‘Petite maman’, un gran poema sobre el duelo infantil
Céline Sciamma atrapa como nunca el misterio del amor de una hija por su madre en esta preciosa película
Pocas películas, posiblemente ninguna, han atrapado el misterio del amor de una hija por su madre como lo hace la preciosa Petite maman. La última película de la francesa Céline Sciamma es un conmovedor poema sobre el duelo visto desde los ojos de una niña de ocho años que acaba de perder a su abuela materna. Esa muerte la enfrentará por primera vez al dolor de la ausencia y la orfandad. Un rito de iniciación en el que la pequeña niña y la pequeña madre del...
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Pocas películas, posiblemente ninguna, han atrapado el misterio del amor de una hija por su madre como lo hace la preciosa Petite maman. La última película de la francesa Céline Sciamma es un conmovedor poema sobre el duelo visto desde los ojos de una niña de ocho años que acaba de perder a su abuela materna. Esa muerte la enfrentará por primera vez al dolor de la ausencia y la orfandad. Un rito de iniciación en el que la pequeña niña y la pequeña madre del título se encontrarán frente a la más insondable de las pérdidas para recorrer juntas el camino de la memoria y el consuelo.
En la primera secuencia de Petite maman la niña protagonista se despide de las ancianas de una pulcra residencia. Recorre un largo pasillo diciendo adiós a cada residente hasta que en la última habitación ya no hay nadie a quien despedir. Allí la espera su madre, que en silencio recoge unas pertenencias frente a una cama vacía. La mujer se gira y, de espaldas al espectador y a la niña, mira por una enorme ventana mientras el título de la película aparece sobre sus abatidos hombros. Desde ese instante y hasta el final, una callada y profunda emoción se apodera del espectador.
Como ocurría en Tomboy (2011), la directora de Retrato de una mujer en llamas vuelve a demostrar su enorme conocimiento y respeto por el universo infantil. De manera sigilosa, sin manipularlos, Sciamma se sitúa a su misma altura, confiando en sus propios códigos y lenguaje. Petite maman se nutre así de diminutos gestos y silencios que en un alarde de sensibilidad y finura bordan esta aproximación al vacío de la muerte desde la perspectiva de una niña que invoca el poder de su imaginación para comprender y consolar a su inconsolable madre. A Petite maman le bastan cinco personajes (dos niñas maravillosas, una pareja y una abuela) para desplegar un planteamiento tan mínimo y transparente en la forma como complejo en el fondo. Una película cuyo audaz acercamiento a lo sobrenatural no requiere trampas ni artificios.
Sciamma sitúa su indagación en un espacio que le permite abrir la puerta del pasado: la casa ya vacía de la abuela, el lugar de la infancia de la madre, un lugar doméstico suspendido en el tiempo que podría responder a los años setenta, a los ochenta y al ahora mismo. Allí, mientras los adultos se atascan en la gestión de su dolor, la niña construirá su propia tabla de salvación a través del amor y la fantasía. Sciamma convierte su película en un mágico cuarto de juegos donde cada elemento tendrá su función evocadora. El bosque que rodea la casa, con sus troncos y hojas; la cocina, con su vajilla y muebles; la cama de madera del cuarto infantil o un viejo papel de pared le valen para cruzar una y otra vez el espejo. Estancias despojadas que le servirán a la cineasta para conducir al espectador por un entramado en el que presente y pasado irán de la mano. Sin caer en el subrayado emocional ni tampoco en un virtuosismo frío o distante, alejándose de cualquier simulacro, la cineasta logra dar cuerpo a su pequeño milagro, una poderosa elegía sobre el definitivo encuentro entre una niña sola y su tristísima madre.
Petite maman
Dirección: Céline Sciamma.
Intérpretes: Joséphine Sanz, Gabrielle Sanz, Nina Meurisse, Stephane Varupenne, Margot Abascal.
Género: drama. Francia, 2021.
Duración: 71 minutos.