Asunción Gómez-Pérez, la nueva académica de la RAE que enseña a las máquinas a hablar un español correcto
Catedrática de Inteligencia Artificial, recién elegida para ocupar la silla q de la institución, advierte de que el reducido vocabulario que se usa en las redes sociales “supone una pérdida de riqueza para la lengua”
Un ramo de flores y los aplausos de sus colaboradores recibieron a Asunción Gómez-Pérez (Azuaga, Badajoz, 54 años) a la mañana siguiente de ser elegida para la silla q de la Real Academia Española (RAE) en el pleno del jueves 7 de abril. Esta catedrática en Inteligencia Artificial, ...
Un ramo de flores y los aplausos de sus colaboradores recibieron a Asunción Gómez-Pérez (Azuaga, Badajoz, 54 años) a la mañana siguiente de ser elegida para la silla q de la Real Academia Española (RAE) en el pleno del jueves 7 de abril. Esta catedrática en Inteligencia Artificial, vicerrectora de Investigación, Innovación y Doctorado de la Universidad Politécnica de Madrid, ganó en la votación al otro candidato, Senén Barro, también estudioso de la misma materia. Parece que con su designación la RAE pone un punto y aparte: Gómez-Pérez es la persona más joven de todos los académicos (los 40 de número más los cuatro electos) y la primera procedente del área de la Tecnología de la Información y la Comunicación. Con ella se confirma, además, la tendencia a incluir más académicas en la institución: de los últimos cuatro elegidos, tres son mujeres. La profesora Gómez-Pérez recibe al periodista con un pequeño ejército de fichas desplegadas sobre su mesa a las que lanza ojeadas para ayudarle en sus respuestas, una señal de su oficio docente y de una mente habituada a resolver problemas desde la lógica matemática. En la conversación recurre a explicar sus razonamientos con croquis cuando ve que su interlocutor se queda rezagado.
Pregunta. ¿Qué siente al llegar a la RAE, donde dominan filólogos y escritores?
Respuesta. También hay otras profesiones. Cuando en febrero [el académico], Pedro García Barreno me planteó proponer mi candidatura, me quedé gratamente sorprendida. Me explicó que la RAE deseaba fortalecer el tema de la inteligencia artificial en la lengua y no quedarse atrás en la aplicación de las nuevas tecnologías. Dado que en los proyectos de investigación trabajo con diccionarios, tesauros y tecnologías del lenguaje, mi perfil podía ser idóneo.
P. ¿Por qué quiso ser informática?
R. Mi padre es médico, mi madre, química, y yo iba a estudiar Farmacia, pero me gustaban más las matemáticas. Opté por Informática, unos estudios que estaban comenzando en 1985. Vine a la Politécnica, luego hice el doctorado y estuve un año en la Universidad de Stanford (California). A mi vuelta creé un grupo en Ingeniería Ontológica, que realiza investigación básica e innova en proyectos de colaboración con empresas y administraciones.
P. ¿Qué es la ingeniería ontológica?
R. Las ontologías son modelos computacionales que hacen a un sistema ser inteligente, y para ello utilizan palabras. Normalmente, las ontologías se construyen en inglés porque la comunidad científica trabaja en ese idioma. Pero en torno a 2006 nos dimos cuenta de que esto era una barrera para transferir la tecnología a las empresas en España. Por ello, empezamos a investigar en métodos para traducir esos términos, y construimos programas y algoritmos que hicieran esa traducción. Para ello había que usar diccionarios, tesauros, corpus... Mire, en cualquier diccionario uno tiene una palabra, con su definición, y la entendemos porque sabemos leer el idioma, conocemos la gramática... pero cuando uno quiere que el ordenador entienda un texto, necesita un lenguaje computacional. Son como unas gafas que nos ponemos para entender un texto.
P. Como experta en inteligencia artificial, que según la RAE es la ciencia que crea programas informáticos que ejecutan operaciones comparables a las realizadas por la mente humana, como el aprendizaje o el razonamiento, ¿cuál ha sido su labor investigadora?
R. He coordinado numerosos proyectos internacionales y nacionales. En muchos hemos realizado análisis del procesamiento del lenguaje natural, que permite al sistema de inteligencia artificial entender un texto escrito y extraer datos, para posteriormente razonar con ellos.
