Olafur Eliasson busca el rumbo en el arte para navegar el presente
El artista escandinavo descubre en la exposición ‘Navegación situada’ en galería Elvira González de Madrid su trabajo más reciente: acuarelas, móviles e instalaciones realizadas durante la pandemia
Lamentaba Olafur Eliasson, conectado telemáticamente con la galería Elvira González de Madrid desde su casa en Copenhague el viernes por la mañana, que la reunión con la prensa fuera en dos dimensiones. Al artista danés-islandés de 55 años, uno de los grandes nombres del arte contemporáneo cuyas exposiciones en museos como la Tate Modern o el Guggenheim de Bilbao atraen a cientos de miles de visitantes, ...
Lamentaba Olafur Eliasson, conectado telemáticamente con la galería Elvira González de Madrid desde su casa en Copenhague el viernes por la mañana, que la reunión con la prensa fuera en dos dimensiones. Al artista danés-islandés de 55 años, uno de los grandes nombres del arte contemporáneo cuyas exposiciones en museos como la Tate Modern o el Guggenheim de Bilbao atraen a cientos de miles de visitantes, le gusta ahondar en la poesía de lo tangible e indagar en el espacio, el color, la óptica y la naturaleza. Hay juego y magia en sus obras, un cierto ilusionismo que le permite reflexionar sobre el presente, plantear sutiles interrogantes y cambios de perspectiva en torno al lugar que el ser humano ocupa en un mundo amenazado por crisis como la climática.
En Navegación situada —la muestra exhibe hasta el 2 de abril en la galería madrileña su trabajo más reciente realizado en los dos últimos años en su estudio en Berlín— Eliasson busca literalmente el norte con brújulas: una serie de cuatro esculturas móviles que ha construido y penden del techo. “Están hechas con flechas porque practico el tiro con arco desde hace tiempo para corregir mis problemas de espalda y hay muchas en mi estudio. Disparo de noche y al atardecer. Construí las brújulas poniendo un imán bajo las flechas”, explica. “Los instrumentos de navegación pueden tener algo obsoleto, pero los cuerpos, la gravitación, están ahí, nos sitúan”.
En otra sala, una serie de siete inmensas acuarelas le permiten jugar delicadamente con la geometría y la descomposición del color. Eliasson empleó un compás y aplicó varias capas de colores distintos, pero no en todas las secciones que componen esos círculos. “Soy más de hablar de contenido que de forma, más del porqué, que del cómo”, apunta. “Lo que ves es la parte que no está pintada, porque a veces la ausencia de un relato acaba por volverse el relato mismo, a veces la acción es simplemente decidir dejar de hacer. La indolencia o la pasividad forman parte de nuestras elecciones”. El arte, defiende Eliasson, es un lugar que debe permitir escuchar y sentir, sin tener que delimitar con largas cartelas explicativas lo que el espectador “debe ver”.
La pieza Lava residue presenta unas planchas perforadas de vidrio de colores superpuestas y colocadas sobre un madero, uno de los muchos que las corrientes marinas mueven desde Siberia hasta Islandia. “Esos troncos llegan a un país en el que apenas hay árboles”, apunta. “El vidrio son los colores de un volcán sostenidos por madera que llega con la marea”. Esta pieza conecta con la idea del rumbo de sus brújulas y pretende señalar esa dicotomía entre quietud y movimiento: “A veces pensamos que nosotros nos movemos y todo lo demás está quieto”.
En la última sala expone una proyección The missing left brain. Unas lentes en una caja oscura van girando iluminadas por luz blanca creando cambiantes formas de colores que se reflejan en una semiesfera y en un espejo, casi como en caleidoscopio con un toque psicodélico. “Las historias que hoy nos cuentan no nos llegan desde una única óptica. Todo el mundo tiene lentes en su teléfono hoy día, y todos somos narradores”, reflexiona.
El artista dice admirar la descompartimentalización de las nuevas generaciones, que mezclan disciplinas e ideas sin límites. También defiende la imaginación y la fantasía. “La magia está en todas partes. Los locos de ayer son los visionarios de hoy”, afirma. En su charla menciona al filósofo Bruno Latour, a la bióloga Donna Haraway —”su trabajo habla de conocimientos situados”— y al semiólogo argentino Walter D. Mignolo. No elude la reflexión sobre el momento presente, y para ello emplea una cita de la escritora estadounidense de ciencia ficción N. K. Jemisin: “Empecemos con el fin del mundo, ¿por qué no? Lo hacemos y pasamos a cosas más interesantes”. Así que el artista insiste, “necesitamos brújulas para mirar hacia adelante”. Ahí la clave de su Navegación situada.
Exposicion 'Navegación situada'
Hasta el 2 de abril en la galería Elvira González.
Calle Hermanos Álvarez Quintero, 1. Madrid.
Horario: de lunes a viernes, de 10.30 a 19.30. Sábado, de 11.00 a 14.00. Domingo, cerrado.