El reguetón de Bad Bunny culmina su plan de dominación del pop mundial
El puertorriqueño conquista público y crítica con la publicación de tres discos en el peor año de la industria. Su reguetón lo ha convertido en ídolo de feministas, antirracistas y otros movimientos sociales
Pocos artistas llegan a saber en vida si lograron dejar o no una huella en la larga historia de la música, pero la inmortalidad no es una duda que quepa en el nuevo y cuarto disco del cantante de reguetón Bad Bunny, El último tour del mundo. “Yo seré por siempre, ya me lo dijo Dios”, empieza la primera de las 16 canciones que publicó la noche del jueves. “Soy leyenda, ninguno ha subío’ como yo subí”, dice en el tercer tema. “Yo no hago cancione’, hago himnos pa’ que no caduquen”, ...
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Pocos artistas llegan a saber en vida si lograron dejar o no una huella en la larga historia de la música, pero la inmortalidad no es una duda que quepa en el nuevo y cuarto disco del cantante de reguetón Bad Bunny, El último tour del mundo. “Yo seré por siempre, ya me lo dijo Dios”, empieza la primera de las 16 canciones que publicó la noche del jueves. “Soy leyenda, ninguno ha subío’ como yo subí”, dice en el tercer tema. “Yo no hago cancione’, hago himnos pa’ que no caduquen”, continúa en la décima. “Soy un rey, un campeón, estoy mi peak [pico]”.
Bad Bunny es, como dice el título de su segundo disco, el artista que hace lo que le da la gana. Ha conquistado el mercado mundial de la música con el español caribeño de Puerto Rico sin tener que recurrir al inglés como hicieron Shakira o Ricky Martin años antes. Se burla a través de sus canciones —que ha convertido en armamento político— de los que mantienen que el reguetón es el género del machismo. Lo hace pintándose las uñas, adornado con gran profusión de joyas, vistiendo faldas y, si es necesario, transformándose en drag queen para reivindicar que las mujeres pueden bailar solas. Mezcla sin pudor el hip hop con la bachata con el dance con el reggae. Ha descifrado una parte de la fórmula del éxito: en este nuevo siglo gana el que traspasa fronteras, también las musicales. En solo tres años ha demostrado que si Daddy Yankee fue el padre fundador del reguetón internacional, Bad Bunny ha domesticado al género y redefinido la bandera musical de Puerto Rico.
Benito Antonio Martínez —el niño que se convertiría en Bad Bunny— nació en 1994 a las afueras de la capital de Puerto Rico, en la comunidad de Vega Baja, a casi una hora de San Juan. Cuenta que desde que era un adolescente quiso ser cantante, parecerse a las estrellas de la salsa Héctor Lavoe (“El Michael Jordan de la música”, según sus propias palabras) y Willie Colón, o al pionero del reguetón afrocaribeño Tego Calderón. Todos sonaban en la radio de su casa. “De bien pequeño yo escuchaba mucha salsa por mi papá, y merengue y quizás baladas por mi mamá”, le contó el artista a la revista Billboard.
En su casa de Vega Baja vivía con su madre, profesora de inglés, su padre, conductor de camiones y sus dos hermanos. Comenzó a trabajar como empaquetador de un supermercado y en sus ratos libres cantaba con un grupo de amigos. Su primera aproximación al éxito fue a través de Instagram. Sus vídeos de trap comenzaron a viralizar en la isla. Los más de dos mil seguidores puertorriqueños a los que atrajo sirvieron de caja de resonancia para que la productora Hear This Music (los Mambo Kingz y DJ Luian, que han trabajado con Daddy Yankee y Ozuna) se interesaran por él. “Él tenía algo único y un look muy distinto’', explicó Luian. “La música en ese momento necesitaba a alguien como él”.
