La infancia de un cómico

La directora prefiere el sentimiento superficial al desarrollo de ciertos apuntes de interés dramático

Fotograma de la película que muestra al joven protagonista de la película.

Un niño con una innata capacidad para contagiar la risa, criado en un entorno dominado por una madre con una irresistible tendencia a la tristeza y a la depresión. La amalgama es de una complejidad extrema, y así viene a describir su propia infancia el cómico, presentador de radio y televisión y divulgador alemán Hape Kerkeling en uno de sus libros autobiográficos, Este niño necesita aire fresco, dedicado a la niñez en la República Federal de Alemania de principios de los años setenta. Espontaneidad y gracia, frente a desconsuelo y abatimiento: ¿cómo narrar en una dramatización para l...

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Un niño con una innata capacidad para contagiar la risa, criado en un entorno dominado por una madre con una irresistible tendencia a la tristeza y a la depresión. La amalgama es de una complejidad extrema, y así viene a describir su propia infancia el cómico, presentador de radio y televisión y divulgador alemán Hape Kerkeling en uno de sus libros autobiográficos, Este niño necesita aire fresco, dedicado a la niñez en la República Federal de Alemania de principios de los años setenta. Espontaneidad y gracia, frente a desconsuelo y abatimiento: ¿cómo narrar en una dramatización para la pantalla esa perturbadora situación familiar?

Entre las variadas opciones tonales, la veterana directora alemana Caroline Link, dos veces candidata al Oscar a la mejor película de habla no inglesa, por Más allá del silencio (1996) y En un lugar de África (2001), la segunda con premio, ha elegido el melodrama de buenos sentimientos y superación, y ha rodeado ambas existencias, la del crío y la de su madre, de una serie de personajes de distinguido carisma. El resultado es un relato de narrativa un tanto al margen, que establece su engranaje en la modulación y en el colorido, y no tanto en las situaciones y aún menos en los textos, pues se alimenta de muchísimas secuencias, la mayoría de ellas inusitadamente cortas, y con poco diálogo.

ESTE NIÑO NECESITA AIRE FRESCO

Dirección: Caroline Link.

Intérpretes: Julius Weckauf, Luise Heyer, Sönke Möhring, Ursula Werner.

Género: melodrama. Alemania, 2018.

Duración: 100 minutos.

Con un fortísimo apoyo musical (ahí está el melo del drama), tanto de la banda sonora como de la colección de canciones escogida, Este niño necesita aire fresco retrotrae así al espíritu Amelie, tan utilizado durante estas dos últimas décadas, en tres vertientes distintas: el retrato coral de personajes fuera de norma; el sonido principal del acordeón en su música, y la utilización de una fotografía de colores muy contrastados.

Link, cuya última película estrenada en España fue la notable Destino Marrakech (2013), prefiere el sentimiento superficial al desarrollo de ciertos apuntes de interés dramático: la relación entre la aflicción materna y las vivencias infantiles durante la guerra (esa sirena de infames recuerdos), o el hecho de que los abuelos y abuelas del chico sean mucho más tolerantes que los integrantes de la segunda generación. Pero el cálculo de cómo bregar con la alegría y con el dolor está bien dosificado, conformando de este modo una obra cuya primera intención es hacer sentir bien al espectador con cualidades a veces tan pasadas de moda como la bondad, la tolerancia y la gracia, y sin llegar a convertirse en meliflua.

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