Rauw Alejandro, el nuevo ídolo del pop latino
El músico puertorriqueño interpreta la canción más vendida en España, colabora con Rosalía, ‘The New York Times’ lo ensalza y se suma a la dominación de la música urbana en español
Rauw Alejandro está mostrando sus tatuajes. En un lado del cuello, un gran rostro de una geisha y en el otro un samurái; el brazo derecho está forrado de personajes de anime. Su reloj, con incrustaciones de diamantes, se lo regaló alguien generoso: cuesta 70.000 dólares (unos 59.000 euros). También exhibe piedrecitas brillantes en su blanca dentadura. Y un diente de oro. “Sí, cuesta mucho. Pero no te creas, soy de los reguetoneros que menos joyas llevan. Me pongo cadenas finas y sencillas”, afirma con una sonrisa repleta de centellas. Afuera, en la puerta del hotel madrileño dond...
Rauw Alejandro está mostrando sus tatuajes. En un lado del cuello, un gran rostro de una geisha y en el otro un samurái; el brazo derecho está forrado de personajes de anime. Su reloj, con incrustaciones de diamantes, se lo regaló alguien generoso: cuesta 70.000 dólares (unos 59.000 euros). También exhibe piedrecitas brillantes en su blanca dentadura. Y un diente de oro. “Sí, cuesta mucho. Pero no te creas, soy de los reguetoneros que menos joyas llevan. Me pongo cadenas finas y sencillas”, afirma con una sonrisa repleta de centellas. Afuera, en la puerta del hotel madrileño donde nos encontramos, dos decenas de jóvenes esperan desde hace horas confiados en que el músico les conceda algunos segundos. “¿Sabes si va a salir y si se hará fotos con nosotros?”, preguntan al periodista.
Hasta 15 personas asisten al artista en su estancia en Madrid. En la amplia estancia donde se realiza la entrevista uno siente varios ojos observando. Aroma de estrella. Porque su tema Todo de ti es número uno de ventas y escuchas en las plataformas en varios países, entre ellos España, y dato importante en estos tiempos: en las redes sociales donde se exhibe una ruidosa vida paralela, Instagram y TikTok, es la canción preferida de los usuarios para poner banda sonora a sus vídeos caseros. Alejandro lo está petando, vamos; o como dicen en su tierra, Puerto Rico, “la está rompiendo, cabrón”.
“La mujer es mi fuente de inspiración. Me crie con mi madre, mi abuela y mi hermana. Son diosas. También tengo mis novias, claro. Es bonito escribir para hacerlas sentir poderosas y sexis”, afirma
Alejandro pertenece a la generación de artistas puertorriqueños que colonizan vorazmente las listas de las canciones más escuchadas. Él tiene 28 años; Bad Bunny, 27; Ozuna, 29; Anuel, 28; Myke Towers, 27; Jhay Cortez, 28… Son la escena de 2015-16, que cantaron en lo que ellos llaman partys, en La Perla, ese conjunto de calles del Viejo San Juan que a los turistas aconsejan no visitar. “Aunque ya no es tan peligrosa como antes”, apunta Alejandro. Todos ellos muestran un respeto genuflexo a los padres del reguetón (Daddy Yankee, Nicky Jam, Don Omar, Tego Calderón…), pero no renuncian a experimentar con otros ritmos y a actualizar la temática. Conservan, eso sí, el español como idioma para cantar, con lo que han conseguido últimamente que el castellano supere al inglés como lengua principal de la música pop.
Alejandro nació en Palma Sola, un pequeño y humilde barrio de Canóvanas (norte de Puerto Rico) en una familia de clase media “tirando a baja”. Su padre, guitarrista y cantante nacido en Brooklyn (Nueva York), le dio a conocer a los héroes de la música estadounidense: Elvis Presley, James Brown, Michael Jackson. Su madre, que cantaba en la orquesta del padre, le mostró “los valores de la vida: hay que trabajar fuerte y duro para conseguir los objetivos”. Sus padres se divorciaron cuando él tenía 10 años y se marchó a vivir con su madre a Carolina, un populoso municipio al este de San Juan, la capital de Puerto Rico. “Me afectó el divorcio porque perdí la relación con mi papá, que se fue a Estados Unidos. Mi madre tenía tres trabajos para mantenernos a mí, a mi hermana y a mi abuela. Con 18 años me fui a Estados Unidos con mi padre y recuperé la relación... hasta hoy. Ahora estamos en paz”, relata.
