La cantante indígena que da voz a los pueblos de Guatemala

Sara Curruchich llega a Ciudad de México para participar en el Festival sobre la Equidad de Género junto a Mon Laferte y Ana Tijoux

Sara Curruchich, cantante indígena guatemalteca, en Ciudad de México.Teresa de Miguel (El País)

Sara Curruchich (San Juan Comalapa, Guatemala) aún recuerda los nueve meses que tuvo que renunciar a su cultura, a su lengua y a su vestimenta indígena para sobrevivir. Ser mujer en Guatemala no es fácil, pero si encima eres indígena los problemas se multiplican. Con solo 15 años y un vértigo descomunal agarró su maleta y dejó su poblado maya de 35.000 habitantes, en el que había pasado toda su vida, rumbo a ...

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Sara Curruchich (San Juan Comalapa, Guatemala) aún recuerda los nueve meses que tuvo que renunciar a su cultura, a su lengua y a su vestimenta indígena para sobrevivir. Ser mujer en Guatemala no es fácil, pero si encima eres indígena los problemas se multiplican. Con solo 15 años y un vértigo descomunal agarró su maleta y dejó su poblado maya de 35.000 habitantes, en el que había pasado toda su vida, rumbo a Ciudad de Guatemala para estudiar magisterio musical. Su comunidad y el campo eran lo único que conocía antes de comprobar de primera mano el “racismo y la discriminación” de la gran urbe. Después de ese episodio de su vida, que recuerda con dolor, se dio cuenta de que renunciar a sus raíces es “abandonar a su familia, a su comunidad y a todas las mujeres indígenas que también están pasando por lo mismo y siguen resistiendo”.

De ese período nace la idea de componer en su idioma materno, el kaqchikel, para utilizarlo como una herramienta política sobre la lucha de las mujeres indígenas, los pueblos originarios de su país y la discriminación a la que han sido sometidos lo largo de la historia. A sus 26 años, el éxito cosechado en Guatemala la ha llevado al lanzamiento de su último disco, Somos, en español y kaqchikel, por el que realizará una gira por Latinoamérica, Europa y Estados Unidos. Su primera parada es este sábado en el Festival de la Equidad de Género de Ciudad de México junto a artistas de la talla de Mon Laferte y Ana Tijoux.

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Curruchich llega con su vestimenta colorida güipil y su sombrero. Ha dejado atrás los tiempos en los que la asaltaban en la capital guatemalteca o la gente se sacudía cuando la rozaba por el simple hecho de ser indígena. Con una sonrisa en la cara, recuerda una conversación con su madre mientras cosechaban milpa. Fue en el año 2018, una época especialmente complicada para los activistas indígenas en Guatemala, donde hubo 20 asesinados. Tras una publicación que compartió por redes sociales sobre la situación de los derechos de las mujeres indígenas, la cantante empezó a recibir todo tipo de amenazas de muerte. “Llora hija si quieres, desahógate. Pero deja pasar esas palabras, no nos pertenecen”, le decía su madre entre la cosecha de maíz.

“El principio fue muy duro. Tenía miedo a compartir mis letras, al rechazo, a las burlas. Ya ha habido muchas mujeres de mi comunidad compositoras que decidieron parar por miedo a ser asesinadas o desaparecidas”, explica a este periódico. Curruchich tiene claro que la música siempre será un medio pacífico para poder hablar en nombre de los pueblos. Después de muchas malas experiencias, comenta, entendió que aunque las intimiden, aunque las violenten por hablar de temas como la tierra, los derechos de los pueblos o las mujeres, deben seguir en la lucha, igual que muchos nunca cesan en su búsqueda del “mal para sus comunidades”. La compositora argumenta citando a la antropóloga y activista indígena Irma Alicia Nimatuj, una de sus referentes. “Ella dice que podemos tener todos los grados de la universidad, todos los estudios, pero ante los ojos de mucha gente nunca vamos a dejar de ser unos indios”, lamenta.

En sus canciones, una mezcla de pop y balada, se fusionan instrumentos musicales como la marimba, un aparato de percusión típico de los pueblos originarios, tambores u ocarinas, un instrumento de viento. En canciones como Hijos de la tierra o Corazón de flores, la compositora maya plasma desde el terror de la guerra civil (1960-1996) que desangró Guatemala durante 36 años, hasta la lucha continua de diferentes pueblos por la defensa de sus tierras. “Cantar en mi idioma me hace sentir muy importante. La música me ha hecho reencontrarme como mujer indígena, a pesar de que desde ciertos lugares se nos siga folclorizando y exotizando”, declara.

La compositora asegura que iba en el transporte público de Guatemala una noche cuando se enteró de que cantaría junto a Mon Laferte y Ana Tijoux. “Pegué un grito de la emoción”, explica entre risas. “Son artistas que admiro mucho y que también utilizan su música para denuncias públicas sobre sus pueblos y para reivindicar los derechos de las mujeres”. Curruchich sostiene que es una responsabilidad muy grande actuar en el Festival sobre la Equidad de Género precisamente en México, donde una epidemia de feminicidios azota al país. “Es imprescindible seguir denunciando. En mi pueblo en 2019 asesinaron a cuatro mujeres, algo que nunca había pasado, y hace un par de días desapareció una chica. Por eso es tan importante para mí tener voz en estos actos”, subraya. La artista vuelve a Guatemala este 9 de marzo, antes de comenzar su gira. Pero un día antes, asegura, será una más en la caminata en México por el Día Internacional de la Mujer. “Es muy lindo todo lo que se están moviendo las mujeres en América Latina”.

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