México pierde a su cronista

El historiador Guillermo Tovar y de Teresa, autor de 'La ciudad de los palacios', ha muerto este domingo en la capital del país

Una imagen del Zócalo mexicano, el 1 de noviembre.Sáshenka Gutiérrez (EFE)

No le gustaba el título de “cronista”. Se lo dijo hace muy poco a un escritor joven: “Que los cronistas se dediquen a hacer crónicas y no a ser cronistas”. Pero ocurre que Guillermo Tovar y de Teresa (Ciudad de México, 1956) se dedicó a la compleja tarea de contarle México a México. Con la vocación de un investigador, de un historiador, incluso de un psicoanalista. Es decir, de un cronista. Tovar y de Teresa murió este domingo en la capital del país. Tenía 57 años.

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No le gustaba el título de “cronista”. Se lo dijo hace muy poco a un escritor joven: “Que los cronistas se dediquen a hacer crónicas y no a ser cronistas”. Pero ocurre que Guillermo Tovar y de Teresa (Ciudad de México, 1956) se dedicó a la compleja tarea de contarle México a México. Con la vocación de un investigador, de un historiador, incluso de un psicoanalista. Es decir, de un cronista. Tovar y de Teresa murió este domingo en la capital del país. Tenía 57 años.

Comenzó a leer a los cinco años, antes de entrar a la escuela. “Un niño con alma secular sintió la gravitación de toda la historia derruida y se propuso retenerla”, escribió Enrique Krauze. El presidente Gustavo Díaz Ordaz (1964-1970) lo nombró asesor cultural a los 12 años y escribió su primer libro a los 16. “No me sentía un niño”, contó al periódico Reforma en 2005.

En 1985 fue nombrado, oficialmente, cronista de la capital. La tarea le pareció colosal, nada de extrañar para un cronista que prefiere hacer crónicas a ser cronista, y decidió fundar entonces el Consejo de la Crónica de la Ciudad de México. Un par de años después volvió a sus investigaciones.

Era un meticuloso retratista de la inagotable capacidad de México y los mexicanos de destruirse a sí mismos y reinventarse al otro día, como una suerte de Ave Fénix mestizo: indígena y novohispano. “La inestabilidad como ley universal es lo propio de México”, dijo en una entrevista a Letras Libres de 2010. La Ciudad de los palacios / Crónica de un patrimonio perdido (Vuelta, 1990) es un registro de la devastación arquitectónica y ecológica de la capital del país. “Los mexicanos sufrimos una enfermedad, una furia, un deseo de autodestruirnos, de cancelarnos, de borrarnos, de no dejar huella de nuestro pasado y de un modo de ser en el que creímos y al que nos consagramos”, escribió.

"Los mexicanos sufrimos una enfermedad, una furia, un deseo de autodestruirnos"

De sus investigaciones sabemos que Hernán Cortés se convirtió en un inesperado comisario del arte prehispánico. Aunque también sabemos que el conquistador -al que definía como un condotiero, un mercenario- mandó construir sus casas sobre las de Moctezuma, el emperador azteca, en la actual avenida Cinco de Mayo, a unos pasos del Zócalo de la capital. En México, Distrito Federal, fundada en 1325, no queda una sola construcción del siglo XVI. México, como un fascinante (y trágico) ejemplo de la destrucción que destruye para reconstruir lo destruido en un bucle que se repite por siglos y siglos. “Es una barbaridad, una salvajada lo que ha ocurrido aquí”, afirmaba en 2010.

Y tanto por contar. En una entrevista menciona a personajes tan rocambolescos como Guido de Lavezaris, un descendiente de italianos que se establece en Zacatecas, que más tarde partió en un viaje hacia el otro lado del Pacífico (viajó a la India, Macao, China, el Tíbet...) y que acabó como el segundo gobernador de Filipinas. “Una especie de Marco Polo mexicano”.

Contó a México de sus libros prohibidos (Censura y Revolución), de la metamorfosis del novohispano en mexicano (Crónica de una familia entre dos mundos) y del mundo que rodeaba a soldados idealistas que acaban convertidos en káisers (Paraíso es tu memoria, sobre la época porfirista). Le contó de la virgen de Guadalupe,“que se convirtió en un escudo de armas y en celestial protección”. El escritor Octavio Paz glosó: “La suya es una contribución esencial a la historia de las ideas que han formado a nuestra cultura y a nuestra nación”.

Hermano menor de Rafael Tovar y de Teresa (actual director del Consejo Nacional de Cultura y las Artes, Conaculta), estaba convencido de que la del cronista “no es una chamba, sino una vocación”. Y que México tiene todavía mucho, mucho por contarse a sí mismo. “Una cosa es el pasado, los hechos reales, y otra la construcción mental que nos elaboramos de esos hechos reales”.

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