P. ¿Cómo va a trasladar todos esos conocimientos a la RAE?
R. La inteligencia artificial está presente en nuestro día a día en numerosas aplicaciones y dispositivos. Lo que se necesita es que cuando las máquinas se comuniquen con los usuarios empleen un español correcto. Ese es uno de los objetivos del proyecto Lengua Española e Inteligencia Artificial (LEIA), de la RAE [presentado en Sevilla en 2019]. En España se anunció [el 1 de marzo] el Proyecto Estratégico para la Recuperación y Transformación Económica (Perte) de la Nueva Economía de la Lengua [con 1.100 millones], en el que ya hay actuaciones, como el convenio que acaban de firmar la RAE y el Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital. Este proyecto concienciará de la necesidad de un buen uso del español en los nuevos medios y aplicaciones. Muchas veces, utilizamos un vocabulario muy reducido en las redes sociales y ello supone una pérdida de la riqueza de nuestra lengua. Además, hay que adaptarlo a las variantes de España y Latinoamérica.
P. ¿Cuáles son esas máquinas?
R. Cualquier dispositivo que tenga un software: una computadora, un robot, un móvil, un coche, un tractor, una nevera... todo lo que esté conectado a internet y pueda recibir y enviar mensajes escritos o hablados.
P. Esas máquinas suelen traer un manual de instrucciones incomprensible, que son malas traducciones del inglés.
R. Uno de los objetivos de la simbiosis de la inteligencia artificial y la lengua es mejorar esas traducciones para un español correcto. Ahí hay que hacer un trabajo importante con los neologismos.
P. Por cierto, en su cuenta de Twitter su biografía estuvo en inglés. En la opción de traducir que daba esta red social, el “director” del inglés se mantenía en español, como si usted fuese un hombre.
Se dice que en el modelo chino, la inteligencia artificial es para tener controlada a la sociedad
R. Eso ocurre porque es una traducción literal. Si se hubiese enriquecido con un listado de nombres de hombres y mujeres, el sistema tendría más inteligencia. La traducción debe tener en cuenta el contexto en que está esa palabra.
P. También en inglés se escribe la mayoría de la ciencia.
R. El problema se encuentra en que a los investigadores se nos evalúa y promociona por publicar en revistas de prestigio que están en inglés. Mientras el sistema de evaluación del personal investigador en España no cambie, es previsible que los científicos sigamos publicando en ese idioma.
P. ¿Qué está por venir con esas máquinas que nos escuchan y nos hablan?
R. Si busca alguna idea enfocada más hacia la ciencia ficción, me atrevo a comentar la neurotecnología: pensar una frase y que mi pensamiento genere un texto a través de las señales que emite mi cerebro, que escribamos con la mente. Eso sería para mí el futuro más apasionante en el que investigar.
P. ¿Podría suceder como en la película 2001: Una odisea el espacio, que un supercomputador se rebele y vaya contra los humanos?
R. Hay que dar a la ciudadanía mensajes de tranquilidad y confianza con las aplicaciones de inteligencia artificial, pues han de ser seguras y respetuosas con la privacidad. La Comisión Europea está desarrollando normas para el uso ético y seguro de la inteligencia artificial en empresas, industrias y Administraciones, siempre situando en el centro al ciudadano. Frente al modelo de EE UU, que está movido por lo económico, o el de China, que busca tener controlada a la sociedad.
Hay que dar a la ciudadanía mensajes de tranquilidad y confianza con las aplicaciones de inteligencia artificial
P. ¿Las máquinas hablarán también un lenguaje inclusivo?
R. No he trabajado mucho en ese campo, pero es importante hacer los textos comprensibles sin que sean farragosos.
P. Es usted la decimocuarta mujer que ingresa en la RAE en sus 309 años de historia.
R. En la Politécnica hay más profesores e investigadores que profesoras e investigadoras; estoy acostumbrada a trabajar en entornos en los que hay menos mujeres que hombres. Es importante que las instituciones no renuncien a la mitad del talento; cuanto más equilibrada esté esa representación, basado en el mérito y la capacidad, mucho mejor.
P. En su tiempo libre qué lee.
R. Me gusta mucho leer tecnología. Las vacaciones las aprovecho para leer aquello técnico que no me ha dado tiempo por la gestión en el Vicerrectorado. Ahora estudio todo lo que tiene que ver con la ética de la inteligencia artificial y las implicaciones sociales de la tecnología.
P. ¿Ha pensado de qué tratará su discurso de ingreso?
R. Estará relacionado con la lengua y la inteligencia artificial. También me atrae hablar del uso en la ingeniería de la letra q.