‘Candyman’, el hombre del saco es el desafío afroamericano

Nia DaCosta aprovecha el terror para llevarlo al terreno del activismo social, la denuncia del racismo en Estados Unidos y la alegoría sobre la xenofobia

Yahya Abdul-Mateen II en 'Candyman'. En el vídeo, el tráiler.

El mito de Candyman (atrévase a pronunciar cinco veces su nombre delante de un espejo) nació a partir de un relato del británico Clive Barker titulado Lo prohibido, convertido más tarde por el mismo escritor en cortometraje homónimo, en el año 1978. Pero la leyenda urbana inmersa en su texto no se hizo famosa hasta Candyman, el dominio de la mente (1992), película de Bernard Rose con reputación de notable —que para este crítico no pasa de lo discreto, pese a sus puntos de interés—, qu...

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El mito de Candyman (atrévase a pronunciar cinco veces su nombre delante de un espejo) nació a partir de un relato del británico Clive Barker titulado Lo prohibido, convertido más tarde por el mismo escritor en cortometraje homónimo, en el año 1978. Pero la leyenda urbana inmersa en su texto no se hizo famosa hasta Candyman, el dominio de la mente (1992), película de Bernard Rose con reputación de notable —que para este crítico no pasa de lo discreto, pese a sus puntos de interés—, que amplificaba el cuento de terror de Barker y que provocó dos olvidables secuelas posteriores.

Pero es ahora, en 2021, cuando llega la obra más ambiciosa sobre la figura: Candyman, a secas, secuela producida y coescrita por Jordan Peele y dirigida por Nia DaCosta, que, como la soberbia Déjame salir, aprovecha el terror para llevarlo al terreno en el que suele moverse el director de Us: el activismo social, la denuncia de la situación de los afroamericanos en Estados Unidos, y la alegoría sobre el racismo. La crítica del sistema trasciende al miedo: con la creación (y posterior destrucción) de guetos por parte de los blancos; con las detenciones violentas (y a veces, criminales) por parte de la policía; y con los excesos de los poderes ejecutivo y judicial.

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Consciente de que la figura del hombre alto y desgarbado con abrigo largo y un garfio por brazo no daba demasiado miedo incluso en los noventa, DaCosta —que será la encargada de Capitana Marvel 2— ha eliminado casi por completo su imagen y reducido su presencia. Incluso en buena parte de los crímenes la ha convertido en una figura invisible, lo que da pie a secuencias mucho más impactantes en su puesta en escena, ayudadas además por el mundo del arte contemporáneo en el que se mueve el pintor protagonista. Así, junto a las bellas recreaciones con formas de sombras chinescas que rememoran la película de Rose, con la que además hay una muy ingeniosa fusión entre los personajes de una y otra, esta Candyman ofrece un rico catálogo de encuadres, pausados movimientos de cámara, líneas arquitectónicas y sofisticación artística.

El terror, presente, por supuesto, pero nunca sobrecogedor, queda así velado por el estilo y, sobre todo, por el subtexto: Candyman no es ningún hombre del saco, sino el modo en que los negros, como individuos y como comunidad, afrontan los desafíos actuales y pasados en la era del #BlackLivesMatter.

CANDYMAN

Dirección: Nia DaCosta.

Intérpretes: Yahya Abdul-Mateen II, Teyonah Parris, Nathan Stewart-Jarrett.

Género: terror. EE UU, 2021.

Duración: 91 minutos.

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