. Un contundente 4-0 y a por los metales. El siguiente escollo eran las semifinales frente a los portugueses. Ionescu y Robles llegaban empatados a tres sets y comenzaron el definitivo perdiendo 4-8. El partido acabó con una remontada épica y terminaron ganando 11-8 y asegurando la primera medalla mundialista para el tenis de mesa español, nada menos que una plata. “Estábamos en una nube”, recuerda emocionado Robles. “Todo el pabellón iba con nosotros en la final contra los chinos, pero esta vez no pudo ser”. Ma Long (número uno mundial) y su compañero Wang Chuqin acabaron llevándose el oro.

Robles espera defender los colores de la selección española en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.
Robles espera defender los colores de la selección española en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.Quique Oñate / Paula D. Molero

El próximo objetivo de Robles es la clasificación para los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. Opta a la clasificación individual y por parejas mixtas, junto a la española Galia Dvorak. No va a ser un camino fácil. Tendrá que puntuar en al menos cuatro torneos internacionales de la ITTF y colocarse entre las ocho mejores parejas o 16 mejores del mundo en el ‘ranking’ individual para jugar el torneo clasificatorio a final de año. Solo los cuatro mejores del torneo se clasifican directamente. Si no lo logra, podrá intentarlo de nuevo en el año olímpico. Álvaro estará jugando hasta el 7 de julio en Corea del Sur, donde ya ha logrado clasificarse para el cuadro final, de ahí volará a Australia y terminará en Bulgaria a finales de agosto. De conseguirlo, sería el undécimo tenista español en clasificarse para una cita olímpica.

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