Joe Crepúsculo: “Mi música puede de entrada parecer extraña”

El músico habla de su último trabajo, ‘10’, su décimo álbum y su primer recopilatorio

El músico Joe Crepúsculo en la parada de metro Tirso de Molina, Madrid. KIKE PARA

Hace justo diez años Joël Iriarte llevaba unos seis trabajando en una empresa digitalizando documentos antiguos, desde pergaminos medievales a libros de actas de algún ayuntamiento, cuando fue despedido. Ya había publicado dos discos, Escuela de zebras y Supercrepus, publicados en febrero y en noviembre, respectivamente, de 2008. Acabar en el paro no estaba en sus planes, aún necesitaba el empleo, recuerda sentado en el bar El Imparcial, situado en el mismo edificio que antes ocupaba el diario con el mismo nombre. Pero justo en ese momento, la revista Rockdelux nombró ...

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Hace justo diez años Joël Iriarte llevaba unos seis trabajando en una empresa digitalizando documentos antiguos, desde pergaminos medievales a libros de actas de algún ayuntamiento, cuando fue despedido. Ya había publicado dos discos, Escuela de zebras y Supercrepus, publicados en febrero y en noviembre, respectivamente, de 2008. Acabar en el paro no estaba en sus planes, aún necesitaba el empleo, recuerda sentado en el bar El Imparcial, situado en el mismo edificio que antes ocupaba el diario con el mismo nombre. Pero justo en ese momento, la revista Rockdelux nombró su segundo álbum como mejor disco del año y se produjo el primer punto de inflexión en la carrera del ya conocido como Joe Crepúsculo. Ahora, celebra estos años de carrera con su nuevo trabajo, 10 (El Volcán), su décimo álbum y su primer recopilatorio, con el que espera llegar a más gente.

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“Sé que mi música de entrada puede parecer extraña o no gustar, pero creo que cuando se le da una segunda oportunidad acaba gustando”, señala. Electropop, rock, trap, house, cumbia, rumba gitana, samba, hardtechno, postpunk, música urbana… Clasificar a este músico es difícil, aunque él no duda en definir su estilo como “pop, en toda su palabra”. En 10 ha tenido que echar la vista atrás a toda su carrera, un trabajo que define como “curioso”. “A nivel de cómo grababa era todo muy rudimentario”, afirma. “Pero lo que todavía me sigue gustando, y firmaría de nuevo, son las letras”. Se refiere a temas como Brillante, Grabiela o Los viejos, incluidas en su primer álbum.

En este nuevo proyecto aparecen dos temas inéditos: una nueva versión de Todo lo bello es gratis y Quizá. El primero estaba incluido en el tercer disco, Chill-out (2009), un tema que ya tenía un toque aflamencado y ahora ha sido regrabado con Víctor Iniesta y Tomasito, y el artista confiesa que ya es uno de los temas que más contento está de haber hecho. El segundo habla sobre nuestra manera banal de comportarnos con Internet y, en concreto, con las redes sociales. “Me interesa mucho nuestra manera de ser socialmente dentro de una red como Instagram o Twitter. Me da la sensación de que, en ese sentido, como sociedad, somos muy inmaduros. Tenemos la capacidad de aprender muchísimas cosas, de culturizarnos, pero parece que al final nos vamos a las cosas más simples, más idiotas”, reflexiona para, al momento, cuestionarse este punto de vista, quizás, “elitista” de un artista que, afirma, siempre ha estado en la música.

De pequeño, Joël Iriarte (San Juan Despí,1981) iba a ver tocar la guitarra a su padre, que actuaba en un grupo de hard rock y música sureña. Así, criado en un ambiente musical, comenzó con un estilo maquinero y bakala con temas que grababa en disquetes y compartía con otros artistas principiantes a través de cartas. Desde la aparición de Myspace, este músico ha vivido la transformación que Internet ha provocado en la Industria desde sus inicios. El segundo punto de inflexión en su carrera le llegó con el tema Mi fábrica de baile, incluido en su sexto disco, Baile de Magos. “Imagino que para que todo grupo pueda llegar al público necesita un hit, o varios, y fue sacar esta canción y poco a poco ver que la gente venía más a los conciertos”, comenta este artista con una rutina diferente.

Entre semana se levanta pronto, se hace unas tostadas, un café y se va al estudio que tiene en el comedor de su casa a escuchar el trabajo del día anterior. “A veces me gusta, otras me parece horrible”, confiesa. Después ojea las noticias y trabaja un poco. Va al gimnasio, una afición nueva que comenzó hace un par de años, y al mercado a por los productos que después cocina tranquilamente. Por la tarde vuelve al trabajo hasta las siete u ocho y remata el día yéndose a tomar unas cañas. Ese es un día normal de trabajo. Esta rutina tranquila, sin embargo, cambia cuando llega el fin de semana, que suele pasar en conciertos en cualquier punto de España. “Tener la opción de tocar tus canciones, de poder ganarte la vida y encima visitar tantos sitios es una gozada”, comenta el músico, quien, de momento, afirma sentirse a gusto en Madrid.

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