Murakami, el japonés universal

Señalado por algunos sectores del ‘establishment’ literario de su país por dar la espalda a la cultura tradicional, un análisis serio de su obra de ficción revela su profunda japoneidad

El escritor japonés Haruki Murakami, en 2018.José Jácome (EFE)

Como lo hicieron Yukio Mishima y Yasunari Kawabata en las décadas de 1960 y 1970, Haruki Murakami, de 74 años, es el autor que, en lo que llevamos de siglo, más ha hecho por acercar la cultura y la literatura de Japón a amplios sectores de la población de todo el mundo, siendo el causante de que, hoy, editoriales grandes y pequeñas peinen el mercado literario japonés en bu...

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Como lo hicieron Yukio Mishima y Yasunari Kawabata en las décadas de 1960 y 1970, Haruki Murakami, de 74 años, es el autor que, en lo que llevamos de siglo, más ha hecho por acercar la cultura y la literatura de Japón a amplios sectores de la población de todo el mundo, siendo el causante de que, hoy, editoriales grandes y pequeñas peinen el mercado literario japonés en busca de filones comparables. En sus más de veinte novelas, varias decenas de relatos y más de media docena de ensayos, Murakami trata del ejercicio, frecuentemente angustioso y estéril, de la conciencia individual —una importación de Occidente— en una sociedad grupista como la de Japón.

Señalado por algunos sectores del establishment literario de su país por dar la espalda a la cultura tradicional, Haruki Murakami ha vestido la cultura pop occidental (notoriamente en la música), algunos temas universales como la pérdida-búsqueda, la fusión de realismo mágico y la ciencia ficción, con diálogos sencillos desarrollados en atmósferas de nostalgia, con una narrativa fácil y atractiva, responsables en gran parte de un éxito, más de público que de crítica, que ha rebasado fronteras. Fenómeno de masas y eterno candidato al Nobel, es el escritor más traducido de su generación —se puede leer en más de cincuenta idiomas— y de la literatura de su país. Por debajo de la hojarasca de esta universal aceptación y del barniz vistosamente occidental de la producción murakamiana (el jazz, Bach, Beethoven, cerveza, cultura pop), un análisis serio de su obra de ficción revela no solo la profunda japoneidad de Murakami, perceptible, por ejemplo, en las descripciones, a trechos distópicas, a trechos oníricas, del desarraigo de la generación japonesa que, revolucionaria a fines de los años 60, sucumbió al consumismo exacerbado de las dos décadas siguientes y precipitó la ruptura de viejos modelos sociales y familiares, sino también su insistente repetición de ejes temáticos de universal vigencia: la realidad del vacío —tematizado en las frecuentes desapariciones de sus personajes—, de la soledad del individuo y de la deshumanización de las grandes urbes.

El hecho de que Haruki Murakami se muestre en sus obras como “un japonés que no parece japonés” suscita opiniones bastante encontradas en la legión de admiradores y de críticos de su obra. Para muchos es una de las causas de su masiva aceptación internacional; para otros, en cambio, un sometimiento decepcionante a la emulación de Occidente que desde hace ciento cincuenta años —con especial intensidad desde el nacimiento del escritor, en 1949— domina la sociedad nipona. Incluso, para algunos japoneses más recalcitrantes, una desconsideración hacia la cultura tradicional del país, a la cual este escritor ha dado la espalda (a pesar de unos débiles guiños en los dos volúmenes de La muerte del comendador (2018-2019); para los más duros, hasta un acto de traición a la “tribu”. De esta suerte, Haruki Murakami se ha convertido, tal vez sin él quererlo, en un audaz protagonista de una novela imaginaria en la cual afirma su individualidad frente al código de lealtades, del giri, de la conformidad social del Japón tradicional.

La caza del carnero salvaje fue la primera obra de Murakami publicada en español. Lo hizo en 1992, aunque en Japón había aparecido diez años antes. Este desfase entre la fecha de publicación de una obra murakamiana en Japón y en español ha sido constante hasta no hace mucho. Así, la obra que lo catapultó a la fama, Tokio blues (Norwegian Wood), de 1987, no se publicó en español hasta 2005. Las dos novelas que más decididamente incursionan en el terreno del realismo mágico, con personajes atrapados entre lo real y lo irreal —y para algunos críticos las de mayor dimensión literaria y carga social— son Crónica del pájaro que da cuerda al mundo (1995) y Kafka en la orilla (2002). La ciudad y sus muros inciertos, publicada en Japón el mes pasado, será la próxima novela de envergadura que podremos leer en lengua española.

Habrá que esperar, según la editora Tusquets, a la primavera de 2024.

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