Bailando con ‘El capital’

Cuando las pistas de baile se ralentizaron con el ‘downtempo’

Foto promocional del grupo Saint Etienne.

En cuanto lo ví, me dije: “Esta es para mí”. El disco se llama Fell from the Sun (Ace/Everlasting). Primero, es una recopilación con garantías. Por el origen discográfico y por sus autores: Bob Stanley y Pete Wiggs son miembros del primoroso grupo Saint Etienne; Stanley además está desarrollando una historia alternativa del pop con tomo...

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En cuanto lo ví, me dije: “Esta es para mí”. El disco se llama Fell from the Sun (Ace/Everlasting). Primero, es una recopilación con garantías. Por el origen discográfico y por sus autores: Bob Stanley y Pete Wiggs son miembros del primoroso grupo Saint Etienne; Stanley además está desarrollando una historia alternativa del pop con tomos eruditos como Yeah Yeah Yeah.

Segundo: no me suelo resistir ante las antologías razonadas y Fell from the Sun promete cubrir la música electrónica downtempo que sonaba al atardecer o últimas horas de la noche, allá por 1990 y 1991. Es decir, entre la saturación de la escena house y la bifurcación que supuso la coincidencia del trip hop con la línea dura de, por ejemplo, Artificial Intelligence, del sello Warp.

Fell from the Sun no debe confundirse con el anónimo chill out que, a partir de entonces, se convirtió en la música ambiental de lugares sin imaginación pero con pretensiones. No: Fell from the Sun contiene en general canciones, sentimientos específicos no diluidos, a veces ocurrencias de creadores hoy olvidados, otras firmadas por grupos con obra extensa (Primal Scream, The Grid con Sasha Souter, Transgobal Underground, hasta Saint Etienne), todos exigiendo una tregua tras años de raves masivas y ceñuda represión policial. Esto, sin embargo, podía sonar perfectamente, a volumen moderado, en el salón de cualquier casa. Con el tiempo, triunfaría una colección titulada Back to Mine, donde DJ o artistas invitaban a una sesión casera, sin límites: Neil Tennant hasta incluyó música clásica.

Uno de los prodigios de los años 90 era la multiplicación de compilaciones de dance que invadían anualmente las tiendas de discos. Centenares de títulos que recogían lo que había sido éxito en los meses previos o lo que podía serlo en la siguiente temporada. A veces, tenían referencias geográficas: estaban destinadas teóricamente a las pistas de baile de Ibiza, Rimini o Aiya Napa. En general, debías fiarte de las sinuosas imágenes de portada y los pocos nombres que reconocías en el track listing. Las decepciones solían ser frecuentes.

Portada del disco 'Fell from the Sun'.

Sin embargo, la portada de Fell from the Sun es el tercer argumento en su favor. La foto de una sonriente English Rose, la citada Sasha Souter, disfrazada de pirata del Caribe, con ―atención― un sombrero de paja. Y eso me lleva a un pasaje de Das Kapital. En su búsqueda de iniquidades del capitalismo inglés, Karl Marx había localizado una estadística sobre la industria del trenzado de paja: en 1861, no menos de 7.000 chicas menores de 20 años elaboraban esa materia para sombreros y bolsos. Se instauraron las llamadas plait schools, donde niños y adolescentes trenzaban paja durante toda la jornada mientras recibían “educación”. La enseñanza, que se cobraba aparte, frecuentemente consistía en un clérigo o una señorita que leía en voz alta.

Fue un espejismo. Aunque esas labores ayudaban al presupuesto familiar, desaparecieron cuando tuvieron que competir con las importaciones de Italia, Japón, China. Una pregunta impertinente: ¿hubiera tolerado Marx la música de Fell from the Sun? Lo dudo. Seguramente, sí le hubiera gustado a su yerno, Paul Lafargue. Después de todo, se hizo famoso escribiendo su Derecho a la pereza.


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