Nina Nastasia: los insoportables 12 años de una cantante que se enclaustró en su mejor momento
La estadounidense se borró en 2010 cuando estaba lanzada. Ahora se sabe la verdad: abuso, dependencia dentro de la pareja y unas ganas desesperadas por no vivir. Lo cuenta todo en su nuevo disco
La dimensión de un drama se mide por el tiempo que la persona permanece hundida en su propia tragedia. Nina Nastasia desapareció del mundo de la música (y de todos) en 2010. Estaba lanzada en aquella época. Impulsada por John Peel, el periodista más importante del pop-rock británico, sus discos, a la vez bellos y crudos, llevaban la producción de Steve Albini, el encargado del álbum ...
La dimensión de un drama se mide por el tiempo que la persona permanece hundida en su propia tragedia. Nina Nastasia desapareció del mundo de la música (y de todos) en 2010. Estaba lanzada en aquella época. Impulsada por John Peel, el periodista más importante del pop-rock británico, sus discos, a la vez bellos y crudos, llevaban la producción de Steve Albini, el encargado del álbum In Utero, de Nirvana. Su presencia en los círculos musiqueros sibaritas era extremadamente apreciada. Pero, de repente, se volatilizó. Durante una década no se supo nada de ella. Los seguidores llenaron los foros con teorías que intentaban explicar su sepulcral silencio. Ahora se descubre la verdad. Y es fea. Lo que ocurrió en aquel tiempo pertenece al territorio de las oquedades: abuso psicológico, dependencia dentro de la pareja y ganas desesperadas por desaparecer de este mundo. La salud mental estrangulada. La cantante lo cuenta con poesía, pero sin almíbares en las canciones de su nuevo trabajo, Riderless Horse, que se podría traducir como Caballo sin jinete, título que describe en lo peligrosa que se había convertido su vida.
“El proceso ha sido doloroso y el camino para defenderlo ahora en directo y hablarlo tampoco es fácil. Pero lo acepto como modo de terapia porque me ayuda a entenderlo todo”, cuenta en una llamada telefónica donde no esquiva preguntas y hasta suelta alguna carcajada. Antes, tiene que echar de la habitación donde realiza la entrevista a su perra, que no para de reclamarle atención a base de ladridos. “Perdona, ya estoy aquí”, dice cuando regresa. Básicamente, lo que ha hecho Nina es sobrevivir al abuso, al duelo, a problemas psicológicos y a una experiencia nefasta con la ayahuasca (un alucinógeno) que la tuvo un año en la cama.
La historia vital y artística de Nastasia (Los Ángeles, 56 años) no se puede disociar de la de Kennan Gudjonsson. Nina y Kennan fueron pareja durante 25 años, sentimental y artística. Él participó en los seis primeros discos (de 2000 a 2010) de ella: produciendo, tocando instrumentos, creando el diseño de las portadas e incluso acompañándola en directo. Era una sociedad creativa fructífera y alabada cuando editaban discos. Sin embargo, en su pequeño apartamento del barrio neoyorquino de Chelsea, una pesadilla comenzó a acaparar todas las horas del día. El abuso psicológico que él ejercía sobre ella obligó a Nina a dejar la música, según relata ella misma. La pareja se encerró en su tóxico mundo durante una década. “Éramos infelices y el caos y la enfermedad mental se apoderaron de nosotros. El último año de nuestra relación fue muy duro. Llegó un momento en el que no éramos capaces de cuidarnos a nosotros mismos. Estábamos muy desquiciados psicológicamente. Sentí que si continuábamos juntos [hace un parón de unos segundos]… simplemente no puedo imaginarme lo que hubiera pasado”.
Incluso crear música juntos se convirtió en “una fuente absoluta de miserias”. Se escondieron del mundo, en unas paredes que vieron como una pareja que se amaba ejercía el abuso, el control y la manipulación. “Era como si el moho más negro del mundo estuviera creciendo en la superficie de nuestro piso”, explica la cantante. Y ella decidió romper con él, para salvarlos a los dos. Nastasia dejó el apartamento neoyorquino donde habían estado encerrados 10 años el 26 de enero de 2020; Gudjonsson se suicidó al día siguiente. “Fue terrible. En parte me sentí responsable. Me llegó alguna reacción de amigos suyos, que venía a decir: si no te hubieses ido, él no se habría suicidado. ¡Dios mío! Fue una acción que tomé porque no tenía otra salida. Sí, me sentí responsable de su muerte, aunque sé que intelectualmente no lo soy. Todavía siento un poco de culpa, pero tengo que vivir con eso”, relata. En las letras de las nuevas canciones contenidas en Riderless Horse e interpretadas a guitarra y voz describe el proceso. En Go Away, canta: “No existe otra manera: irme y que así conserves un pedazo. / Entiérrame y siéntete libre”. En Ask Me, entona: “Te amo, pero cada día estamos más cerca de morir”.
“En realidad el disco es un acto de empoderamiento. Ahí documento todo el dolor, pero también una felicidad al descubrir mi capacidad para sobrevivir”, afirma. Son canciones de una extraña belleza: el diario de Nina acoge pasajes tenebrosos, pero los cuenta con una voz dulce y seductora. Musicalmente se mueve en la canción de autor americana, Bob Dylan, Joni Mitchell y cosas más contemporáneas, como la británica Laura Marling.
En aquellos años oscuros intentaron buscar soluciones para salir de su ecosistema opresivo. Cualquier opción podría ser salvadora. La pareja experimentó con las hierbas alucinógenas propias de la chamanería. “Nos sentíamos atrapados tanto en nuestra miseria que fuimos a una ceremonia de ayahuasca, sin saber mucho. No éramos consumidores habituales de drogas, pero nos dijeron que esta te abría la mente y podría venir bien para nuestra depresión”. La primera vez que la probaron les sentó bien. La hierba hizo su trabajo y percibieron las cosas desde una perspectiva estimulante. “Fue muy especial y todo me pareció hermoso. Así que pensé: ‘Bueno, diablos, probemos otra vez”. Este segundo viaje fue nefasto y Nina entró en un brote psicótico. “Es difícil de explicar, pero es la cosa más aterradora que me ha pasado en mi vida. Estoy convencida de que el chamán me dio mucha más cantidad de la habitual”.
Le diagnosticaron Trastorno de Estrés Postraumático y la cantante pensó en internarse en un centro psiquiátrico. “Pero mi médico me aconsejó que igual un hospital podría ser un poco aterrador teniendo en cuenta mi situación”. La cantante decidió quedarse en casa, en una situación de semiinconsciencia debido al efecto de los fármacos y prácticamente sin salir de la cama. “Me costó un año superar esa situación y dejar las pastillas”, señala. Durante este tiempo, Gudjonsson cuidó de ella. Después de la desaparición de su pareja, Nastasia se marchó a vivir a una casa de campo neoyorquina con dos amigos. Allí acudió el productor Steve Albini para ayudarla a realizar Riderless Horse. Los cuatro comían juntos, lloraban, reían y contaban historias.
Nina ha vivido a una situación extrema de la que todavía no ha salido. Tras el disco su próximo paso es salir de gira. Ya ha ejercido de telonera de Mogwai y ahora quiere seguir. “Estoy deseando coger una furgoneta, meter mi guitarra y tocar. Me sienta fenomenal para superar la situación”, señala. Antes de despedirse aclara un punto: “Kennan [Gudjonsson] era una persona extraordinaria para cualquiera que lo haya conocido. Él era simplemente un ser hermoso, pero también increíblemente enloquecedor”.