Svante Pääbo, padre de la paleogenética: “La causa de la extinción de los neandertales hay que buscarla en nuestra capacidad de multiplicarnos”
El Nobel de Medicina investiga cambios genéticos que pudieron dar a nuestra especie una ventaja competitiva y anuncia: “Vamos a conseguir el genoma del hobbit de Flores”
El genetista Svante Pääbo demostró que se puede extraer ADN de fósiles humanos de hace miles de años. Su equipo fue el primero en secuenciar el genoma completo de los neandertales, nuestros parientes humanos más cercanos, y descubrió que los sapiens tuvimos sexo e hijos con ellos. También desveló la existencia de un tercer linaje humano desconocido, los denisovanos, gracias al material genético extraído de un hueso diminuto de una niña que vivió en una cueva de Siberia hace unos 50.000 años.
Algunos rasgos físicos de los europeos y asiáticos actuales, así como parte de nuestro genoma, son herencia de aquellos homínidos, que desaparecieron hace unos 40.000 años. La diferencia entre un humano actual y un neandertal es ínfima a nivel genético, pero Pääbo está convencido de que en esos pocos cambios está la clave de la excepcionalidad sapiens y, tal vez, la explicación de por qué somos la última especie humana que queda en el planeta.
Pääbo, nacido en Suecia hace 70 años, acaba de visitar España para participar en la celebración de 50 aniversario del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa (CSIC-UAM). A la entrada del moderno edificio, situado en el campus a las afueras de Madrid, se expone el diploma del Nobel de Medicina que recibió Ochoa en 1955. Estampada en él, Pääbo ha encontrado la firma de su padre: el Nobel de Medicina Sune Bergström, quien nunca le reconoció públicamente como hijo.
El pequeño Svante creció con su madre, Karin Pääbo, química de origen estonio, en una familia “secreta” a la que Bergström visitaba los sábados a escondidas; y que compaginaba con su familia “oficial”. En 2022, Pääbo, fundador de todo un nuevo campo científico, la paleogenética, ganó el Nobel de Medicina 40 años después que su padre. En esta entrevista exclusiva con EL PAÍS, el científico habla con igual naturalidad de su pasado familiar y de los nuevos descubrimientos que persigue su equipo en el Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva en Leipzig, Alemania.
Pregunta. ¿Le influyó su historia familiar en su vocación como científico?
Respuesta. No mucho. Si acaso me convence de que los premios Nobel no somos nada especial. En mi caso, nunca pude admirar a mi padre. En su familia oficial, mi padre tenía un hijo adoptado con su mujer. Él y yo nos conocimos cuando mi padre estaba a punto de morir. Mi relación con mi padre fue buena, pero distante. La gran influencia en mi vida fue mi madre. Cuando eres hijo único con una madre soltera, como es mi caso, desarrollas una relación muy especial; te conviertes en una especie de compañero adulto al que se le consulta todo.
P. Cuando consiguió el Nobel de Medicina, ¿lo sintió como una vindicación frente a su padre?
R. No lo creo. Puede haber algún mecanismo psicológico profundo del que no soy consciente, pero no está en mi mano decirlo. Yo no llevo el apellido de mi padre, y eso ha sido algo muy bueno, porque nunca he sentido que jugaba con ventaja.
P. Después de conocer su genoma, ¿qué nos queda por saber de otras especies humanas como los neandertales?
R. Conociendo su genoma podemos hacer dos cosas. La primera es desvelar su historia a nivel poblacional, lo que ha resultado un enorme éxito. Hemos encontrado pruebas de que ellos y los denisovanos se cruzaron con los humanos modernos, y ahora sabemos que había distintos grupos de neandertales, y que uno reemplazó al otro en el Este. La otra cosa es intentar entender la función de su genoma, su fisiología y sus diferencias con la nuestra. Esa es la próxima frontera.
