Etiopía reabre el debate sobre el expolio colonial

El Victoria&Albert propone una fórmula de devolución temporal de piezas a Adís Abeba

La corona (realizada en 1740) de Teodoro II, actualmente en el museo londinense Victoria & Albert.

La que fuera corona real del emperador etíope Teodoro II (en el poder entre 1855 y 1868), una exquisita joya de 1740 de orfebrería en oro y aleaciones de plata y cobre, podría abandonar su larga estancia de siglo y medio en un museo de Londres para regresar a su tierra de origen. No se trataría de una devolución en toda regla, sino de un “préstamo a largo plazo” de este y otros tesoros del antiguo reino de Abisinia, avalado por el director del Victoria & Albert, Tristam Hunt. Pero el gesto simboliza un cambio de mentalidad ante las demandas de los países que han visto su patrimonio expolia...

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La que fuera corona real del emperador etíope Teodoro II (en el poder entre 1855 y 1868), una exquisita joya de 1740 de orfebrería en oro y aleaciones de plata y cobre, podría abandonar su larga estancia de siglo y medio en un museo de Londres para regresar a su tierra de origen. No se trataría de una devolución en toda regla, sino de un “préstamo a largo plazo” de este y otros tesoros del antiguo reino de Abisinia, avalado por el director del Victoria & Albert, Tristam Hunt. Pero el gesto simboliza un cambio de mentalidad ante las demandas de los países que han visto su patrimonio expoliado a lo largo de la historia, en línea con la reciente proclama del presidente francés, Emmanuel Macron, de que esa herencia cultural “no puede ser rehén de los museos europeos”.

Hunt -un historiador que abandonó su escaño en las filas parlamentarias laboristas para tomar las riendas del V&A- ha brindado su oferta al gobierno de Adis Abeba coincidiendo con el estreno de una exposición, el pasado jueves, dedicada a esa colección de piezas saqueadas por el imperio británico en 1868. El título de la muestra alude a la batalla de Maqdala, desencadenada en abril de aquel año cuando las tropas británicas asaltaron la fortaleza de Teodoro II para liberar a un grupo de rehenes. Considerado incluso en su tiempo un episodio vergonzante, el ataque se saldó con el suicidio del emperador y el robo de todos los artefactos de valor hallados por los soldados, incluida la corona imperial y un valioso cáliz de la iglesia ortodoxa etíope.

El emperador etíope Teodoro II.

Subastados con el objetivo de recaudar fondos para el ejército, esos tesoros acabaron engrosando los fondos de un ramillete de museos de Inglaterra, entre ellos el Victoria & Albert, la British Library, la biblioteca del castillo de Windsor y principalmente el Museo Británico. Hace once años, el gobierno etíope presentó una demanda de restitución de las piezas, que fue rechazada. Su embajador en Londres, Hailemichael Aberra Afework, acaba de hacer un llamamiento a otras instituciones culturales del Reino Unido para que emulen los pasos emprendidos por el el V&A. El Museo Británico, que posee ocho decenas de objetos procedentes de Maqdala, se ha limitado a responder que tramitará por los canales habituales cualquier solicitud de préstamo que se le plantee.

La palabra “restitución” (pronunciada meses atrás por Macron al aludir a los objetos expropiados por los franceses en África durante el periodo colonial) no pertenece todavía al vocabulario de Tristan Hunt. Un préstamo a largo plazo “sería la vía más rápida si Etiopía quiere disponer de esas piezas”, ha declarado el director del museo del barrio de Kensington a la prensa local, subrayando que su devolución, sin más, plantea dificultades legales y “la cuestión filosófica del cosmopolitismo en las colecciones museísticas”.

El capitán Tristram Speedy (arriba), uno de los líderes de la expedición británica a Maqdala posa para la pionera de la fotografía Julia Margaret Cameron.

Los dos principales obstáculos que debería sortear tal operación son hallar una ubicación adecuada para las piezas de Maqdala una vez enviadas a Etiopía (el Museo Nacional en Adis Abeba no cumple por el momento los requisitos de seguridad y conservación) y, sobre todo, las garantías de su futuro retorno al Reino Unido. La exigencia presentada una década atrás por los etíopes para que los británicos le devolviera sus tesoros entronca con las muchas demandas desde otros países objeto del expolio histórico, que tienen su máximo exponente en el legendario pleito entre el gobierno de Grecia y el Museo Británico en torno a los mármoles del Partenón.

La colección de relieves escultóricos procedentes de la Acrópolis de Atenas –cuya mitad fue vendida al Estado británico a principios del siglo XIX por su entonces embajador ante el imperio otomano, el conde de Elgin- viajó hace cuatro años a San Petersburgo en calidad de préstamo al Hermitage. Pero nunca lo ha hecho ni es previsible que lo haga con destino a Grecia, que ha dejado claro que nunca devolvería ese “robo” a sus perpetradores.

La nueva política defendida por Tristam Hunt ubica el debate en un punto intermedio y posibilista, al tiempo que redobla la presión sobre otros museos británicos para que se sumen a la iniciativa. “Corresponde a una institución como el Victoria & Albert exponer el pasado imperial y mostrarnos abiertos a la historia y a sus interpretaciones”, ha declarado su director a la publicación especializada The Art Nespaper, “y, aunque sea complicada y plantee muchos retos, debemos hacerlo sin miedo”.

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