Burgos despierta una ópera inédita de un compositor fusilado en la Guerra Civil

‘Minatchi’ fue compuesta hace 100 años por Antonio José, cuyos restos aún no se han encontrado

Antonio José, en el claustro del monasterio de Santo Domingo de Silos, en una imagen que guarda el Archivo Municipal de Burgos.

Cerca de 600 burgaleses asistieron conmovidos el domingo 18 de febrero en el Teatro Principal de Burgos a un hecho insólito: la primera representación escénica de una ópera que fue compuesta hace casi 100 años.

Su partitura la escribió en 1925, a los 22 años, el burgalés Antonio José Martínez Palacios (artísticamente “Antonio José”), que sería fusilado en 1936 sin acusación ni juicio por las tropas sublevadas contra la República, cuando había cumplido sólo 33. Todavía se desconoce qué sinrazón condujo a ese asesinato.

En su cortísima vida, Antonio José dirigió el Orfeón Burgalés,...

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Cerca de 600 burgaleses asistieron conmovidos el domingo 18 de febrero en el Teatro Principal de Burgos a un hecho insólito: la primera representación escénica de una ópera que fue compuesta hace casi 100 años.

Su partitura la escribió en 1925, a los 22 años, el burgalés Antonio José Martínez Palacios (artísticamente “Antonio José”), que sería fusilado en 1936 sin acusación ni juicio por las tropas sublevadas contra la República, cuando había cumplido sólo 33. Todavía se desconoce qué sinrazón condujo a ese asesinato.

En su cortísima vida, Antonio José dirigió el Orfeón Burgalés, compuso el Himno a Castilla y llegó a crear más de 150 obras. Algunas de ellas fueron interpretadas entonces por el pianista Arthur Rubinstein y el guitarrista Regino Sainz de la Maza (el mismo que estrenó El concierto de Aranjuez, del maestro Joaquín Rodrigo) y por prestigiosas sinfónicas españolas y europeas, entre ellas la Orquesta de Bilbao guiada por Vladimir Golschmann en 1929 y, más recientemente, la Filarmónica de Dresde en 2010. Con apenas 30 años, el propio músico burgalés dirigía en noviembre de 1934 varias piezas suyas al frente de la Orquesta Sinfónica de Madrid en el teatro Monumental. Maurice Ravel dijo de él que iba a ser el gran compositor español del siglo XX.

Al día siguiente de aquel concierto en Madrid, el diario Abc comentaba (13 de noviembre de 1934): “(…) Antonio José, joven compositor y autor de muchas obras, dirigió un preludio y una danza populares, y el público le premió con una prolongada ovación y una salida al proscenio. (…) Algo de evocación sentimental y amorosa tiene el preludio, al que sigue la irrupción juvenil de mozas y mozos que danzan en tonada llana de alegre, y honrada composición y números de noble castellanismo. (…). El autor recorre un calvario análogo al que Falla recorriese un día con su Vida breve y quiera el cielo que, cual el glorioso maestro gaditano, obtenga el peregrino burgalés el logro de sus generosas andanzas, que de esas manifestaciones de puro arte está bien necesitada la moderna música española”.

Un momento de la obra 'Minatchi'.Teatro Principal de Burgos

Además, Antonio José reunió un valiosísimo cancionero con melodías que él mismo recogió por los pueblos: la Colección de cantos populares burgaleses, con la que obtuvo el premio nacional de música en 1932.

Pero la dictadura de Franco cubrió su vida, su muerte y su legado con un manto de plomo. La familia guardó todos los pentagramas con celo y miedo en un cofre bajo tierra, hasta que llegó la democracia. Y las autoridades locales y regionales se demoraron luego en levantar esa losa, como bien muestran este estreno tardío y también el hecho de que la otra ópera de su puño y letra, El mozo de mulas, no haya tenido aún representación escénica, sino solamente una interpretación musical y vocal (¡en 2017!), pese a que la partitura se halló casi completa, a falta de una parte de la orquestación del segundo de sus tres actos.

Precisamente Antonio José tocaba al piano en ese mismo Teatro Principal de Burgos algunos fragmentos de aquella ópera ― basada en un pasaje del Quijote ― el 18 de julio de 1936, horas antes de que llegara a la ciudad la noticia de la sublevación militar contra la República. Cuatro meses después ya lo habían fusilado.

El drama lírico que se estrenó el domingo se ambienta por su parte en la India colonial y se titula Minatchi, nombre de una princesa. Su versión musical fue estrenada en 2022 en Burgos, y en este caso se ha mostrado por fin escenificada. Ahora bien, la partitura que se conservaba en el Archivo Municipal solamente contiene las voces y el piano, y le falta también el libreto (que tuvo como autor al sacerdote Gaspar González-Pintado), por lo que la trama original ha quedado en el aire.