El single
La carrera de Bad Bunny comenzó por el single. Antes de ponerle su nombre a un disco, buscó colaboraciones con artistas anglosajones, pero para cantar en español, el suyo, el de Puerto Rico. Los productores de Hear This Music y el cantante grabaron Sensualidad (“yo no sé si tú me va a querer, o después de hoy te voy a pelder”), un sencillo de 2017 en el que canta con J Balvin y Prince Royce. Al año siguiente llegó Mía, con Drake. El tema sirvió de catapulta y Bad Bunny apareció entre las primeras canciones en la lista de éxitos Billboard. “El diablo me llama, pero Jesucristo me abraza”, cantó luego en I Like it con Cardi B y J Balvin, una canción que estuvo nominada a los Grammy y se volvió viral alrededor del mundo. Bad Bunny lo había conseguido sin haber grabado un solo disco.
El artista se separó de los productores de Hear This Music justo antes de liberar su primer álbum como solista: X 100pre, el código milenial para escribir “por siempre”. En ese trabajo incluyó Mía, además de otros de sus ya grandes éxitos como Estamos bien, que parecía hablar muy sutilmente de la tragedia del huracán María que destruyó gran parte de Puerto Rico en 2017. “Mera, diablo, qué aguacero,” dice. “Pa’ casa no ha llega’o la luz, gracias a Dios porque tengo salud”. El coro —”No te preocupes, estamos bien”— fue interpretado por algunos fans con profunda ironía: si uno tiene que repetir 20 veces que está bien, es que algo anda realmente muy mal.
Pasaría un poco más de un año antes de que Bad Bunny sacara el disco por el que más premios y reconocimientos ha recibido, YHLQMDLG, que quiere decir “yo hago lo que me da la gana”. Ganó el premio al mejor álbum latino en los American Music Awards y recientemente fue nominado en la categoría de Mejor Álbum Pop Latino para los Grammy de 2021. La asociación musical americana ASCAP le otorgó el premio Compositor del Año 2020.
De ese álbum se recordará especialmente Yo perreo sola. En el vídeo de esta canción sobre mujeres que pueden bailar como les dé la gana sin necesidad de un hombre, Bad Bunny aparece en drag, con botas de tacón y minifalda de cuero. “La hice para darle apoyo a quien lo necesitara”, explicó a la revista Rolling Stone. Bad Bunny ha conseguido desmontar todos los prejuicios que rodean al reguetón apelando al espíritu de su tiempo. Se ha convertido en portavoz e ídolo de feministas, antirracistas, queer y demás movimientos sociales porque ha respondido a las exigencias que las nuevas generaciones demandan de sus políticos, pero también de las estrellas del pop.
Por eso Yo perreo sola no es solo un vídeo de un reguetonero vestido de mujer, es su manera de experimentar con su cuerpo en defensa de unos valores. Así lo hizo en el programa de Jimmy Fallon en la televisión de EE UU cuando, vestido con una falda, se quitó la chaqueta y sobre la camiseta blanca que llevaba se leía: “Mataron a Alexa, no a un hombre con falda”, en referencia al asesinato de una mujer transgénero.
Bad Bunny convierte el reguetón en un acto político. Ya lo hicieron los primeros artistas del género en Puerto Rico cuando pegaron sus canciones a las calles de las ciudades de isla recitando más problemas sociales que sexuales. Tal vez, la mayor representación de esta manera de entender la música la protagonizó en julio de 2019, cuando lideró las protestas contra Ricardo Roselló, el gobernador de Puerto Rico, que culminaron en su dimisión. En ese momento, Bad Bunny estaba de gira por Europa. Viajó de vuelta a casa.
Con gafas y una mascarilla, en una suerte de gesto premonitorio de la pandemia por el coronavirus que estaba por llegar, Bad Bunny lideró un movimiento, al lado de otros artistas como Residente y Ricky Martín, que tuvo su traslación musical. “Arranca pal carajo y vete lejos / y demos la bienvenida a la generación de yo no me dejo”, canta en Afilando los Cuchillos. “Según este compadre, mi mai junto con todas las mujeres / Son igual de putas que su madre / Tú no eres hijo del cañaveral, escoria / Tú eres hijo del cabrón más corrupto de la historia”, le acompaña René Pérez, Residente. Los dos artistas se unieron también en Bellacoso, una colaboración en la que celebraron la salida de Roselló con menos carga política en sus letras (“Hoy nadie nos ordena / solo este general cuando suena”) y más referencias caribeñas a su isla.
