Los que merecen morir

'La caza' tiene un atractivo planteamiento del punto de vista, que va pasando de uno a otro personaje conforme van eliminando al anterior, con lo que no encuentra a su protagonista hasta la mitad del relato

Aunque nunca llegó a confirmarse en la vida real, durante un tiempo el cine elucubró con la posibilidad de que uno de los grandes pasatiempos de los asquerosamente ricos fuera la grabación, distribución y exhibición privada de snuff movies, cintas con muertes reales. Desde hace un tiempo, en cambio, el cine ha ido mirando unas cuantas veces hacia la caza real de (o entre) seres humanos como cruel distracción de millonarios inmorales. Un juego de supervivencia, con evidentes reminiscencias de Battle Royale (Kinji Fukasaku, 2000), en el que incide la salvaje y muy interesante comed...

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Aunque nunca llegó a confirmarse en la vida real, durante un tiempo el cine elucubró con la posibilidad de que uno de los grandes pasatiempos de los asquerosamente ricos fuera la grabación, distribución y exhibición privada de snuff movies, cintas con muertes reales. Desde hace un tiempo, en cambio, el cine ha ido mirando unas cuantas veces hacia la caza real de (o entre) seres humanos como cruel distracción de millonarios inmorales. Un juego de supervivencia, con evidentes reminiscencias de Battle Royale (Kinji Fukasaku, 2000), en el que incide la salvaje y muy interesante comedia política de acción La caza, tercer largometraje de Craig Zobel, coescrito y coproducido por Damon Lindelof, uno de los grandes artífices de las series Perdidos y The Leftovers.

¿No seremos también nosotros, espectadores divertidos con la bestial y traviesa caza, regocijándonos con nuestras palomitas y nuestras pérfidas risas, otros “deplorables”?

Sátira social en forma de thriller, La caza tiene un atractivo planteamiento del punto de vista, que va pasando de uno a otro personaje conforme van eliminando al anterior, con lo que no encontramos a su protagonista hasta la mitad del relato. Así, a la manera de Scream con Drew Barrymore, una de sus pocas actrices conocidas, Emma Roberts, es la primera en caer. Sin embargo, con independencia de su mordaz estructura, donde la película se hace grande es en su crítica más contemporánea: las redes sociales y, sobre todo, los efectos de las declaraciones y actuaciones públicas y privadas, donde no se admite el menor error, que debe penarse para siempre por parte de los superiores moralmente. Los castigados son “los deplorables” y la consecuencia es meridiana: “Merecen morir”. En ese saco entra cualquier tipo de actitud y los verdugos ocupan todos los sectarios extremos políticos, pudiéndose ver su historia como una alegoría del fascismo, pero también como una versión extrema y física de la “cultura de la cancelación”.

Y lo mejor es que la película, feroz hasta lo gore y con ecos explícitos de Rebelión en la granja, de George Orwell, y del cuento infantil de Esopo La tortuga y la liebre, puede llevar a dos últimas reflexiones: 1) El hecho de que se estrene en verano y en medio de una pandemia habla bien de sus controvertidas implicaciones. 2) ¿No seremos también nosotros, espectadores divertidos con la bestial y traviesa caza, regocijándonos con nuestras palomitas y nuestras pérfidas risas, otros “deplorables”?

LA CAZA

Dirección: Craig Zobel.

Intérpretes: Betty Gilpin, Hilary Swank, Amy Madigan, Emma Roberts.

Género: acción. EE UU, 2020.

Duración: 90 minutos.

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