El laboratorio acrobático de Marruecos

El Grupo Acrobático de Tánger presenta 'Halka', un espectáculo que mezcla lo tradicional con lo contemporáneo, el 4 y 5 de abril en el Teatro Circo Price de Madrid

El Grupo Acrobático de Tánger en escena.Richard Haughton

En la escena, esparcen arena de la playa de Tánger, en Marruecos, donde aprendieron desde niños a tomar impulso y lanzar sus cuerpos en el aire. Giran, caen de pie y vuelven a saltar. Hacen y deshacen torres o pirámides humanas, como los acróbatas del siglo XV que las usaban para espiar a los enemigos del otro lado de las murallas. A través del espectáculo 'Halka' —que se presenta los días 4 y 5 de abril en el Teatro Circo Price de Madrid— , los catorce integrantes del Grupo Acrobático de Tá...

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En la escena, esparcen arena de la playa de Tánger, en Marruecos, donde aprendieron desde niños a tomar impulso y lanzar sus cuerpos en el aire. Giran, caen de pie y vuelven a saltar. Hacen y deshacen torres o pirámides humanas, como los acróbatas del siglo XV que las usaban para espiar a los enemigos del otro lado de las murallas. A través del espectáculo 'Halka' —que se presenta los días 4 y 5 de abril en el Teatro Circo Price de Madrid— , los catorce integrantes del Grupo Acrobático de Tánger cuentan su historia pero también la de la tradición acrobática marroquí, transmitida de generación en generación.

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"La acrobacia en Marruecos nace de una tradición guerrera y ha ido evolucionando hacia lo artístico", explica Sanae El Kamouni, directora de la compañía que creó en 2003 con un amigo. Originaria de Tánger, El Kamouni decidió dejar su trabajo en el Instituto Francés cuando empezó a conocer más de cerca a los jóvenes que veía ensayar cada día en la playa y las plazas públicas de los pueblos. Aprendió que algunos de ellos eran hijos de octava generación de familias de acróbatas que llegaron a Tánger en busca de una vida mejor. Y que la acrobacia marroquí era una tradición que amenazaba con desaparecer. El Kamouni decidió ir al encuentro de estas familias y buscar los orígenes de este arte en los pocos archivos que quedaban.

Las mujeres en la acrobacia marroquí

S.G.B

De los catorce integrantes del Grupo Acrobático de Tánger, solo hay dos mujeres. Najwa Aarras, de 26 años y Hamal Hammich, de 33. “Hoy, solo algunas mujeres se dedican a la acrobacia marroquí. Las otras salen de una escuela de circo", explica Sanae El Kamouni. En 2013, el Ministerio de Cultura de Marruecos reconoció el circo como disciplina artística.

Hammich aprendió la acrobacia a los 3 años, de la mano de su padre, Mohamed Hammich, que también es parte de la compañía y de una familia de acróbatas desde siete generaciones. Aarras integró el Grupo en 2016, aunque su formación es de Taekwondo. “Hoy, es muy raro encontrar a mujeres acróbatas pero antes era común porque las tropas viajaban mucho y veían la importancia de las mujeres en otras tropas”, explica la directora.

Originalmente, los acróbatas pertenecían a una orden mística del Islam, la del santo sufí Sidi Ahmed Ou Moussa. Después de su muerte en 1560, estos artistas, que también eran reclutados por caravanas comerciales del desierto para proteger la mercancía, solían recorrer el anti-Atlas para llegar a su mausoleo, en el sureste del país. Las tropas agrupaban alrededor de 60 personas e incluían tanto acróbatas como músicos, bailarines y cantantes bereberes. Todo esto permaneció y en escena, dos músicos van guiando los saltos de los integrantes del grupo.

Sus historias son particulares: "Los jóvenes eran reclutados por los mokadem, maestros que les enseñaban el arte acrobático a cambio de dinero para las familias" explica El Kamouni. Los mokadem ejercían de intermediarios para los agentes de circo y teatro que buscaban jóvenes promesas para trabajar en sus espectáculos. Solían llevarse un 10% del salario cuando lograban obtener un contrato, según relata la directora de la compañía. "Es la historia de Mustapha Aït Ouarakmane, uno de nuestros artistas", señala. Ouarakmane aprendió a doblarse en dos y saltar en los paisajes montañosos del sur de Marruecos a los ocho años. Hoy tiene 36. "Era duro para los niños, sufrían mucho porque al fin y al cabo, eran los que las madres ofrecían a cambio de dinero", explica. "Por eso, ahora, nada les da miedo", recalca.

Acrobacia circular

El grupo de acróbatas de Hadji Mohamed en el catálogo de 1902 del circo Busch en Hamburgo.Catálodo del circo Bush de Hamburgo (1902)

En las plazas públicas de los pueblos y ciudades, como la famosa explanada Yamaa El Fna de Marrakech, torres humanas de hasta 13 personas sobresalen de la muchedumbre, congregada en círculos llamados halka. Así se ganan la vida. La acrobacia marroquí es siempre circular, en recuerdo a su vertiente mística. Del origen guerrero queda poco. Ya en el siglo XIX, los primeros circos europeos sorprendían a los espectadores con acróbatas que no usaban redes de protección y lucían trajes coloridos. Fue un circo berlinés —el Renz Zirkus— el que por primera vez, acogió a una tropa marroquí, en 1852. Sin embargo, uno de los pocos archivos que sobrevive es una fotografía de la tropa de Hadj Mohamed, en el catálogo de 1902 del circo Busch de Hamburgo.

Desde las playas de Tánger, se ve Europa. "Es la cuna de la acrobacia en Marruecos", explica El Kamouni. La ciudad era y sigue considerada como un trampolín para conquistar el mundo. Hoy, un proyecto urbanístico de reforma del puerto quitó el dique frente al mar donde se entrenaban los acróbatas, con la esperanza de ser vistos por agentes. Pero la voluntad de seguir con la tradición permanece.

Con ‘Halka’, la cuarta producción del Grupo estrenada en 2016 y que mezcla tradición y creación contemporánea, apuestan por conservar esta faceta de la cultura marroquí. Y desde las playas de Tánger, darle un soplo nuevo, exportándola al mundo, como lo hicieron sus antepasados.

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