Javier Bardem: “La masculinidad debe tener dentro la mitad de feminidad”
El actor protagoniza uno de los encuentros del festival de Cannes y habla de su carrera, de sus preocupaciones por el futuro y de su primer gran beso con Penélope Cruz
Lo ha entendido como una charla entre amigos, y acertó en el tono. Esta tarde del viernes, Javier Bardem (Las Palmas, 53 años), cuatro veces candidato al Oscar, una vez ganador de la estatuilla de Hollywood y que en Cannes ganó el premio a mejor actor con Biutiful en 2010, se ha sentado ante una sala a rebosar de estudiantes y cinéfilos que querían repasar junto a él su carrera y poderle realizar preguntas. Bardem, que este verano rodará Dune Parte II, ha doblado el tiempo habitual de estos encuentros y durante casi dos horas charló primero con un periodista francés y respondió d...
Lo ha entendido como una charla entre amigos, y acertó en el tono. Esta tarde del viernes, Javier Bardem (Las Palmas, 53 años), cuatro veces candidato al Oscar, una vez ganador de la estatuilla de Hollywood y que en Cannes ganó el premio a mejor actor con Biutiful en 2010, se ha sentado ante una sala a rebosar de estudiantes y cinéfilos que querían repasar junto a él su carrera y poderle realizar preguntas. Bardem, que este verano rodará Dune Parte II, ha doblado el tiempo habitual de estos encuentros y durante casi dos horas charló primero con un periodista francés y respondió después a todo tipo de cuestiones, llegando a confesar, por ejemplo, su primer gran beso con Penélope Cruz.
Tom Cruise fue el primero de los invitados en esta edición a los encuentros, que se han cerrado con Bardem. Si el protagonista de Top Gun: Maverick no logró comunicar más que su amor por las salas y el aprendizaje en los rodajes, el español —el primero que participa en este formato y el segundo hispano tras Alfonso Cuarón en 2017— conectó rápidamente con la audiencia en inglés con bromas y anécdotas. Bardem declaró al inicio su compromiso por el festival de Cannes y el honor que suponía estar en el certamen que más apoya el cine... aunque por él pasara No es país para viejos y no se llevara ni un galardón, como recordó el presentador. De aquella película, por la que recibió el Oscar, el actor recordó: “Desde casi mis inicios estudio y preparo mis papeles con Juan Carlos Corazza. Investigamos su paisaje y sus motivaciones. Con No es país para viejos pensamos que Anton Chigurh no es que fuera violento, sino que era la violencia. Yo rodé solo, sin conexión con el resto de los actores, matando gente todos los días [risas]. Cuando la vi montada, la disfruté”.
Otro de sus éxitos en Cannes fue Biutiful. “Era la primera película de Alejandro González Iñárritu con un único personaje protagonista, y nos lanzamos a ella”, recordó. “Pero aquel viaje duró seis meses, y para mí fue extenuante. Por cierto, la vi hace poco y todavía es increíble, asombrosa. Iñárritu es uno de los más grandes creadores con los que he trabajado”.
Sobre los inicios de su carrera, comentó lo casual de su primer trabajo en pantalla: “Mi físico me acompaña, no puedo hacer nada para esconderlo. Fui con mi hermana a una prueba para un personaje para Las edades de Lulú, sin ninguna otra intención, y allí me pidieron que me quitara la camiseta. Lo hice y me dieron el papel [risas]. Empecé como un cacho de carne y poco a poco he ido añadiendo cerebro [carcajada]”. De aquellos años y de aquel cine apuntó: “No solo yo era más joven, es que la manera de hacer cine era muy distinta. Eran tiempos muy diferentes. Te preparabas de una manera más privada, secreta y calmada tus papeles. Hoy todo va a otra velocidad, a una rapidez que no es buena para algunas cosas...”.
La omnipresente Pilar Bardem
De ahí pasó a recordar a su madre, Pilar Bardem, fallecida hace casi un año. “El legado es muy importante para mí. Veía a mi madre actuando, a mi tío [Juan Antonio Bardem] dirigiendo, y así aprendí que tenía que ganármelo, que nadie regala nada. Lo mismo tiene que ver con mi activismo político. Venía de casa. Y me siento cómodo con tener mi propia opinión, con defenderla y más en estos tiempos en que todo es materia sensible”. Ante la pregunta de cuál ha sido el momento más difícil de su carrera, confesó: “Perdí a mi madre hace casi un año. Pase unos terribles agosto y septiembre de 2021, recordado el amor y la gratitud recibida por su parte. Y luego fui a Atlanta a rodar Lyle, Lyle, Cocodrile [basada en un libro infantil], donde debía cantar y mostrar mi felicidad. Fue duro, y recordé que hablando con mi madre de ese filme me dijo que tenía que hacerlo no solo por mis hijos, sino por todos los niños, por la alegría. Actuaba como si estuviera lleno de música y felicidad y cuando cortaban volvía a hundirme. Un poco esquizofrénico. Al final el amor por lo que estaba haciendo nacía de mi amor por ella. Mi madre sigue presente en mi vida todos los días, y tras este rodaje sé que de todo se puede sacar enseñanzas”.