P. ¿Y qué últimos descubrimientos hay sobre eso?
R. Tenemos un problema, porque si analizamos a los humanos actuales, estamos buscando rasgos genéticos que compartimos todos. Así que tenemos que usar células madre y editar su genoma con CRISPR para generar organoides, o crear ratones neandertalizados, por ejemplo. La otra opción es buscar rasgos típicos de los neandertales y denisovanos. Ahí sí podemos encontrar humanos actuales que conservan esas variantes. De esta forma podemos usar a los humanos actuales como modelos y ver cómo les cambian esas variantes genéticas.
P. ¿Algunos de esos rasgos influyen en el aspecto físico y en la mente de los humanos actuales?
R. Sí. Dentro del linaje humano hemos descubierto el papel del gen TKTL1. Hemos visto que la versión del humano moderno reduce la efectividad de la enzima, de forma que hay substratos que se acumulan en nuestro cerebro. Cuando ponemos esta variante en ratones, vemos que compiten mejor por el agua cuando tienen sed que los ratones normales. Es un cambio genético que impacta en el comportamiento: competir mejor por un recurso. No sabemos su efecto en los humanos, pero es un cambio genético que cambia el comportamiento y que curiosamente se da solo en las hembras.
P. Ustedes han creado minicerebros con esa variante, y también desarrollan más neuronas, ¿qué implicaciones tiene eso?
R. Podría ser un gen que influya en el desarrollo cerebral temprano, pero es muy difícil de saber. Hay personas que llevan la versión primitiva del gen y que son perfectamente normales, por lo que sabemos, aunque no los hemos estudiado en detalle. Es un problema complicado con el que nos encontramos habitualmente en este campo.
P. Usted mantiene que los neandertales no se extinguieron, sino que los asimilamos.
R. Hemos encontrado varios Homo sapiens que, hace decenas de miles de años, tenían parientes neandertales cercanos. Esto significa que la primera oleada de sapiens que salió de África y llegó a Europa se cruzó alegremente con los neandertales. Después llegó una segunda que los reemplazó a todos, sapiens y neandertales. Yo no creo que llegaran y los mataran a todos. Si piensas que estos humanos modernos eran unas 50 veces más numerosos que los neandertales, y que se mezclaron con ellos, esto te daría más o menos un 2% de genética neandertal, que es exactamente lo que tenemos en la actualidad los humanos de fuera de África. No creo que la realidad fuera tan sencilla, pero sí creo que los asimilamos.
P. ¿Qué papel jugó la tecnología?
R. Hubo un cambio y una especialización muy rápida de nuestro lado, mientras que los neandertales se mantuvieron uniformes. Las puntas de flecha empiezan a aparecer asociadas a los sapiens. La pregunta es por qué los neandertales no adaptaron esta herramienta para matar a distancia. También hay pruebas de que sus grupos eran más pequeños, con lo que sus sociedades tuvieron que ser diferentes.
P. ¿Por qué los sapiens éramos más numerosos?
R. Esa es la gran pregunta. Podríamos imaginar que, por alguna razón, vivían un poco más que los neandertales, o que tenían de media un hijo más por familia, lo que causaría una diferencia exponencial. Pero no lo sabemos.
P. ¿Por qué cree que somos los únicos humanos que quedamos?
R. Durante la mayor parte del tiempo esto no fue así, había muchas especies humanas vivas a la vez. Que estemos solos es algo realmente único en los últimos 40.000 años. No solo desaparecieron los otros humanos, es que además los sapiens somos la especie humana más numerosa que jamás ha existido. Y creo que la respuesta hay que buscarla en nosotros mismos como especie, en nuestro comportamiento y en nuestra capacidad de multiplicarnos. Los orangutanes están a punto de extinguirse como especie salvaje. Es absurdo analizar su genoma para intentar explicar por qué, la culpa es nuestra, porque los cazamos y dañamos su hábitat. Es nuestro comportamiento y la clave está en nuestro propio genoma.
