Reabre el museo de la Guerra Civil de Morata de Tajuña
El centro, que había cerrado sus puertas en abril, vuelve a la vida mientras el Ayuntamiento negocia la apertura de un segundo centro sobre la batalla del Jarama
“Entrad, amigos. El afecto y el pasado reciente os reciben”, reza un cartel que recibe al viajero entre dos cañones de artillería antitanque a la entrada de Morata de Tajuña (Comunidad de Madrid). En abril, cuando el Museo de la Batalla del Jarama del pueblo cerró, nadie pensaba que, pocos meses después, volvería a estar abierto. Este domingo al mediodía, dos requetés y dos alféreces republicanos custodiaba...
“Entrad, amigos. El afecto y el pasado reciente os reciben”, reza un cartel que recibe al viajero entre dos cañones de artillería antitanque a la entrada de Morata de Tajuña (Comunidad de Madrid). En abril, cuando el Museo de la Batalla del Jarama del pueblo cerró, nadie pensaba que, pocos meses después, volvería a estar abierto. Este domingo al mediodía, dos requetés y dos alféreces republicanos custodiaban la puerta del museo revivido, que pasa a llamarse de la Guerra y la Posguerra, y que devuelve a Morata de Tajuña el título de único pueblo con un museo de la Guerra Civil por debajo del Ebro. Los actores disfrazados con ropas de la guerra no eran los únicos entusiasmados con la cita.
“Gracias por el apoyo para que la historia pueda perdurar y pueda ser conservada en este pequeño espacio”, decía Inmaculada González, la hija de Pilar Atance, la dueña del museo, que, con los ojos humedecidos, se confesaba en el salón del restaurante El Cid “entusiasmada”. “Estoy muy feliz de este proyecto, que permitirá a las generaciones futuras ver cómo se vivía en España y ver cómo fue la Guerra Civil, para que no se repita y para que conserven este legado”. Al acto de inauguración, entre el mesón y el museo, asistieron la alcaldesa de Rivas, Aída Castillejo; el alcalde de Colmenar Viejo, Carlos Blázquez, y también los viceconsejeros de la Comunidad de Madrid José Antonio Sánchez (de Presidencia y Administración local) y Luis Martín Izquierdo (de Cultura, Turismo y Deporte).
Autoridades aparte, unas doscientas personas se congregaron a las puertas del museo y pasearon entre los expositores llenos de armas, de las recreaciones etnográficas, medallas, fotografías y periódicos de la época. “Es muy importante que el museo siga abierto, es algo muy significativo para el pueblo. Y para todo el país”, comentaba Cecilia, una de las visitantes, que señalaba a Pilar Atance como la artífice de esta resurrección museística, que ha sido posible por las donaciones de varias colecciones privadas de la zona.
El antiguo museo de Morata se cerró hace meses, después de 25 años abierto, por las desavenencias entre Atance y Goyo Salcedo, dueño de la colección que hasta entonces albergaba este espacio; un conjunto con diferentes tipos de armas y piezas que expertos independientes habían valorado en 500.000 euros. En realidad, y como desveló el alcalde de Morata, Fernando Villalaín, el final ha sido el mejor posible: el museo de Pilar reabre, renombrado como Museo de la Guerra y Posguerra; y la colección de Goyo acabará en unas dependencias municipales y se convertirá en el nuevo Museo del Jarama.
“Ahora habrá dos museos”, cuenta Villalaín: “La colección de Goyo estará primero en el museo de la molinería, donde queremos cederle la mitad del espacio”, cuenta el alcalde, con la voz quebrada, como reclaman las recién terminadas fiestas municipales. Salcedo y el alcalde se reunirán en fechas próximas, y el regidor cree que en un año el segundo museo se podrá visitar. “Hay que hacer una labor de selección de lo mejor de la colección de Goyo, que es inmensa y no cabe toda [se componía de miles de piezas entre armas, balas, y enseres bélicos]. “Espero que haya dos museos, y ojalá hubiera diez”, comenta Atance cuando se le pregunta por este segundo proyecto. “Lo importante es crear oferta cultural y que la gente venga al pueblo”.
No es descabellado pensar que los dos museos sacudirán el turismo local. “En 2023, el turismo dejó en Madrid 16.800 millones de euros”, desgranó el viceconsejero José Antonio Sánchez, paisano del pueblo. “El potencial turístico de la zona es enorme, y sobre todo en turismo cultural”. Sánchez señaló que el 40% de los turistas se alojan fuera de la M-30, señal de que destinos como Morata son cada vez más apetecibles. El museo se enclavará dentro de la ruta de recreación de la Guerra Civil que la empresa Viajes Adictivos organiza por toda España. “En junio del año que viene vendremos a representar la batalla del Jarama”, cuenta Iván Montealegre, dueño de la empresa, que organiza un recorrido similar con la II Guerra Mundial en un trayecto que va de Normandía a Berlín.
De camino al pueblo, en la carretera, sobresale un puño gigante de tono cobrizo. Es el homenaje que el escultor Martín Chirino hizo a las Brigadas Internacionales, que lucharon en la Guerra Civil. Precisamente en los montes que circundan Morata. Durante unos meses, el monumento fue el único vestigio de la batalla. Hasta ahora. “No podemos permitir que los museos cierren. Porque si cierran, se olvida la historia”, dice, a sus 84 años, Atance. En Morata, al menos no cierran, sino que se pueden multiplicar gracias a personas como ella y Goyo Salcedo.