Susana Ye, periodista y poeta: “La extrema derecha ha intentado instrumentalizar a la comunidad china”

Miembro de la primera generación de chinos nacidos en España, Ye se ha dedicado al periodismo en torno a los derechos humanos y ahora lanza un poemario que retrata su experiencia como hija de la diáspora

Susana Ye, periodista y poeta, retratada en el barrio de Lavapiés, en Madrid, el 24 de enero de 2024.Jaime Villanueva

Susana Ye (San Juan de Alicante, 32 años) pertenece a la primera generación de chinos nacidos en España. A ese colectivo dedicó en 2015 el documental Chiñoles y bananas. Sigue trabajando en el periodismo de Derechos Humanos y justicia social, en documental o por escrito. Desde niña ha sido “rata de biblioteca” y siempre consideró la poesía como un juego (porque lo es). Ahora, siempre a través de la mirada de una hija de la diáspora, publica el poemario ...

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Susana Ye (San Juan de Alicante, 32 años) pertenece a la primera generación de chinos nacidos en España. A ese colectivo dedicó en 2015 el documental Chiñoles y bananas. Sigue trabajando en el periodismo de Derechos Humanos y justicia social, en documental o por escrito. Desde niña ha sido “rata de biblioteca” y siempre consideró la poesía como un juego (porque lo es). Ahora, siempre a través de la mirada de una hija de la diáspora, publica el poemario Trashumante en arena movedizas (El rey de Harlem).

Pregunta. Usted tiene dos familias.

Respuesta. Sí. Tengo una familia española blanca y una familia china migrante. Mis padres chinos, migrantes económicos, estaban siempre trabajando por toda España y al no haber red de apoyo en los pueblos o ciudades pequeñas, era habitual buscar alguien que se ocupase a los niños.

P. ¿Cómo lo vivió?

R. Yo me quedé con mi rutina, mi colegio, y mis padres se dedicaron a ahorrar y a trabajar hasta alcanzar la estabilidad. Eso ocurrió cuando yo tenía 11 años, y volví con ellos. Así que tengo dos familias. Creo que tener varias capas enriquece la escritura, porque solemos tener narrativas muy superficiales que no recogen la diversidad de realidades que existen.

P. A veces los niños no entienden algunas situaciones…

R. Yo lo viví con toda normalidad, porque era la única realidad que conocía. Era consciente de que había razones de peso. Y la relación entre mis familias es buena: no me sentía en medio de dos familias divorciadas y enfrentadas. Mis dos familias entraron en contacto en el restaurante de mis padres, en El Campello [Alicante], y surgió la amistad. Luego dicen que los chinos no se relacionan, no socializan… Igual tienes que acercarte tú también.

P. El negocio familiar era un restaurante, pues.

R. Yo denuncio ahora la precariedad laboral, y eso que he tenido muchas facilidades, comparada con mis padres. Ellos pasaron por todos los negocios: tuvieron restaurante, bazar de barrio, trabajaron en ferias ambulantes, como empleados en otros negocios… Ese también es mi legado: soy hija de cada bazar, de cada restaurante. Yo no lo he vivido, pero eso no significa que lo olvide.

Susana Ye, periodista y poeta, retratada en el barrio de Lavapiés en Madrid, el 24 de enero de 2024. Jaime Villanueva

P. ¿Es el acceso a la educación lo que diferencia a la primera generación de chinos nacidos en España?

R. La diferencia no es quienes somos, sino las circunstancias y las posibilidades que se dan. Mi madre y yo somos casi iguales, cada día me doy más cuenta. La diferencia es que ella no pudo continuar con sus estudios y yo sí. Mi madre vino sin saber el idioma, sin recursos, sin red de apoyo. Yo tengo todo eso.

P. Suena muy duro.

R. Las mujeres feministas tenemos que practicar una empatía radical hacia nuestras madres, porque no hemos tenido que vivir todo lo que ellas han tenido que vivir. Eso es un avance. Y yo no puedo juzgar a mi madre desde las posibilidades y recursos que tengo ahora.

P. La precariedad: “Cocinar es un lujo de domingos por la tarde y de jornadas intensivas”, escribe usted.

R. Cosas tan básicas como comer sano o descansar son difíciles. Oímos hablar de trabacaciones o coliving, que tratan de hacer cool la precariedad o la pobreza. Es el debilitamiento de la lucha laboral colectiva, nos están fragmentando cada vez más. Nos dicen que querer es poder, que tú tienes que gestionar tu estrés, que con el mindfullnes transformas la realidad que te rodea. ¿Pero qué me estás contando?

P. ¿Afecta a los jóvenes de ascendencia china?

R. Sí, muchos piensan que mejor quedarse en el negocio familiar, quizás modernizándolo, si hasta ahora ha servido para pagar las facturas. Muchas veces hay dificultades para saltar a otros sectores: se busca fuera y se encuentra el mazazo de la precariedad. Pero me parece totalmente respetable continuar con los negocios, claro.

P. “Nunca se descansa en el negocio familiar”, dice en otro verso.

R. Esa idea de la cultura del trabajo duro en la comunidad china ya no se mantiene tanto en las nuevas generaciones. Además, se ha relacionado con lo chino, pero tiene que ver con la gente migrante en general: cuando no tienes colchón, cuando no tienes quien te cubra, no te queda otra que trabajar duro. Trabajar sin descanso, sin vacaciones, no es algo que se haga por gusto.

Vivimos el debilitamiento de la lucha laboral colectiva, nos están fragmentando cada vez más

P. Explíqueme los términos chiñol y banana.

R. Chiñol lo acuñó Shaowei, uno de los jóvenes que protagonizan mi documental de 2015. Es un término que habla de la hibridación de identidades entre lo chino y lo español. Banana es un término peyorativo, que viene de Estados Unidos, un juego de palabras: blanco por dentro y amarillo por fuera. También se ha usado dentro de la comunidad china para criticar a los que se consideran demasiado occidentalizados y pierden de vista sus raíces.

P. ¿Cómo afecta el ascenso de la extrema derecha a la comunidad china?

R. Vox ha intentado instrumentalizar la identidad china migrante. Tiene el típico discurso contra la inmigración (“nos invaden”) y al mismo tiempo intenta acercarse. Es el mito de la minoría modelo: nos usan para perseguir y criminalizar a otras comunidades migrantes. Pero la comunidad china ha sido muy consciente de la trampa y no ha entrado al juego.

P. ¿Qué siente cuando visita China?

R. Hay gente que siente un clic por dentro y una fuerte pertenencia. A mí no me ha pasado. En realidad, en cada país que visito hay algo que me llevo y algo que dejo. Antes, eso de “soy ciudadana del mundo” me parecía un topicazo, pero cada vez me siento más así. No estoy unida a un pasaporte, a una bandera o a un lugar en especial.

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