La biblioteca de Tutankamón: los libros que hay que leer sobre el faraón y el descubrimiento de su tumba

Un recorrido por la bibliografía del joven rey dorado: del canónico relato de Howard Carter a los ensayos de historia más recientes y algunas novelas

La momia del rey Tutankamón en su tumba en el Valle de los Reyes, Luxor. Foto: MOHAMED ABD EL GHANY (REUTERS) | Vídeo: EPV

Entre tantas cosas maravillosas que Howard Carter encontró en la tumba de Tutankamón, de cuyo descubrimiento se cumplieron 100 años el 4 de noviembre, faltaba algo que le provocó una gran frustración: textos que explicaran las circunstancias de la vida y la muerte del joven rey, una biblioteca Tutankamón, como si dijéramos. Carter confiaba en hallar papiros en la sepultura, que ciertamente n...

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Entre tantas cosas maravillosas que Howard Carter encontró en la tumba de Tutankamón, de cuyo descubrimiento se cumplieron 100 años el 4 de noviembre, faltaba algo que le provocó una gran frustración: textos que explicaran las circunstancias de la vida y la muerte del joven rey, una biblioteca Tutankamón, como si dijéramos. Carter confiaba en hallar papiros en la sepultura, que ciertamente no era muda, pues muchos objetos tenían los títulos del monarca, etiquetas identificativas o presentaban inscripciones (algunas tan emotivas como la del bastón en el que ponía “caña cortada de la propia mano de Su Majestad”). También había algunos fragmentos de rituales religiosos, frases mágicas u oraciones, pero faltaba cualquier documento que pudiera arrojar luz sobre la historia y los tiempos de Tutankamón. En la antecámara había una caja prometedora que los descubridores creyeron que contenía papiros, pero cuyo contenido eran rollos de tela que resultaron ser ropa interior del rey, taparrabos.

Esto no ha evitado toda una literatura conspirativa —por ejemplo, El legado perdido de Tutankamón, de Andrew Collins y Chris Ogilvie-Herald (Ediciones Luciérnaga, 2022)— que sostiene que Carter y su mecenas Lord Carnarvon sí encontraron papiros reveladores, escondidos, se suele indicar, en las faldas huecas de las dos estatuas de los guardianes a la entrada de la cámara sepulcral.

En todo caso, a falta de esos textos que expliquen de primera mano la historia del rey y su tiempo, y que es de temer no van a aparecer, hay que echar mano de otra biblioteca de Tutankamón, la formada por los centenares de libros —ensayos y también novelas— que se han escrito sobre él, y sobre el descubrimiento de su tumba.

Una selección, siempre parcial, ha de incluir el seminal texto canónico de Howard Carter sobre el hallazgo, La tumba de Tutankamón —ediciones en Destino, en tapa dura con fotos y en bolsillo, y también en la biblioteca de Historia de Orbis—, un libro que contiene los tres volúmenes publicados por Carter entre 1922 y 1933 y que, pese a estar inevitablemente desfasado, sigue siendo indispensable para adentrarse en la, sí, maravillosa historia del descubrimiento. Carter escribía con un gran poder evocador sin dejar de lado su espíritu científico y el relato concreto del hallazgo —en sus distintas fases y con todo sus suspense— es algo que sigue provocando una emoción extraordinaria. Evoca la sensación de ser un intruso en el sepulcro, el aturdimiento ante la profusión de belleza y misterio, el entusiasmo por el descubrimiento, “la fiebre de lo incierto”, el “impulso casi irresistible, nacido de la curiosidad, de romper los sellos y abrir las tapas de los cofres”, y “por qué no decirlo, la tensa expectación del buscador de tesoros”.

El libro ideal para complementarlo es el ya clásico Todo Tutankamón (Destino, 1991, y en Gran Bretaña se ha publicado una nueva edición revisada y expandida con motivo del centenario, The complete Tutankhamun: 100 years of Discovery, Thames & Hudson, 2022). Este detallado recorrido por la tumba y sus tesoros viene firmado por el hoy tan célebre por su polémica teoría de que la sepultura de Nefertiti se encuentra escondida tras los muros de la de Tutankamón, Nicholas Reeves.

