‘Avatar: el sentido del agua’: tanto ruido, ¿para qué?
Me pierdo con la identidad y con lo que les ocurre a los personajes protagonistas. Son seres muy raros, que al parecer componen la raza na’vi. Solo la hora final me entretiene
Creo haber visto el primer Avatar hace 13 años. Pero no recuerdo nada de su argumento. Sí que te colocabas unas gafas para disfrutar plenamente de su rodaje en 3D. Cuentan que logró la mayor taquilla de la historia del cine. O sea, que la vio todo cristo. Algo a lo que está acostumbrado su espectacular director. James Cameron también firmó Titanic, Terminator y su continuación, y Aliens. Resulta obvio que es alguien que conoce la fórmula del éxito, los gustos del gran públ...
Creo haber visto el primer Avatar hace 13 años. Pero no recuerdo nada de su argumento. Sí que te colocabas unas gafas para disfrutar plenamente de su rodaje en 3D. Cuentan que logró la mayor taquilla de la historia del cine. O sea, que la vio todo cristo. Algo a lo que está acostumbrado su espectacular director. James Cameron también firmó Titanic, Terminator y su continuación, y Aliens. Resulta obvio que es alguien que conoce la fórmula del éxito, los gustos del gran público, la facultad para generar infinita pasta con cada uno de sus proyectos. Respeto esa habilidad, en algunos casos me ha entretenido, aunque jamás he tenido la sensación de que me estaba ofreciendo gran cine. Algo que sí me ocurre con algunos triunfantes títulos de Steven Spielberg o con la totalidad del cine de David Lean, por citar a otros monarcas del cine popular, del gran espectáculo.
Hollywood ha vuelto a apostar fuerte por la continuación de Avatar. Y está claro que se la está jugando. Si esta no arrasa, si no consigue que el espectador habitual de las salas abandone la pereza y retorne a ellas, el negocio ancestral se va a poner muy crudo. Siempre les quedará Marvel y su sucesión de ruidosas e inanes tonterías, pero si a un director como James Cameron le da la espalda el éxito comercial, las señales de apocalipsis son tan nítidas como alarmantes. Avatar: el sentido del agua dura 190 minutos y aseguran que ha costado muchos sacos de dólares. Y ya hay continuidad para la tercera, cuarta y quinta parte. Vamos a encontrar avatares hasta en la sopa. Como se me han borrado de la memoria los personajes y las aventuras que habitaban el primer Avatar, no estoy familiarizado con los que aparecen en la segunda, pero deduzco que son los mismos.
Y me pierdo con su identidad y con lo que les ocurre. Son seres muy raros, que al parecer componen la raza na’vi. Se enfrentan a marines también muy extraños. Los primeros sobreviven bajo el agua en gran parte del metraje y son ayudados por una especie de ballenas y transportados por dragones buenos. Los protagonistas son una familia tan solidaria como heroica. Intento poner interés en su arranque, aunque casi todo me resulte cansino. Y a pesar del ruido y de una música que no descansa, percibo que el sopor me empieza a inundar. Y me quedo frito. Me despierto 20 minutos más tarde. Ningún sentimiento de culpa, aunque no puedo opinar de lo que haya ocurrido en la pantalla durante ese placentero rato. Sin embargo, en la hora final, que narra la última batalla, me las ingenio sin esfuerzo para estar despierto. Me entretengo con lo que veo y escucho. Está claro, en la tradición del Hollywood eternamente pastelero, que los padres y los hijos se adoran y se protegen, que todo va a acabar bien.
Es elemental que James Cameron haya contado esta historia desplegando sabiduría en los aspectos técnicos. Los efectos especiales son deslumbrantes. Se da por descontado. Lo que no sé es si la historia va a tocar el corazón de los espectadores, si estos van a disfrutarla en estado de fascinación. No es mi caso. Pero le deseo la mejor suerte, con tal de que esto ayude a que no desaparezcan las salas de cine.
Avatar: el sentido del agua
Dirección: James Cameron.
Intérpretes: Sam Worthington, Zoe Saldanha, Sigourney Weaver, Stephen Lang, Cliff Curtis, Kate Winslet.
Género: ciencia ficción. EE UU, 2022.
Duración: 192 minutos.
Estreno: 16 de diciembre.