Un librero de Madrid accede a las cartas pasionales de Pérez Galdós a Pardo Bazán
Guillermo Blázquez asegura que la familia de un académico conservaba casi un centenar de misivas. Las biógrafas de los escritores creen que la difusión de la correspondencia aportaría datos de interés histórico
Guillermo Blázquez lleva toda la vida dedicado a comprar y vender libros antiguos y documentos históricos. Hace 30 años fue a visitar a uno de sus clientes en busca de unos ejemplares, pero lo que encontró fue parte de la correspondencia entre Benito Pérez Galdós y Emilia Pardo Bazán, que hasta el momento se creía destruida por la que fue esposa del dictador Francisco Franco, Carmen Polo, o en el incendio del pazo de Meirás en 1978. “Me mostraron un estuche con las cartas, calculo que habría entre 70 y 80″, relata Blázquez en su puesto de libros de la Cuesta de Moyano en Madrid. “Leí un par br...
Guillermo Blázquez lleva toda la vida dedicado a comprar y vender libros antiguos y documentos históricos. Hace 30 años fue a visitar a uno de sus clientes en busca de unos ejemplares, pero lo que encontró fue parte de la correspondencia entre Benito Pérez Galdós y Emilia Pardo Bazán, que hasta el momento se creía destruida por la que fue esposa del dictador Francisco Franco, Carmen Polo, o en el incendio del pazo de Meirás en 1978. “Me mostraron un estuche con las cartas, calculo que habría entre 70 y 80″, relata Blázquez en su puesto de libros de la Cuesta de Moyano en Madrid. “Leí un par brevemente”, precisa, “tengo un recuerdo vago, eran algo subidas de tono para ese momento”. El librero, miembro de la Asociación Soy de la Cuesta, no puede precisar si toda las cartas que “un ilustre académico de prestigio internacional” —del que no quiere desvelar su identidad— había coleccionado corresponden al intercambio epistolar entre los autores. Solo recuerda que además de los ejemplares manuscritos que pudo leer en el transcurso de pocos minutos vio también cartas de la época en la que el autor de los Episodios Nacionales fue diputado: “Tenían el sello de las Cortes”.
Años después de aquella visita, los herederos del académico (el librero no sabe precisar qué relación familiar tienen con el coleccionista original) volvieron a contactar con Blázquez. Iban a vender la casa en el barrio de Salamanca —una de las zonas más adineradas de Madrid— donde guardaban la colección privada y le ofrecieron un lote de documentación. “Lo compré porque pensé que podría encontrar papeles de Azorín, Baroja y otros autores que esta familia poseía”, explica Blázquez, especializado en la compraventa de documentos históricos y libros del siglo XV y XVI. Pero no tuvo suerte. En ese momento supo que parte de esta colección —”Sobre todo libros”, detalla— fue vendida a una universidad pública, de la que tampoco quiere dar detalles. “No sé qué pasó con la correspondencia que yo había visto”, asegura. Es decir, las cartas que Galdós escribió a Bazán siguen en paradero desconocido.
Este nuevo capítulo de la relación entre los escritores, adelantado por la cadena SER, serviría para completar la versión que aparece en las poco más de 90 cartas que se conservan de Emilia Parzo Bazán al autor. Una parte de ellas, conservadas en la Real Academia Española (RAE), ha sido divulgada en el libro Miquiño mío, publicado en 2013 por Turner. “Si las cartas de Galdós se encuentran sería magnífico porque entraríamos en el mundo afectivo, en el sentido más carnal, de don Benito, aunque no sé si nos aportaría una faceta distinta a la que ya conocemos por las cartas a Concha Morell”, señala Yolanda Arencibia, que ganó el Premio Comillas por su biografía del autor de Fortunata y Jacinta. Las únicas cartas de amor escritas por Galdós que se conocen hasta el momento son las dirigidas a la actriz Concha Morell y a la maestra Teodosia Gandarias, la última pareja que tuvo.
Blázquez duda de que las misivas de Pérez Galdós a Pardo Bazán que le mostraron estuvieran en la biblioteca de la familia Franco del pazo de Meirás. “Puede que la propia Pardo Bazán las regalara o que se repartieran por otros cauces”, baraja el librero.
Su teoría es que el académico y su familia nunca quisieron mostrarlas ni venderlas por el contenido pasional de las cartas. Blázquez asegura que nunca les hizo una oferta por ellas. Es incapaz de valorar estos documentos. “Las cartas de Galdós que yo he tenido en mi poder las compré por unas 5.000 pesetas a los herederos del escritor”, dice, haciendo referencia a la librería Galdós de Madrid. “En subastas las he visto por 200 o 300 euros, aunque en este caso particular, al ser una correspondencia con Pardo Bazán, no podría decir un precio”. En lo que sí confía es en su autenticidad, aunque los herederos del coleccionista nunca le mostraron ningún documento que la acreditara. “Era su letra”, defiende el librero, que ha comprado y vendido distintos manuscritos del autor. “Galdós no estaba tan considerado en aquel momento como para falsificar sus cartas”, remacha.
Isabel Burdiel, historiadora y biógrafa de Emilia Pardo Bazán, he celebrado la noticia porque “se trata de una de las correspondencias amorosas más singulares de la historia literaria española y europea del siglo XIX, o incluso de la historia literaria tout court”. “Más allá del morbo, si esta correspondencia se parece a la que ella envió a Galdós será muy interesante para saber cómo funcionaba el mundo literario a través de la relación entre dos escritores, famosos y muy potentes, entre dos iguales”.
Tanto ella como el escritor Andrés Trapiello, gran rastreador de correspondencias y librerías antiguas, conceden credibilidad al anuncio de Blázquez. “Es un de los libreros más serios que conozco, por sus manos han pasado los mejores libros de este país del siglo XIX hacia atrás”, comenta. Trapiello recuerda además que hace tres décadas, más o menos cuando Blázquez leyó las cartas galdosianas, escuchó a la librera Herminia Muguruza comentar con Julio Caro Baroja que se pedía un dineral por las cartas de Benito Pérez Galdós a Emilia Pardo Bazán.
Una relación subyugante
En las letras españolas es difícil dar con una relación tan subyugante como la de Pardo Bazán y Pérez Galdós, que se gozaron, se simultanearon (con otras y otros) y se respetaron como escritores y examantes (actitud bien difícil en ambos gremios). Unos modernos del XIX, que cayeron en un único convencionalismo: la clandestinidad.
Pardo Bazán le dedicó a Pérez Galdós párrafos llenos de pasión, recogidos en Miquiño mío, editado por Isabel Parreño y Juan Manuel Hernández. “Te como un pedazo de mejilla y una guía del bigote”. “Yo haría por ti no sé qué barbaridad”. “En cuanto yo te coja, no queda rastro del gran hombre”. “En prueba te abrazo fuerte, a ver si de una vez te deshago y te reduzco a polvo”.
Entre 1888 y 1890 compartieron horas sin ninguna circunspección. “Le hemos hecho la mamola al mundo necio, que prohíbe estas cosas; a Moisés que las prohíbe también, con igual éxito; a la realidad, que nos encadena; a la vida que huye; a los angelitos del cielo, que se creen los únicos felices, porque están en el Empíreo con cara de bobos tocando el violín… Felices, nosotros”.
La asociación Soy de la Cuesta ha preparado, para este sábado a las 12.30, una lectura dramatizada de las cartas de Pardo Bazán a Galdós, a las que se dará réplica con fragmentos de la correspondencia del autor de los Episodios nacionales. El acto se celebrará frente a la caseta 22 de la Cuesta de Moyano.