Pepa Plana reivindica la “impertinencia de la payasa” al ganar el Premio Nacional de Circo

La artista recibe el galardón “por ser pionera en poner a la mujer en el foco de la creación circense” y especialmente en el ámbito del ‘clown’

La payasa Pepa Plana.Albert Garcia

La popular y veterana payasa catalana Pepa Plana (Valls, Tarragona, 57 años), referente internacional, ha sido proclamada hoy Premio Nacional de Circo, galardón que concede el Ministerio de Cultura y Deporte, “por ser pionera en poner a la mujer en el foco de la creación circense y, concretamente, en el ámbito del payaso”. El jurado también ha subrayado su aportación en la “innovación del lenguaje clownesco”. Plana cumplirá el año que viene oficialmente 25 años de payasa (por la fecha de estreno d...

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La popular y veterana payasa catalana Pepa Plana (Valls, Tarragona, 57 años), referente internacional, ha sido proclamada hoy Premio Nacional de Circo, galardón que concede el Ministerio de Cultura y Deporte, “por ser pionera en poner a la mujer en el foco de la creación circense y, concretamente, en el ámbito del payaso”. El jurado también ha subrayado su aportación en la “innovación del lenguaje clownesco”. Plana cumplirá el año que viene oficialmente 25 años de payasa (por la fecha de estreno de su primer espectáculo, en 1998), aunque ya realizaba números de clown varios años antes, “toda una vida de payasa”.

“Estoy superfeliz y en shock, es un flash, osti tú”, ha exclamado la payasa en conversación telefónica con EL PAÍS tras conocer la noticia del premio. “Es un subidón de ego precioso, los premios son un ‘¡lo ves, tonta, no lo haces tan mal!’. Y, ¿sabes qué te digo? Que me lo merezco”. Pepa Plana ha aprovechado para reivindicar “la impertinencia de la payasa”. La artista ha subrayado que “vivimos un momento complicado para todo, de mucha incertidumbre, todo cuesta más que nunca, las giras, los bolos, y un premio así supone un estímulo para no parar”.

A propósito de la polémica del premio del año pasado y el debate que provocó sobre la dicotomía circo contemporáneo/ circo tradicional, Pepa Planas cree que las cosas se salieron de madre. “No me parece tan importante que la gente venga de familias circenses de varias generaciones”, reflexiona, “o que como yo haya tenido que enfrentarse a los padres para ser payasa; alguien tiene que ser la primera generación, y en mi caso soy yo”.

Pepa Plana, alma y directora artística de la compañía que lleva su nombre, es, destaca el premio, “un referente nacional y europeo en el género por la calidad de sus espectáculos y por su contribución en la visualización de las payasas”. Con la Compañía Pepa Plana ha realizado 12 espectáculos, entre ellos De Pe a Pa (1998), Giulietta (2000), Hatzàrdia (2004), L’atzar (2004) y Penèlope (2010). En Èxode (2011) comparte escenario por primera vez con otros dos reconocidos payasos: Joan Montanyès Monti y Joan Valentí Nan.

Tras esta experiencia, continua la producción con su compañía en los espectáculos Despistats (2014), Paraíso Pintado (2016) y Suite (2017). En Voces que no ves (2019) incorpora por primera un dúo de payasas que se convierte en trío en Si tú te vas (2022). Plana es también directora artística del Festival Internacional de Pallasses d’Andorra, una destacada cita del ámbito circense. En 2014 ganó el Premi Nacional de Cultura de la Generalitat de Cataluña.

Curiosamente, Pepa Plana, licenciada en 1989 en el Institut del Teatre de Barcelona, empezó como actriz que no quería saber nada con los payasos. “Fueron diez años. Yo negaba a la payasa, la negué diez años. Aunque al final ganó la payasa. Ahora hablamos de clown de la manera más natural, pero hace 30 años aquí no era fácil ser payaso, no había el panorama profesional que hay hoy. Tenías que irte a París y yo me fui allí, a hacer un stage con Ariane Mnouchkine. Me presenté en la Cartoucherie, su sede, había cientos de personas que querían entrar en el curso, una larga cola. Pasé la prueba tras una entrevista con ella —además en francés, fot-li!, ¡dale fuerte!— en la que le confesé que no había visto ninguno de sus espectáculos, pero quería seguir jugando en el escenario. Era un curso de máscara, en el que se mezclaban máscara balinesa, Comedia del Arte y Payaso, y allí fue donde me puse mi primera nariz roja. Tenía 19 años”.

La payasa Pepa Plana.

Se habla mucho de la mística del payaso, si el payaso se lleva dentro. “Ay madre, todo eso me hace reír, ¿si llevo el payaso dentro? ¡Uy, que duele! El payaso eres tú. No es un personaje. Una actriz o un actor interpretan un personaje. El payaso no emite desde el exterior, es como tú respiras. Como payaso puedes ir mucho más lejos que interpretando, y es mucho más divertido”. ¿Es un niño el payaso? “Es como una infancia extraña, porque tú tampoco eres una niña y de hecho cuanto mayor eres resultas mejor payaso. No hay dos payasos iguales, como no hay dos personas iguales. En el payaso son importantes la verdad y el carisma, lo diferente que eres”. Para Pepa Plana, “la voluntad del payaso no es hacer un arte decorativo, ni amable. El payaso es muy impertinente y es muy pertinente que lo sea”.

A la pregunta de qué payasos la han marcado, responde que admira a maestros como los Colombaioni, aunque no le sirven como modelos. “No hay referentes con las payasas. Las primeras augustas son de los años setenta, tengo hermanas mayores pero no madres ni abuelas”. Dicho esto, afirma que siente “admiración y respeto por todos los compañeros de oficio” cuando se le cita a Tortell Poltrona, o a Monti y añade a Leandro, a Marcel Gros, a Jango Edwards.

Reconoce que hay mucho payaso en Cataluña. “Parece que levantes una piedra aquí y salga un payaso, un poco es verdad, en otros países es menos omnipresente y vital, aunque por supuesto hay otras grandes tradiciones, en Francia, en Bélgica. No creo que tenga que ver con un carácter nacional, que esté en el ADN catalán, pero sí que hay un tarannà, una manera de ser mediterránea que hace que nuestro payaso no tenga que ver con la tradición rusa o estadounidense”.

¿Y cómo es la payasa de Pepa Plana? “Esta pregunta no me la sé”, contesta con una risotada en la que resuena un ruido de zapatones. “Te sorprende a veces cómo te definen los otros. Hay ternura y fragilidad en mi payasa, y hay engaño. Cuando llevo la cresta punk no tengo límite. Me lo paso muy bien como payasa, trasmite mucho optimismo y también rabia”.

¿Se muere payaso? “Sí, sí, no hay marcha atrás, lo eres hasta la tumba. Hasta la tumba, payasa”.

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