El delantero que no quería serlo
El drama uruguayo ‘9′ critica la insoportable presión que sufren los deportistas de élite a través del retrato de una estrella del fútbol de la selección de su país, aunque en pantalla no haya imágenes de este deporte
El mordisco propinado por el futbolista Luis Suárez a Giorgio Chellini en el partido Uruguay-Italia del Mundial de Brasil 2014 —por el que la FIFA lo sancionó a dos años sin poder jugar con su selección― desató “una locura negacionista en el país: las imágenes se pasaban una y otra vez y nadie quería ver la realidad, fue una enajenación colectiva muy tremenda”. Lo explica el director de cine uruguayo Nicolás Branca, que firma junto a Martín Barrenechea 9, ópera prima estrenada este...
El mordisco propinado por el futbolista Luis Suárez a Giorgio Chellini en el partido Uruguay-Italia del Mundial de Brasil 2014 —por el que la FIFA lo sancionó a dos años sin poder jugar con su selección― desató “una locura negacionista en el país: las imágenes se pasaban una y otra vez y nadie quería ver la realidad, fue una enajenación colectiva muy tremenda”. Lo explica el director de cine uruguayo Nicolás Branca, que firma junto a Martín Barrenechea 9, ópera prima estrenada este fin de semana en el Festival de Cine Iberoamericano de Huelva, en lo que supone el regreso del profundo diálogo que mantiene históricamente el cine latino con el universo del fútbol. No obstante, absténganse los aficionados que quieran encontrar en este filme un relato de épica deportiva, sentimiento de orgullo nacional o secuencias de espectáculo balompédico. 9, coproducida entre Argentina y Uruguay, es una película sobre el fútbol pero sin fútbol. Una crítica manifiesta al negocio y los intereses mercantilistas que rodean a los deportistas de élite, convertidos muchas veces en víctimas de un sistema que los presiona hasta que, a la postre, les roba el control de sus vidas y sus carreras deportivas.
“El caso de Luis Suárez es un disparador muy puntual”, admite Branca, para reflexionar en esta película sobre “este circo romano contemporáneo de dedo para arriba y dedo para abajo con estos chavales, con los que todo va bien cuando triunfan, pero que en medio minuto pueden pasar a ser desechables”. De hecho, el proyecto fílmico se materializó en la mente del cineasta en el contexto de ese Mundial de Fútbol de 2014, cuando Suárez vuelve sancionado a Uruguay e intenta refugiarse de la presión mediática en casa de su madre. “Pasé un día por la zona con el auto y me encontré una escena absolutamente demencial: había cientos de periodistas acampados, también montones de fanáticos, que llevaban allí días; había hasta puestos de comida rápida. Me pareció algo muy violento”, prosigue el director. “Ahí tenía ya el plano, aunque a mí me interesó conocer el contraplano: qué estaría pasando dentro”.
Al igual que Suárez, el protagonista de 9, Christian Arias (interpretado por Enzo Vogrincic), es un futbolista de 23 años al que, tras un incidente en el campo, esconden en una mansión de un exclusivo barrio privado a las afueras de Montevideo. Asediado por los fanáticos, presionado por la prensa y condenado a cumplir los compromisos pautados por su padre y representante, vive aislado en este entorno lujoso, solitario y ajeno, envuelto en una rutina opresiva. Los espacios, una suerte de no-lugares de belleza perturbadora, se convierten en “un personaje más”, admite el director, que coloca las cámaras de manera magistral en una película cargada de simbolismo donde la información no verbal y la imagen “tienen un poder expresivo y de codificación”.
La película tiene una cadencia de “tiempo detenido”, por lo que los directores quisieron “regalar al espectador planos interesantes que pudieran sorprender para compensar el ritmo”, explica Barrenechea, que dirige al 50% el largometraje junto con Branca. No obstante, en este juego de símbolos que es 9 —el mismo número que luce Luis Suárez a la espalda de su camiseta―, los cineastas han partido la película “en dos tiempos, como en un partido de fútbol: un primero más opresivo y un segundo tiempo más luminoso, abierto a la improvisación”.
El estreno mundial en Huelva de 9 coincide con grandes polémicas en el mundo deportivo como la suscitada el pasado verano en los Juegos Olímpicos de Tokio tras la decisión de la gimnasta Simon Biles de dejar la competición y confesar problemas de salud mental tras los abusos de su entrenador, Larry Nasar. “También ha coincidido en Uruguay con varios casos de suicidios de jóvenes deportistas. Se convierten en el epicentro de una maquinaria que mueve muchos intereses y en la que, de repente, se encuentran presos. Porque aunque el fútbol atraviesa todas las clases sociales, existe un perfil de niños con grandes dotes para el fútbol que son empujados a la gran competición para salvar económicamente a sus familias. En realidad, la capacidad para elegir es de clases medias, ellos no tienen opción, es un planteamiento muy difícil”, reflexiona Branca, que tras su paso por el Festival de Cine Iberoamericano visitará Santiago de Compostela, donde la película se proyectará este martes 16 de noviembre en el marco del Festival Cineuropa. El estreno en salas comerciales en Uruguay está previsto para el próximo mes de marzo.