P. Dice que de los neandertales heredamos rasgos físicos. ¿Hay gente con un aspecto más neandertal?
R. En los fósiles, ser neandertal es una combinación de rasgos: arcos de las cejas más marcados, nuca abultada, cráneo alargado, tórax con forma de barril. Lo mismo aplica a los humanos modernos. Creo que vamos a descubrir pronto que alguno de estos rasgos vienen de los neandertales y siguen presentes en nosotros, como esa nuca abultada.
P. ¿Qué herencia neandertal le resulta más sorprendente?
R. Cuando surgió el SARS-CoV-2, un virus que no había afectado a humanos antes, analizamos por qué algunas personas sufrían enfermedad grave y otras no. Descubrimos que una variante neandertal juega un papel enorme, porque te hace entre dos y tres veces más vulnerable a caer muy enfermo, e incluso a morir de covid. De repente vimos que una variante genética del tiempo de los neandertales era crucial para muchas personas actuales. [Según los estudios de Pääbo, esta variante pudo provocar un millón de muertes adicionales por covid. Por otro lado, la misma variante reduce un 25% el riesgo de contagiarse con el virus del sida].
P. ¿Hay efectos similares en enfermedades mentales?
R. Aún sabemos muy poco. Hay cientos de variantes asociadas al autismo, y cada una contribuye un poco a provocarlo. Algunas de ellas vienen de los neandertales.
P. ¿Cree que se puede llegar a entender la mente de estos humanos extintos?
R. Lo dudo. La mente es el resultado de muchísimas variantes genéticas más el ambiente en el que vives y tu educación. Nunca tendremos eso. Es una utopía.
P. ¿Es posible conseguir el genoma de alguna otra especie humana?
R. Sí, del Homo floresiensis, [conocido como el hobbit de Flores]. Creemos que, a pesar de que el clima no es el mejor para preservar el ADN, será posible extraerlo de sus fósiles. Estamos trabajando muy duro y creo que hay esperanzas de conseguirlo.
P. ¿Y el Homo erectus o lo que los científicos chinos han bautizado como hombre dragón?
R. Ahí la clave está en encontrar fósiles relativamente recientes que podamos adscribir con seguridad a esas especies. La morfología no nos lo dice, así que necesitamos extraer ADN o proteínas. En el caso del Homo longi, hemos demostrado que al menos el cráneo fósil de Harbin, en China, era en realidad de un denisovano. De los fósiles más antiguos, de más de un millón de años, no creo que sea posible rescatar ADN.
P. ¿Cree que es posible desextinguir especies como el mamut, o incluso los propios neandertales?
R. Nunca devolveremos la vida a una especie extinta. A veces se dice que tenemos un genoma de alta calidad del mamut o del neandertal. Pero eso solo es verdad con matices: no sabemos cómo están organizadas las regiones repetitivas del genoma. En realidad, solo accedemos con precisión a unos dos tercios del genoma, las partes de copia única. Pero del resto solo tenemos una estimación estadística de cuántas repeticiones había, y esas regiones también son funcionalmente importantes. En primer lugar, no tenemos un genoma completo para recrear. En segundo, tampoco tenemos la tecnología para introducir los cientos de miles de cambios genéticos necesarios. Lo que se hace, en realidad, es recrear rasgos sueltos: por ejemplo, tomar un lobo y hacerlo blanco porque se pensaba que el lobo gigante lo era, o hacerlo más grande. Ni siquiera se introducen las mutaciones originales de los lobos gigantes, sino otras que dan un aspecto parecido. Del mismo modo, puedes hacer que un elefante tenga pelo, con alguna mutación tomada quizá de un mamut o quizá de otro animal. Pero eso no será un mamut: será un elefante disfrazado de mamut. Y sinceramente, no sé cuál es el propósito de eso. Lo peor es que nada de esto se ha publicado en una revista científica. Y para los humanos, hay todo un nivel adicional de problemas éticos, como editar células germinales. Tal vez en el futuro, cuando se demuestre que es seguro, se pueda permitir para curar alguna enfermedad horrible e incurable; pero nunca debería perseguirse por simple curiosidad científica.