Felipe de Neve, desconocido en España, padre de Los Ángeles entre los estadounidenses

El conquistador andaluz fue una figura clave en el descubrimiento y establecimiento del Imperio en California

La estatua de Felipe de Neve en Placita de Olvera, en el centro de Los Ángeles.

En pleno centro de la furiosa ciudad de Los Ángeles, en la Placita Olvera, se erige la estatua de un andaluz. “Felipe de Neve (1728-84), gobernador de las Californias 1775-82″, se puede leer en la base de la figura. El nombre, que puede parecer ajeno a los españoles, bautiza también una plaza cerca del Ayuntamiento y varias calles en otras ciudades de California, como San Francisco y San Diego. El jienense se adentró en tierras inhóspitas, combatió y convivió con nativos agresivos, discutió con los religiosos y controló con ejércitos ínfimos millones de kilómetros cuadrados para fundar el 4 de...

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En pleno centro de la furiosa ciudad de Los Ángeles, en la Placita Olvera, se erige la estatua de un andaluz. “Felipe de Neve (1728-84), gobernador de las Californias 1775-82″, se puede leer en la base de la figura. El nombre, que puede parecer ajeno a los españoles, bautiza también una plaza cerca del Ayuntamiento y varias calles en otras ciudades de California, como San Francisco y San Diego. El jienense se adentró en tierras inhóspitas, combatió y convivió con nativos agresivos, discutió con los religiosos y controló con ejércitos ínfimos millones de kilómetros cuadrados para fundar el 4 de septiembre de 1781 El Pueblo de Nuestra Señora la Reina de los Ángeles del Río Porciúncula.

No existe un retrato oficial de este sargento mayor ni espacios públicos que lo homenajeen en España, a excepción de alguna calle en su natal Bailén (Jaén). Sin embargo, De Neve fue clave en la continuación del proceso descubridor de la costa oeste norteamericana, de acuerdo a un informe publicado esta semana por The Hispanic Council para difundir su imagen, en el marco del aniversario 242º de Los Ángeles. Las tierras de las Californias ya habían sido descubiertas en el siglo XVI; sin embargo, fue De Neve quien estableció asentamientos, creó poblamientos e hizo autosuficientes las tierras “vacías, agrestes e ignotas en gran medida”.

Neve penetró en suelos californianos por mandato de la corona. Las tierras del Imperio Español en el norte estaban prácticamente deshabitadas y los avances en la navegación del siglo XVIII las dejaron expuestas a intervenciones de otras potencias. Felipe V incentivó la expansión hispana desde California a Alaska y Carlos III firmó un real decreto en 1744 que ordenaba seguir avanzando hacia el norte lo más posible y crear nuevas misiones. El temor a perder las tierras se entiende con la orden en 1765 de José Bernardo de Gálvez y Gallardo de crear 17 nuevos asentamientos para facilitar la expansión del virreinato en varios lugares (Texas, Nuevo México, Sinaloa), incluidas las Californias.

Fue un reto para el jienense ser designado como gobernador de California en 1774. “Nadie quería asentarse en aquellas extremas tierras aún poco exploradas y peligrosas”, escribe Vicente G. Olaya, autor del informe y periodista de EL PAÍS. Con un ejército de 146 soldados, De Neve tenía que velar por la seguridad de 18 misiones que se extendían en una superficie aproximada de dos millones de kilómetros cuadrados. El gobernador se queja en un informe: “Las escopetas son de distintos calibres y no ofrecen seguridad alguna. Los sables, completamente inútiles, cortos y quebrados y algunos no tienen lanzas”.

El otro gran desafío fueron las insurgencias de los originarios. La estrategia empleada por De Neve para, primero, combatir y, después, convivir con ellos es destacada continuamente en el informe. Realizó un reparto equitativo de las tierras (los soldados solían apropiarse de las mejores), fomentó el regadío, redujo los precios de los economatos y amenazó con castigar severamente cualquier atropello contra ellos. La interculturalidad fue constantemente promovida por Neve. La población incipiente de Los Ángeles estaba formada por 14 familias mestizas, mulatas, indígenas y peninsulares que terminó en matrimonios mixtos. La relación entre españoles e indios desató las quejas de los religiosos, ya que los colonos no forzaban a los nativos a bautizarse, ni a permanecer por la noche en el pueblo o hablar español.

Placa de la estatua de Felipe de Neve en Los Ángeles. The Hispanic Council

Neve fundó como gobernador San José de Guadalupe (hoy San José) en 1777, pero trascendió por crear El Pueblo de Nuestra Señora la Reina de los Ángeles del Río Porciúncula. El nombre tiene sus orígenes en una tradición del siglo XIII, cuando san Francisco de Asís recibió la orden divina de levantar una capilla sobre un pequeño terreno (porciúncula, en italiano) en honor de la madre de Cristo. La prosperidad que llevó a la ciudad desde los primeros días, como destaca el documento, le costó no regresar a España ni ver a su familia nunca más. A cambio, recibió la eternidad en los símbolos de Los Ángeles.

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