El cambio climático amenaza al haiku japonés
La desaparición de numerosas palabras relacionadas con los cambios de estación en el uso cotidiano afecta a la poesía tradicional nipona, estrechamente vinculada con los ritmos de la naturaleza
La disrupción de los ciclos climáticos ocasionada por el calentamiento global ha empezado a afectar al haiku, la poesía tradicional japonesa que se inspira en el flujo del tiempo y los ritmos de la naturaleza para construir sus fugaces universos. Conocida como una de las formas poéticas más cortas del mundo, el haiku clásico se compone de tres frases de 5-7-5 sílabas y ...
La disrupción de los ciclos climáticos ocasionada por el calentamiento global ha empezado a afectar al haiku, la poesía tradicional japonesa que se inspira en el flujo del tiempo y los ritmos de la naturaleza para construir sus fugaces universos. Conocida como una de las formas poéticas más cortas del mundo, el haiku clásico se compone de tres frases de 5-7-5 sílabas y debe contener una palabra de temporada llamada kigo, cuya función es crear asociaciones con la estación en la que tiene lugar la escena descrita.
“Esta práctica tiene su origen en la cotidianidad. Cuando encontramos a alguien solemos comentar el tiempo con frases como ¡Qué calor! o ¡A ver si deja de llover!”, declara Toshio Kimura, director general de la Asociación Internacional de Haiku de Japón. Hasta el siglo XVII los poetas japoneses componían poemas colectivos en los que predominaba el carácter ocurrente, y a menudo cómico, de las frases. “La primera estrofa debía incluir una palabra de temporada, a manera de saludo”, continúa el académico, que además es profesor de literatura inglesa en la Universidad Nihon de Tokio. Aquella estrofa inicial, de 5-7-5 sílabas, escrita casi siempre por el poeta más veterano del grupo, cobró protagonismo y con el tiempo se convirtió en un poema autónomo, esencial y sucinto, muy en regla con el minimalismo presente en otras formas culturales niponas. Kimura señala que, dentro de una escena concisa, la palabra de temporada “permite compartir mucha más información y sentimientos sobre la estación, y hace que el poema sea sustancialmente más largo”.
Para explicar cómo una imagen estival como el canto de la cigarra potencia la carga semántica de una poesía corta, Kimura cita uno de sus haikus favoritos, escrito por Matsuo Basho (1644-1694), el máximo representante del género. Una conocida versión libre, traducida por el Nobel de literatura mexicano Octavio Paz y el hispanista japonés Eikichi Hayashiya, dice: “Quietud / los cantos de la cigarra / penetran las rocas”. “Además de remitirnos al calor del verano, la cigarra, que vive solo una semana en su árbol, nos exhorta a vivir con todas nuestras fuerzas”, indica el profesor.
Al igual que la cigarra, existen centenares de nombres de animales, plantas, fenómenos naturales, festividades o alimentos asociados a una temporada a los que el poeta de haiku accede a través de compilaciones llamadas saijiki (crónica anual). Mezcla de canon poético y almanaque climático, muchas entradas del saijiki han empezado a perder vigencia a medida que los cambios medioambientales alteran ciclos de floración, hibernación, reproducción o patrones migratorios.
Preocupado por el impacto del calentamiento global en el hábitat de búhos, osos, cormoranes, grullas y una larga lista de insectos autóctonos de Japón, el científico y poeta Shisei Kubota publicó en 2011 un libro titulado Horobi Yuku Kigo (Palabras de estación que se extinguen). “Mientras enseñaba sobre el medioambiente a mis estudiantes me di cuenta de que estaban desapareciendo muchas palabras adecuadas para cada estación”, declara Kubota, hoy retirado de sus trabajos de ingeniero químico y docente, y miembro de la Asociación de Poetas de Haiku de Ibaraki. El libro señala el uso de pesticidas y el abandono de los cultivos tradicionales como factores que reducen la biodiversidad y amenazan los ecosistemas del archipiélago nipón.
Japón está expuesto a fríos extremos en la región septentrional de Hokkaido y a climas subtropicales en las islas meridionales de Okinawa. En 2023, registró temperaturas medias récord que alcanzaron 1,29 grados más que la media entre 1990 y 2020, según la Agencia Meteorológica de Japón. Las altas temperaturas se prolongaron hasta noviembre y el trastorno que produjeron en un buen número de celebraciones vinculadas a fenómenos como el florecimiento de los cerezos o el cambio de coloración de los arces demostró el fuerte nexo de la cultura japonesa y los cambios de estación.
El profesor Kubota considera que los poetas japoneses de haiku deberían comprometerse más con el medio ambiente. “Sin embargo —se lamenta—, la mayoría no tiene mucho interés en actividades comprometidas y son vistos como ermitaños ajenos a los problemas de la sociedad”.
Por su parte, el profesor Kimura cree que las palabras de temporada y los glosarios saijiki perdurarán como parte de un legado poético. Señala la tendencia a incluir en ellos palabras actuales, algo que ya sucede desde hace tiempo entre los poetas extranjeros que escriben haiku en otros idiomas. El promedio de los japoneses escribe sus primeros haiku en la escuela primaria y sigue en contacto con la poesía a través de programas de radio, televisión, promociones comerciales y un sinnúmero de concursos convocados por empresas, instituciones y medios de comunicación.
El fabricante de bebidas Ito En convoca desde hace 35 años un concurso de haikus entre el público general y elige dos mil cada año para incluirlos en las etiquetas de té verde. La popular competición, cuyos organizadores aseguran haber recibido desde sus inicios más de 43 millones de poemas, no exige palabra de temporada pues el objetivo, según Yukina Kondo, la portavoz del evento, es facilitar la participación de más personas y ampliarlo a las nuevas generaciones.
Existe además un haiku “moderno”, sin la obligación del kigo o la pauta silábica, muy parecido al que millones de practicantes no japoneses escriben en otros idiomas del mundo. En español, el ejemplo más temprano de haiku se atribuye a Juan José Tablada, poeta y diplomático mexicano que vivió una corta temporada en Japón y que en 1919 publicó Un día, el primer libro de poesías en castellano en este formato.
El español Antonio Machado, llamado el “poeta japonés” por su contemporáneo y colega Enrique Díez-Canedo, incluyó poesías breves que recuerdan al haiku en su poemario Soledades (1907). Destaca uno que evoca a la cigarra de Matsuo Basho y que el catedrático de la Universidad de Valladolid Ricardo de la Fuente Ballesteros cita en un ensayo como ejemplo del interés del poeta sevillano en el “poder de sugestión” del haiku y “su similitud con los cantares patrimoniales andaluces”: “Dentro de un olmo sonaba la sempiterna tijera / de la cigarra cantora, el monorritmo jovial, / entre metal y madera, / que es la canción estival”.