Curiosamente, el religioso Cornelius E. Byrne tradujo al inglés la parte cantada (quizás también los diálogos desaparecidos), una rareza muy singular entonces pero explicable tal vez por el hecho de que Byrne residiera un año en Burgos y que tanto él como González-Pintado fueran jesuitas.

Una parte de la obra 'Minatchi'.Teatro Principal de Burgos

Esta ópera, que concluye con un vibrante coro final, narra el regreso de la princesa Minatchi a la India tras convertirse al cristianismo, y el rechazo que encuentra en una población que sigue adorando a dioses paganos.

El director burgalés Javier Castro, de 49 años, gran conocedor de la obra de Antonio José, ha completado aquella composición de canto y piano para ampliarla a un conjunto de 14 instrumentos; y Edurne Rubio, la directora artística, ha creado un concepto que enlaza las distintas escenas mediante rótulos proyectados sobre el fondo del escenario para contextualizar las situaciones, expresar incluso las dudas sobre el argumento incompleto y dejar al público que redondee por sí mismo el relato. Las interpretaciones solistas estuvieron a cargo de las sopranos Sandra Redondo (Minatchi), Ana Romero y Ana Serrano, el tenor Adolfo Muñoz y el barítono Daniel Estévez, arropados por el coro Ars Nova y el grupo instrumental de la Orquesta Sinfónica de Burgos. Elena Davidson se ocupó de la dirección de escena.

El público, puesto en pie, premió a todos ellos con una ovación de casi seis minutos, y tuvieron que repetir uno por uno la sucesión de los saludos finales.

Minatchi es la tercera gran obra de Antonio José, tras El mozo de mulas y su Sinfonía castellana. Andrés Ruiz Tarazona, entonces crítico musical de EL PAÍS, escribió en 1981 que sus Danzas burgalesas para piano eran dignas de ponerse junto a las mejores Danzas españolas de Granados.

El director Javier Castro conoció la existencia de Antonio José Martínez Palacios hacia 1986, cuando tenía 12 o 13 años. Su profesor de música, Javier Zárate, le regaló un ejemplar de la biografía escrita por el musicólogo burgalés Miguel Ángel Palacios (sin relación familiar con el compositor), el poeta Jesús Barriuso y el historiador Fernando García Romero. Pocos años después, ya estaba cantando con un coro de su ciudad las armonizaciones que Antonio José había ideado sobre esas melodías populares. Y él mismo compuso algunas polifonías más a partir de otras canciones tradicionales recuperadas por el compositor.

El director de orquesta Javier Castro, en una imagen promocional de su página web.JUAN LUIS

A finales de 2018, Castro leyó la partitura de Minatchi guardada en el Archivo Municipal. Eso le despertó una nueva curiosidad, como cuenta ante una cerveza y un pincho en un bar de Burgos: “Dediqué la primera parte de mi investigación a encontrar el libreto. Y después llegó el momento de aceptar que no lo tenemos y de pasar a la acción buscando la manera de recomponer la historia. Simplemente hemos de asumir con humildad que no podemos recrear la dramaturgia de la obra tal y como era, y que siempre estaremos inventando una solución nuestra. Pero desde el principio intenté que este hecho no se convirtiera en una frustración sino en un reto”.

A partir de ahí, se puso manos a la obra a fin de ampliar para orquesta la partitura de piano.

―¿Sintió que Antonio José le vigilaba por detrás?

―No exactamente sentir que me vigilaba..., más bien he tenido la sensación de conocerlo mejor, de hacernos más amigos.

Una vez estrenada Minatchi este pasado domingo en Burgos, con el apoyo municipal, aún sigue en pie el desafío de lograr la representación escénica completa de El mozo de mulas. Castro muestra sus dudas al respecto, pero también cierta confianza: “Es difícil, por la situación de la ópera española. En general por el poco interés real que hay en las grandes programaciones de teatros y salas de conciertos por conservar y difundir nuestro patrimonio musical. Y, aun así, me hacen ser optimista respecto al estreno de El mozo de mulas su enorme calidad y su fuerza; es una obra poderosa que acompaña además a una dramaturgia que puede funcionar muy bien. Estoy convencido de que alguna vez va a tener la oportunidad que merece”.

Cuando eso ocurra, si ocurre, aún quedará una última deuda con Antonio José: hallar sus restos mortales, sepultados cerca de Estépar, a unos 20 kilómetros de Burgos, en algún lugar del que solamente se sabe que allí el 9 de octubre de 1936 unos disparos rompieron el silencio de la madrugada.



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