Es imprescindible también la gran biografía de T. G. H. James Howard Carter, the path to Tutankhamun (Kegan Paul International, 1992). Conveniente asimismo leer Tutankamón, la historia jamás contada (Planeta, 2007), el libro señero de Thomas Hoving que reveló las omisiones y mentiras del relato oficial del descubrimiento.

Para hacerse una idea rápida de quién era Carter, es magnífico el librito del egiptólogo José Miguel Parra Howard Carter, una vida (Confluencias, 2020), una miscelánea de textos propios y de sus contemporáneos (Petrie, Carnarvon, Lucas, Lady Evelyn, Gardiner, Weigall, Mace) que recorre a la manera de flashes toda su trayectoria vital y profesional. Incluye, por ejemplo, el obituario que le hizo en 1939 Percy E. Newberry.

Un libro por el que tengo una debilidad especial, aparte de mi humilde, baqueteado y requetesubrayado ejemplar del relato de Howard Carter, que me ha acompañado en cada visita a la tumba, cayendo incluso una vez al Nilo (afortunadamente en el Valle de los Reyes las cosas se secan muy rápido) y que a falta del británico me dedicó Zahi Hawass, es Los tesoros de Tutankamón (Iberlibro, 2006), de Jaromir Malek, el egiptólogo y conservador de los archivos en el Griffith Institute del Ashmolean Museum de Oxford, donde está el archivo personal de Carter. Es un libro realmente mágico, de gran formato, que contextualiza el descubrimiento de manera magistral e incluye 30 facsímiles extraíbles de documentos relacionados con el hallazgo, entre ellos un plano de la tumba dibujado por la mano de Carter (también se lo hice firmar un día a Hawass), fichas de objetos del sepulcro, pinturas, unas páginas de la Lettre a M. Dacier de Champollion (texto fundacional de la egiptología), postales y mapas antiguos, cartas y el diario de Carter con la anotación del 4 de noviembre de 1922 (sábado) a lápiz “first steps of tomb found”.

Muy evocador y útil también el catálogo de la reciente exposición del Griffith Institute, precisamente, Tutankhamun. Excavating the archive, un recorrido por los documentos más interesantes del archivo de Carter. Del mencionado Reeves, con John H. Taylor, muy recomendable también el iluminador Howard Carter before Tutankhamun (1992), que acompañaba la exposición de igual título del British Museum.

Otro clásico que hay que apuntar es el de Christiane Desroches Noblecourt, Tutankamón, vida y muerte de un faraón (Confluencias, 2014, la edición original de Pygmalion, con sus deslumbrantes fotos en color, que me regaló Terenci Moix y en la que se dejó unas notas para El arpista ciego, es de 1963). En esta gran obra, la gran dama de la egiptología que llevó al médico a Ramsés II y acarició los guepardos de Hatshepsut se mide ante la eternidad con el joven rey, a la vez que hace un exhaustivo estudio de su ajuar funerario y de toda la época amarniana, siempre con su bella prosa exaltada.

Un guardia egipcio sale de la tumba de Tutankamón.Amr Nabil (AP)

Si de libros de historia recientes sobre Tutankamón se trata, hay que citar La maldición de Tutankamón, de Joyce Tyldesley (Ariel, 2012), que revisitó y puso al día de manera apasionante la historia de joven faraón y el hallazgo de su tumba. Muy bueno e instructivo asimismo Tutankamón, vida y muerte de un rey niño, de Christine El Mahdy (Península, 1999), la autora de Mummies, myth and magic. A destacar también The shadow King, de Jo Marchant (Da Capo Press, 2013), sobre la vida, tan sufrida, de la momia de Tutankamón, incluidas las últimas baterías de pruebas hipertecnológicas; y en la última hornada ya Treasured, how Tutankhamun shaped a century, de la historiadora de la arqueología Christina Riggs (Atlantic Books, 2021), que llega hasta el traslado de los tesoros de Tut al nuevo Gran Museo Egipcio y pone al faraón en el contexto de los debates modernos sobre colonialismo y ética de la exhibición de cuerpos humanos.

No hay que olvidar los libros que ha ido publicando Zahi Hawass sobre Tut y en los que ha puesto su conocimiento de primerísima mano del faraón (incluso le encontró el pene): Tutankamón: los tesoros de la tumba (Akal, 2008), Discovering Tutankhamun, from Howard Carter to DNA (The American University in Cairo Press, 2013) o el libro oficial de la exposición Tutankhamun and the Golden age of the pharaohs (National Geographic, 2005), con la espectacular reconstrucción facial del joven rey.

