La repulsión moral

La personalidad virulenta nada tiene que ver con la desgracia y con la discapacidad física, y sí con una psique abominable

Carles Torras ha plasmado en pantalla una idea de inquietante ambigüedad moral: inventar una historia con un protagonista por el que se debería tener piedad, un joven ATS de ambulancia que queda parapléjico tras un accidente, pero por el que solo se siente repulsión. La mórbida combinación, trazada en una magnífica presentación del personaje antes del suceso que le lleva a la silla de ruedas, coloca al espectador en una encrucijada que no es tal: la personalidad virulenta nada tiene que ver con la desgracia y con la discapacidad física, y sí con una psique abominable.

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Carles Torras ha plasmado en pantalla una idea de inquietante ambigüedad moral: inventar una historia con un protagonista por el que se debería tener piedad, un joven ATS de ambulancia que queda parapléjico tras un accidente, pero por el que solo se siente repulsión. La mórbida combinación, trazada en una magnífica presentación del personaje antes del suceso que le lleva a la silla de ruedas, coloca al espectador en una encrucijada que no es tal: la personalidad virulenta nada tiene que ver con la desgracia y con la discapacidad física, y sí con una psique abominable.

El practicante, de estreno en Netflix, tiene una estupenda primera mitad, la de la inquietud, y un segundo trecho, el de la perversidad, bastante más convencional a pesar de que la escenificación de la violencia, de una feroz sequedad, ayuda a que bastantes de las virtudes de la película se mantengan. No se logra del todo con la escritura, a seis manos entre el propio Torras, Héctor Hernández Vicens y David Desola, uno de los guionistas de El hoyo: se deja algún cabo suelto relacionado con la credibilidad interna del relato en la fase final de la acción, y el epílogo es de una depravación más que discutible. Pero sí se consigue con la puesta en escena, de un enorme gusto para el encuadre y el leve pero exacto movimiento de cámara, y con el contraste impuesto por la dirección artística (más una buena excusa de guion), que acrecienta la inquietud: tiempo contemporáneo, vivienda que parece anclada en los años setenta.

El salto de Torras es notable desde el cine de autor minoritario, donde se habían situado las interesantes Jóvenes, Trash, Open 24 h. y, sobre todo, Callback, hasta la producción comercial de aspecto mayoritario pero de enfermizo interior. Un trabajo en el que resulta básica la excelente interpretación de Mario Casas, introspectiva y sutil, en un papel muy físico en el exterior y atroz en el interior, en el que ha aportado matices hasta en su modo de comer.

EL PRACTICANTE

Dirección: Carles Torras.

Intérpretes: Mario Casas, Déborah François, Guillermo Pfening, Celso Bugallo.

Plataforma: Netflix.

Género: 'thriller'. España, 2020.

Duración: 94 minutos.

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