En Carolina se forjó como artista. “De allí salen todos los reguetoneros, es la cuna. Los primeros dj y productores se fueron a Carolina y se creó un ambiente musiquero. Ahora existen más estudios de grabación que escuelas o parques deportivos”, informa. Comenzó a publicar canciones en la plataforma musical digital Soundcloud y aquello se embaló. Su primer disco, Afrodisiaco, se publicó en 2020 y ahora llega el segundo, Viceversa, que lo abre Todo de ti y se aparta del reguetón para buscar otros ritmos bailables: pop, house, funk. De este trabajo ha dicho The New York Times: “Dibuja un nuevo modelo para el pop en español”. El influyente periódico estadounidense también le llama “playboy”. Él se ríe al escucharlo: “Eso está bien, ¿no? Parece que estamos haciendo un buen trabajo y yendo mucho al gimnasio. Siempre estoy contento por cualquier halago”. Alejandro es un tipo positivo, obediente con lo que le indica su discográfica, un buen chico que no pone demasiados problemas a la a veces perezosa promoción. Y religioso: de su cadena fina cuelga Jesucristo. “Mis padres me enseñaron a no quejarme, a ser agradecido y a seguir para adelante”, señala.
“Me afectó el divorcio de mis padres porque perdí la relación con mi papá, que se fue a Estados Unidos. Mi madre tenía tres trabajos para mantenernos”, revela
Algunos siguen criticando la lírica de los artistas urbanos latinos. Un ejemplo de una de su último trabajo, 2/Catorce: “Qué rico tener que desnudarte/. No tengo que hacer mucho pa’ calentarte. / Baby, hoy te voy chingar. / Y al oído vas a gritarme que siempre me vas a amar”. “Escribo para las nenas. La mujer es mi principal fuente de inspiración. Me crie con mi madre, con mi abuela y con mi hermana. Son diosas. También tengo mis novias, claro. Es bonito escribir para las chicas, hacerlas sentir poderosas, sexis, hermosas. A veces doy un poco más de picardía a las letras, otras son más románticas. El romanticismo es lo primordial en mi música. No escribo de la calle ni de cosas sociales”, explica.
Es capaz de mezclar en una letra su temática tórrida con un poeta indiscutible, como en la canción Nubes: “Te escribo poemas a lo Mario Benedetti. / De tu cuerpo y tus piernas atleti”. “Cuando lo lees no suena muy poético. Yo diría a la gente que no leyera mis letras, que las escuche en una canción. No soy un escritor de poemas. Los poemas están hechos para leerlos. Yo hago canciones. No es lo que dices, es cómo lo dices”.
Al igual que Bad Bunny, Alejandro ha disparado su popularidad durante la pandemia. Mientras la música ha vivido el año más negro de su historia reciente, ellos se han bañado en oro. Ha influido su control de los recursos digitales, el impacto que tienen en aplicaciones como Spotify y la facilidad con la que se produce su música, ya que basta con apenas unos cacharros electrónicos. “En la pandemia me quedé encerrado en mi casa con tres de mis colaboradores, ingenieros de sonido y productores. Hicimos un miniestudio y estuvimos grabando sin parar. Muchos artistas tienen que ir a un estudio grande, con baterías, guitarras... Nosotros no. Nos adaptamos”, explica.
Vive actualmente en Miami, donde están los engranajes de la industria del pop latino. Allí conoció a la cantante española Rosalía, que participó con algunos detallitos en dos canciones de Afrodisiaco. “Somos amigos. Hemos hecho alguna cosa juntos, pero todavía no tenemos la colaboración buena. Llegará. Haremos algo grande. Ella es actualmente una de las mejores artistas del mundo”. Se toma con una sonrisa la insistencia de algunos de sus seguidores por relacionarle con Rosalía o con la actriz Ester Expósito. “Viene con el paquete de ser artista. Yo era fanático de Cristiano Ronaldo y también quería saber todo de su vida íntima. Lo entiendo. Bueno, así es el mundo del entretenimiento. Yo puedo tener una amistad y rápidamente te dicen que somos pareja. Así son las cosas…”.
En la puerta del hotel siguen esperando los fans del músico. Dani y Evelyn, ambos de 17 años, explican por qué esa pasión: “Hace canciones bonitas y perfectas para bailar”. Y añaden: “Preferimos pensar que no tiene novia”.