El 20 de septiembre de 2020, en el tercer aniversario de la llegada del huracán María a Puerto Rico, Bad Bunny se subió a un camión transformado en un vagón de tren y ofreció un concierto por sorpresa en las calles de Nueva York. Ni la fecha ni el momento, en plena segunda de ola de la pandemia, fueron casualidad. Más de un millón de personas siguieron la actuación por streaming. Unos cuantos ciudadanos persiguieron el camión por la ciudad. “Me estoy cuidando del virus,” cantó en Bendiciones, la primera de las 17 canciones que interpretó aquella tarde. “Protejan a los niños y los mayores; a las enfermeras a los doctores; a Puerto Rico de huracanes y temblores; yo tengo fé que vendrán días mejores”. Lo intentó, pero finalmente anunció el pasado 24 de noviembre que había dado positivo por coronavirus.
Dos meses y medio después de publicar su segundo YHLQMDLG, coincidiendo con el día de la madre, en pleno confinamiento y con la industria discográfica tratando de buscar un hueco para encontrar oxígeno, Bad Bunny publicó otro largo, Las que no iban a salir, un disco de canciones más breves, en total diez de menos de cuatro minutos. Como sucedió con sus trabajos anteriores fue sorpresa. Nunca comparte el resultado final de sus composiciones, ni siquiera con sus colaboradores más cercanos, explicó Tainy, productor de su éxito Safaera, en una entrevista con The New York Times.
El nuevo tour de Bad Bunny
El factor sorpresa ha sido clave en el lanzamiento de El último tour del mundo. Tal y como avisó el 29 de febrero, cuando publicó YHLQMDLG, en nueve meses llegaría un nuevo disco. La madrugada del viernes se desvelaron las 16 canciones del álbum, pero no el misterio en torno a su carrera. El cantante especula desde hace un tiempo con la idea de que va a abandonar la música justo después de un año de gloria y premios.
El disco comienza con una canción en la que reitera que sigue haciendo lo que le da la gana porque el mundo es suyo y “lo será por siempre”. Como en trabajos anteriores, ha elegido con minuciosidad cirujana quién le acompaña: Rosalía, el puertoriqueño Jhay Cortez y la estadounidense ABRA. Se adelanta incluso a la Navidad y cierra el disco con un bolero para las fiestas en Cantares de navidad.
Bad Bunny sabe que su éxito también reside en su capacidad para mezclar géneros. En ese cruce de fronteras, combina el trap, el reguetón y el pop con punk-rock en Yo visto así, el indie de Trellas o el pop noventero de Maldita pobreza.
Sin dejar de honrar a sus mayores. En el álbum hay múltiples homenajes a las grandes figuras de la música y la cultura popular puertorriqueña y latina. “Todo tiene su final me lo dijo Héctor Lavoe”, dice sobre el famoso cantante de salsa en El mundo es mío. Antes de que acabe arranca con la famosa frase del astrólogo Walter Mercado (“Reciban de mí siempre paz, mucha paz, pero sobre todo mucho, mucho, mucho amor”), que transformado en lenguaje del Conejo Malo se convierte en un verso casi bíblico: “Abraza a tu hermano, y no mires el color”.
Por el momento solo ha grabado un vídeo de la canción Yo visto así, en el que le dice a sus críticos: “Hago lo que quiero, cabrón es mi vida, como Juan Gabriel cantando ‘Querida”. Además de mencionar al ícono de la música mexicana, aparecen en el vídeo el cantante de pop Ricky Martín, la actriz colombiana Sofía Vergara, la modelo australiana Ruby Rose, el boxeador estadounidense Ryan García, y la reguetonera colombiana Karol G. “Si no te gusta, no tienes que mirar,” dice el coro. Sin importar qué digan los críticos o los fans, Bad Bunny seguirá haciendo lo que le da la gana.