En varias de sus respuestas, Bardem aclaró lo que piensa de su trabajo y de lo que siente por la interpretación. Por ejemplo, apuntó: “Amo esa parte de mi trabajo en la que construyo la psicología. Me gusta dibujar y hago retratos de rostros, porque lo que me interesa es ahondar en el ser humano y encontrar y construir lo que haga singular a cada papel. Lo único bueno de la pandemia fue llevar mascarilla y poder espiar a la gente tapado... Aunque, claro, solo ves la mitad de sus caras”. De la conexión con la audiencia, explicó: “Como actor luchas por entretener, por atrapar al público, pero a la vez reflexionas sobre si la película hace crecer a la gente, si abre debates, si logra que sus espectadores mejoren en su interior”. Después de una anécdota sobre Al Pacino —su dios― y sus comentarios ante la tripa embarazada de Penélope Cruz, remato: “Nuestro trabajo no cambia vidas, pero puede que en algunos momentos signifique algo a alguien. Hay que luchar por esos instantes de conexión emocional”.
“El último día de ‘Vicky Cristina Barcelona’ rodamos nuestro beso. Nos besamos, y seguimos, y seguimos, y cuando quisimos darnos cuenta el equipo se había ido”
También apostó por desdramatizar la interpretación. Dejó de ser actor del método tras un accidente en el rodaje de Éxtasis, del que le queda el dedo meñique de la mano derecha sin movimiento. “A todos los jóvenes actores les diría que tienes que estar sano para interpretar la enfermedad”, como defensa de que los personajes no pueden devorar a la persona, aunque a cambio confirmó que sigue siendo “un obseso del control en las filmaciones”. Y contó entre risas: “Hay momentos en que te ves en un barco de piratas con fantasmas, corsarios, zombies o en el desierto de Jordania con Villeneuve, Zendaya, Chalamet y caracterizado, y piensas: ‘Es un buen día en la oficina”. Con otra historia de Pacino remarcó que jamás dirigirá. “No tengo ese deseo, es muy difícil”.
Penélope Cruz y su primer gran beso
Penélope Cruz apareció en la conversación en diversos instantes. “En Loving Pablo, ella amó el proceso creativo aunque odiaba a mi personaje. Y en Todos lo sabe, yo fui quien me preocupaba constantemente por su estado de ánimo porque durante cuatro meses dio vida al viaje emocional de tres días de una madre a la que han secuestrado su hija”. Contó que durante el rodaje de Vicky Cristina Barcelona, el equipo masculino se metía con él porque era el objeto de deseo de Rebecca Hall, Scarlett Johansson y Penélope. Yo bromeaba con Rebecca y Scarlett, y estaba más distante con Penélope. “Como cuando en el colegio te gusta una chica y ni te acercas a ella”. Hasta el último día. “Esa jornada rodamos nuestro beso. Nos besamos, y seguimos y seguimos, y cuando quisimos darnos cuenta el equipo se había ido”. Aunque en el escenario dijo que aquel fue el inicio de la relación, acabado el acto no estaba tan seguro. “Lo que sí es cierto es que ese beso no está en la película y que Woody nos envió la secuencia como regalo de bodas”.
Y de la sociedad actual apuntó sus sentimientos encontrados con las plataformas (“Todo director tiene derecho a ver su película en gran pantalla, y a la vez hay películas que solo se han hecho por ellas”), y su menú infinito (“Noto con mis hijos que necesitamos mucho tiempo para decidir qué vemos, y a la vez tienes acceso a un montón de películas”). A Bardem le preocupa la actual “pérdida de concentración, hay que leer más libros y mirar menos el móvil”. Y alertó sobre las redes sociales: “Me aterra el bullying en internet. Soy mayor, pero entiendo que debe de ser muy difícil ser uno mismo en un mundo, el actual, en el que todo se puede grabar. Hoy no existes si no existes en las redes sociales, lo cual es una mentira increíble. Y desde luego contratar un intérprete por sus seguidores en redes es un error descomunal”.
A Bardem le preguntaron que si podía definir la masculinidad y reflexionó mucho antes de responder: “La masculinidad debe tener mitad de feminidad en su interior. Tenemos que luchar por la combinación en vez de abandonarnos a la confrontación. Vengo de una sociedad patriarcal, a la que tenemos que superar. Pero, sin dejar de lado la lucha por la igualdad y la equidad, tenemos que recordar que lo que hace buenas las películas es el talento de sus creadores, y no su género, su religión o su etnia”. ¿Qué ha aprendido estos años? “Soy un afortunado, lo sé. Espero seguir adelante en paz con mi gente. He aprendido que hay otras opiniones y que debes de convivir con ellas y aceptarlas. Y a la vez soy consciente de lo vulnerables que somos. La violencia no soluciona nada, a pesar de que habita en nuestro interior. Necesitamos respirar y buscar momentos de paz”.
Tras casi dos horas, y después de pedir que el público le llamara maestro (“Necesito grabaros diciéndomelo: Farhadi se reía de mí porque iba a dar una clase magistral”), Bardem acabó la charla y firmó decenas de autógrafos. Tan feliz como los asistentes.