El fin de la Rumania de Ceaucescu visto a través de una niña se alza con el XX premio Tusquets de Novela
La poeta y traductora afincada en Barcelona Corina Oproae debuta como autora de ficción con ‘La casa limón’, la obra galardonada con 18.000 euros
Corina Oproae (Transilvania, Rumania, 51 años) ha dejado de lado su idioma materno y ha cambiado la poesía por la prosa con La casa limón, la obra ganadora del XX premio Tusquets de Novela y su debut como novelista. Poeta y traductora, licenciada en filología hispánica e inglesa, nacionalizada española y afincada en Cataluña desde 1998, Oproae recibe este jueves un galardón que, tal y como señaló Juan Cerezo, director editorial del sello, se ha marcado como objetivo “descubrir nuevas voces y consolidar escritores emergentes”. El premio está dotado con 18.000 euros y la novela llegará a las librerías el próximo 9 de octubre.
El jurado presidido por Antonio Orejudo e integrado por Bárbara Blasco, Eva Cosculluela y la ganadora del año pasado, Silvia Hidalgo, acompañó a la autora y al editor en el escenario de la Casa del Libro en Rambla Cataluña. El acta, leída por Orejudo, destaca la escritura “precisa y evocadora, cruda y onírica” de Oproae y el testimonio que contiene el libro “sobre vivencias históricas de la Europa del Este”. La autora, que tenía 17 años cuando murió Ceaucescu y dejó su país a los 24, explicó que este libro, su debut en ficción, pasó por distintas fases, pero partió de la necesidad que sintió de “desenterrar un mundo que durante año había enterrado dentro de mí”.
Oproae también quiso subrayar la importancia de “no olvidar las lecciones de la historia, algo a lo que la literatura, sin duda, contribuye”. Durante años en sus poemas ella evitaba las referencias al comunismo o “las largas colas para comprar el pan”, sobre las que volvían algunos de sus compañeros de generación. La poesía ha sido un pilar fundamental en la carrera de esta escritora, que confesó que llegó al español enamorada de los versos de los poetas del 27 y al catalán por su admirada Mercè Rodoreda.
La casa limón está narrada en primera persona por una niña que a lo largo de la novela va creciendo, mientras el régimen totalitario del dictador comunista rumano se va desmoronando, pero el contexto político sirve de telón de fondo sin fagocitar la historia de la protagonista, destacó Eva Cosculluela. Oproae subrayó la importancia que en esto tuvo que la historia sea contada por una niña y recordó la pregunta que le planteó su hija Stela tras un largo viaje, un verano por Rumania: “Habíamos visto a amigos y viajado y al volver me dijo que la había gustado mucho, pero ¿de dónde había caído el comunismo?”. Esta novela, como señala en la dedicatoria, trata de responder esa pregunta.
La casa limón del título es, según la autora, el símbolo de ese mundo que se acaba y que la familia de la protagonista no contempla que pueda terminar. “Viví en Rumania como niña bajo ese régimen y lo asumía con absoluta naturalidad. Son los adultos quienes tienen miedo, no los niños”, apuntaba Oproae, que rechazaba que su libro blanquee la historia de aquel régimen dictatorial. La nostalgia es hacia la infancia o la familia, no hacia aquella vida impuesta por el régimen comunista. El novelista Orejudo afirmó que en las páginas de la novela premiada veía su mirada de niño del tardofranquismo, porque La casa limón “cuenta su transformación como niña y la del país”.
Con este libro, Oproae parece ahondar en la veta de nuevos relatos sobre el comunismo en la infancia, en la que han incidido recientemente escritoras como Lea Ypi con Libre (Anagrama), o la flamante ganadora del premio Lumen, Natalia Litvinova, con Luciérnaga. “Todas vivimos en lugares diferentes, pero quizá si compartimos una cierta mirada o ese tratar de buscar cobijo en la literatura para esas vivencias”, reflexionó Oproae.