Paloma Chen: “El restaurante chino es un lugar de resistencia”
La poeta alicantina de origen chino recibió en la Real Academia Española el II Premio de Poesía Viva #LdeLírica
Paloma Chen se crio entre rollitos de primavera, arroz tres delicias y pollo agridulce, en el restaurante Chinatown de Utiel (Valencia). Sus padres habían migrado de la región china de Wenzhou en los años 80, como muchos otros familiares y compatriotas, y ella ya nació a orillas del Mediterráneo. Fue una de esas niñas que primero juegan, dibujan y hacen los deberes en las últimas mesas del negocio familiar, para luego, ya adolescentes, empezar a echar una mano controlando la caja o sirviendo las mesas. En el Chinatown, el menú del día costaba 7,50 euros. “Entiendo los restaurantes y los bazare...
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Paloma Chen se crio entre rollitos de primavera, arroz tres delicias y pollo agridulce, en el restaurante Chinatown de Utiel (Valencia). Sus padres habían migrado de la región china de Wenzhou en los años 80, como muchos otros familiares y compatriotas, y ella ya nació a orillas del Mediterráneo. Fue una de esas niñas que primero juegan, dibujan y hacen los deberes en las últimas mesas del negocio familiar, para luego, ya adolescentes, empezar a echar una mano controlando la caja o sirviendo las mesas. En el Chinatown, el menú del día costaba 7,50 euros. “Entiendo los restaurantes y los bazares chinos como espacios de resistencia”, dice, “son lugares donde las familias migrantes tratan de prosperar y donde se reproducen los falsos estereotipos: lo chino como sinónimo de suciedad y cutreza”. A este tema dedicó su trabajo de fin de grado, titulado Crecer en un chino.
Chen (Alicante, 23 años) es periodista, gestora cultural y poeta, y ganó en marzo el Premio de Poesía Viva #LdeLírica, organizado por Ámbito Cultural de El Corte Inglés y La Piscifactoría. En sus textos habla precisamente de las tribulaciones de las personas migrantes, de haber crecido entre dos culturas, de ser la chica china del pueblo; habla mucho de la difícil comunicación con sus padres: ni ellos dominan el español, ni ella domina el chino. “Por supuesto que nos entendemos para los temas cotidianos, pero siempre hay lugares más profundos donde no podemos llegar”, explica.
Recogió el premio el 15 de marzo en el salón de actos de Real Academia Española (RAE), bajo una vetusta vidriera que dice “poesía” y otra que dice “elocuencia”. Chen puede presumir de ambas: en la ceremonia pidió a los miembros de la Academia “flexibilidad, adaptación a los nuevos tiempos y mucho feminismo y antirracismo”. Todavía no tiene poemario publicado, pero ya está trabajando en uno para la editorial Letraversal.
Hay mucho tipo de poesía en Internet y supongo que si un poema emociona a alguien ya tiene valor
La literatura le interesa desde niña, aunque su género había sido la prosa, el relato. Los versos solo desde hace un par de años, bien aprovechados. “Me di cuenta de que a través de la poesía podía expresarme de una forma más directa, podía utilizarla de forma más confesional”, explica. Entre sus lecturas e influencias se cuentan poetas de corte confesional como Alejandra Pizarnick o Anne Sexton, pero también poetas de la diáspora, como June Jordan, Audre Lorde o Marilyn Chin, con cuyas experiencias se identifica. También tiene preferencia por Fernando Pessoa, concretamente por su heterónimo Álvaro de Campos. Está obsesionada con la palabra, el lenguaje, la comunicación, su materia de trabajo, el castellano que sus padres no entienden del todo, y cita a Jacques Derrida: “No tengo más que una lengua y no es la mía”.
Poesía e Instagram
Lecturas poéticas y filosóficas muy serias que contrastan en una generación a la que sea relacionado con la poesía ligera, juvenil, poco leída, de las redes sociales. “Yo fui muy beligerante con ese tipo de poesía, decía que la poesía había muerto”, explica Chen, “ahora lo veo de otra manera. Hay mucho tipo de poesía en Internet y supongo que si un poema emociona a alguien ya tiene valor”. El premio #LdeLirica se convoca por Instagram y trata, precisamente, de dignificar la poesía en la red, no atendiendo a la ciega popularidad de los likes sino al juicio de un jurado versado en la materia.
Paloma Chen cumple con el proyecto que muchos migrantes deben concebir cuando salen de sus países: una primera generación que llega y se sacrifica para que una segunda generación domine el idioma, vaya a la universidad, se integre, gane premios de poesía y hasta recite en la Real Academia. El relato del éxito. “No estoy muy convencida de ese relato porque, aunque existen casos, tampoco ocurre siempre así. Y aunque parezca que una se integre, tampoco lo hace del todo: existe lo que en la comunidad china llamamos el techo de bambú”.
Vivimos en una época en la que, no sin polémica, tienen fuerte peso en el debate público las políticas de la identidad, el feminismo, el antirracismo, las reivindicaciones de las minorías. ¿Acompaña la época para su poesía? “En cierto modo la época acompaña, pero también tengo la sensación de que cuando ponemos el pie fuera de ciertas burbujas todo eso es una ilusión, de que hay que conseguir mucho más”. A los miembros de esta generación multicultural les han llamado “chiñoles”, concepto que, si bien no desagrada del todo a Chen, tampoco le acaba de convencer. “Es un término que da demasiado pie a las bromas”, dice, “además, da la impresión de que somos personas cortadas por la mitad, 50% chinas y 50% españolas, y tampoco es el caso. Es más complicado”.