Sobre la interesantísima relación de Carter y España a partir de su visita a Madrid como conferenciante y su amistad con el duque de Alba (parece que el duque intercedió con el rey Fuad de Egipto para que Carter volviera a la tumba tras su desencuentro con las autoridades egipcias), hay que leer el libro de Myriam Seco, una de las grandes egiptólogas españolas, y Javier Martínez Babón Tutankhamón, Howard Carter en España, el duque de Alba y las conferencias del egiptólogo en Madrid, premio Manuel Alvar de estudios humanísticos de 2017 y reeditado ahora para el centenario, actualizado y con prólogo de Hawass, por Almuzara.

Trabajos de restauración de la famosa máscara de oro del faraón Tutankamón.Amr Nabil (AP)

Otro libro sensacional, lleno de información que no encuentras en otro sitio y anécdotas inéditas, es Photographing Tutankhamun, Archeology, ancient Egypt and the archive, (Bloomsbury, 2019), de la misma Christina Riggs ya mencionada. Es un análisis crítico de la importantísima relación del descubrimiento de Tut con la fotografía, de cómo contribuyó al estudio científico de la tumba pero también a convertirla en mito. Y con especial atención al muy actual tema de la reivindicación de los trabajadores egipcios.

En el apartado de curiosidades, Tutankhamon, Howard y yo (Ediciones del viento, 2022), en el que el egiptólogo Tito Vivas recorre de manera muy personal —incluidas las diferencia de amamantamiento entre Carter (una prima de Swaffham), Carnarvon (nodrizas) y el autor (su propia madre)— los escenarios de la vida y la aventura vital del descubridor, entre ellos Amarna, Highclere, la casa de Carter en Luxor (por cierto, reabierta y reformada con motivo del centenario), el Griffith y el Petrie Museum. También visita las tumbas de Carnarvon y Carter.

En cuanto a las novelas, hay muchas, desde el mismo Sinuhé el egipcio de Mika Waltari al último premio Edhasa, La faraona oculta, de Abraham Juárez, en las que aparece Tutankamón (sus nalgas, por ejemplo, fueron objeto de interés para Terenci Moix en El arpista ciego). Novelas centradas propiamente en el joven faraón destaca la recientísima El sueño de Tutankamón del escritor canario Antonio Cabanas (Ediciones B, 2022).

La figura de Carter y el descubrimiento e investigación de la tumba han dado pie a varias novelas muy sugestivas, como Tutankamón (Planeta, 2009), del popular Christian Jacq, que monta toda una trama de misterios (insiste en lo de los papiros escondidos) y aprovecha para ajustar cuentas con su némesis personal la “vanidosa” Desroches Noblecourt, a la que asesinan en la historia. La biografía novelada de Carter del ínclito Philipp Vandenberg, El rey de Luxor (El Aleph, 2005), es muy amena y resulta divertido poder dar rienda suelta a la imaginación con la personalidad tan escurridiza del descubridor: le hace conocer a Agatha Christie, le inventa un amor romántico y tórrido con una mujer; también hace que Carter y Lady Evelyn se den un beso de tornillo al entrar en la tumba.

Entre mis novelas favoritas figura otra, muy bien documentada, que tiene la gracia de meter a Carter en una historia de tintes fantásticos lovecraftianos titulada como la de Cabanas, El sueño de Tutankamón, de Tom Holland (Planeta, 2000). Hay que señalar la entretenidísima La conjura del Valle de los Reyes, de Luis Melgar (La Esfera de los Libros, 2022), que juega con la idea de que Carnarvon hubiera sido asesinado y monta toda una investigación a partir de ello.

Verdadera obra de ficción sin pretenderlo, es divertidísima, leída como gran broma, The Tutankhamun deception, de Gerald O’Farrel (Pan Books, 2001), el sumun de las teorías conspirativas (y bíblicas: Tut sería hijo de ¡Moisés!) y según la cual Carter y Carnarvon mintieron y robaron a espuertas montando una verdadera empresa criminal, encontraron la tumba mucho antes y utilizaron hasta aviones para llevarse sus tesoros, entre ellos, precisamente, la biblioteca de Tutankamón.

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