Scarlett Johansson: “Trump es un psicópata. Estoy aterrorizada ante lo que pueda pasar en noviembre”
La actriz presenta ‘Fly Me To The Moon’, una comedia romántica producida por ella misma en la que encarna a una publicitaria que vende el lanzamiento del ‘Apolo 11′ a cualquier costa
Tras una noche de evento-estreno de su comedia Fly Me To The Moon, Scarlett Johansson (Nueva York, 39 años) recibe al periodista en una sala del hotel Ritz la mañana del viernes. Ligeramente maquillada, lleva unas gafas grandes, tras las que se ven unos ojos rojos, con los que cualquier usuario de lentillas se solidariza y comprende. Entre las pulseras de su muñeca derecha, aparece una en la que se lee la palabra “mama” compuesta por cubos con letras. Puede que sea un regalo de su hija mayor, Rose, de nueve años. No habrá tiempo para confirmarlo, porque la charla se zambulle en la política y las fake news.
Ambos temas aparecen en Fly Me To The Moon, ambientada a finales de los sesenta, a pocos meses de la llegada de la tripulación del Apolo 11. Johansson da vida a una genio de la publicidad a la que el Gobierno de Nixon contrata por el poco interés mediático despertado por la posible hazaña. Y cuando pone en marcha la maquinaria de promoción, choca con el director de vuelo de la misión (Channing Tatum), con el previsible coleteo sentimental. A mitad de película, a esa publicitaria le encargan falsear en un hangar el alunizaje: mejor una mentira bien narrada que una verdad mal retransmitida.
Pregunta. En la película se habla de un Estados Unidos realmente unido tras una misión, cuando su población compartía sueños, y eso subraya lo alejados que están hoy de aquel espíritu.
Respuesta. Efectivamente, eran otros tiempos. Logramos concentrarnos en respaldar el que me parece el mayor logro de la humanidad. Hoy vivimos en un país fracturado, tanto en la sociedad como en la política. Y así encaramos el mayor riesgo que ha vivido nuestra civilización, el cambio climático. No lo afrontamos unidos y parecemos abocados a la catástrofe.
P. Las fake news no ayudan. ¿Ese guiño a la mentira en la que navegamos en 2024 estaba claro desde un inicio en el guion? ¿Querían que el espectador viera los paralelismos?
R. Sí, era intencionado. Actualmente así se plantea la narrativa, ¿no?, creando puentes con el público. Incluso en una película de ciencia ficción o de superhéroes. La gente quiere relacionarse con lo que ve en la pantalla. Me parece interesante, por ejemplo, cuando contamos un hecho histórico, aunque sea conocido, que entiendas que hay un montón de ti en aquel acontecimiento, que se comprenda cómo el pasado refleja y explica la actualidad.
P. En un momento dado, su asistente en el filme le dice: “Esto nos pasa por trabajar con el Gobierno Nixon”, y cualquiera podría pensar en sustituir Nixon por Trump.
R. Ya. Lo de Trump supera cualquier definición. Es un psicópata, un tipo que rompe cualquier categoría para definirle, por cómo se sitúa en los extremos.
P. ¿Tiene miedo con lo que pueda ocurrir en noviembre, en las elecciones presidenciales?
R. Estoy aterrada. Durante años me negué a colaborar en el espíritu paranoico que creaba el rumor de su posible vuelta. Oía a amigos decir “Trump va a volver”, y no quería propagar ese fuego. Pensé que encontraríamos una manera de detenerle. No viví, obviamente, la época Nixon, pero sí como adulta he sufrido la presidencia de Trump, y fueron cuatro años de oscuridad. Y no quiero volver a esos tiempos.
P. ¿Confía en que Joe Biden pueda ganarle?
R. Soy proBiden al 100%. Le puede derrotar. Y no es realista ese planteamiento de algunos demócratas de cambiarle para triunfar sobre un fascista.
P. Esta película nace desde su compañía productora. ¿Cómo elige los proyectos?
R. Siempre pienso que a la gente se llega a través del entretenimiento. Sin olvidar lo artístico, cuidado. Busco proyectos que sean capaces de capturar al público durante un par de horas, que les absorba y les haga desaparecer dentro de la historia, olvidándose un rato de quiénes son. Que sea una experiencia.
Soy proBiden al 100%. Le puede derrotar. Y no es realista plantearse cambiarle para triunfar sobre un fascista”
P. La primera hora de Fly Me To The Moon es ejemplar en el tono de screwball comedy. Y usted durante años ha mostrado que sabe manejar muy bien esas réplicas y contrarréplicas salvajes de ese género. ¿Por qué no se rueda más screwball comedy en la actualidad?
R. Uf, no lo sé. No soy muy cinéfila. Sí mi madre, que me enseñó algunos de los grandes títulos de ese género del Hollywood de la era dorada. Y creo que tampoco hay un gran apetito por un cine nostálgico. A mí de los guiones me interesan los personajes, que aunque sea de época se encuentre un eco de modernidad, y que haya conflictos atractivos.
P. En los últimos años usted ha batallado porque se respeten sus derechos ante dos grandes corporaciones, Disney [la actriz se llevaba un porcentaje de taquilla en cines de Viuda negra, que no fue el previsible al estrenarla Disney en streaming y salas simultáneamente] y OpenAI [ChapGPT empezó a usar una voz idéntica a la de Johansson, a pesar de que ella se había negado]. ¿Es consciente de que se ha convertido en un referente?
R. ¿Sabes lo loco? Que ambas cosas le hayan ocurrido a la misma persona, a mí [risas]. Ni lo hice por activismo. Sencillamente me pasó. Y otra cosa curiosa fue que ocurría ante el escrutinio general. Yo no era una corsaria luchando contra las corporaciones, ni clamando por lo peligroso de sus decisiones, sino que acabé en medio de situaciones extrañas. Mi ventaja es que contaba con el dinero suficiente, y con todo un equipo que me apoyaba y ejecutaba las acciones adecuadas. Sí que creo que es interesante que la gente aprenda a cómo enfrentarse ante estos problemas, en cómo encarar los abusos de las grandes corporaciones.
P. Acaba de debutar como directora de largometrajes con Eleanor The Great. ¿Cómo ha sido la experiencia?
R. Fantástica. Supe que había algo mágico en el guion desde que lo leí. Estaba en medio de otros proyectos, pero me llegó la posibilidad, y entendí que era un buen proyecto y que yo sabía cómo hacerlo. Como neoyorquina, como mujer, había cosas que me resonaban. Conecté profundamente con la historia. La propuesta vino de la protagonista, June Squibb, lo que significaba que no habría tiempo de hacer el desarrollo habitual, que había que producir rápido, porque June tiene 94 años. El guion y la financiación se remataron a finales del pasado verano y en enero ya estaba rodando. Ha sido un esfuerzo colectivo que ha merecido la pena. Y June es una actriz impresionante.